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LEÓN OPALÍN PARA ENLACE JUDÍO

La Unión Europea (UE) aprobó el 19 de julio pasado directrices para aplicar un boicot sobre los asentamientos judíos, a través del cual, todo acuerdo firmado por esa entidad con Israel “no considerará a los barrios judíos de Jerusalén Oriental como parte del Estado Judío, sino que sólo lo hará dentro de los límites existentes hasta el 4 de junio de 1967, antes de la Guerra de los Seis Días”.

Las medidas empezarán a tener vigencia a partir del primero de enero de 2014; no obstante, el comercio entre la UE e Israel, incluidos los territorios, no será objeto de control por parte de las autoridades europeas, el boicot sólo se referirá a “las ayudas que salgan del presupuesto europeo y que pueda otorgar la Comisión Europea (órgano ejecutivo de la UE, que actúa como gabinete de gobierno) las agencias ejecutivas de la UE o cualquier otra entidad con autoridad para aplicar el presupuesto”, es decir, que las directrices no obligarán a los Estados miembros ni a sus entidades fiscales y aduanales, ni a empresas públicas o privadas.

En este contexto, se considera que el impacto económico del boicot será poco significativo para Israel, no obstante, sí habrá incidencia en el ámbito político; la UE busca congraciarse con el mundo árabe estableciendo, sin legitimidad institucional y moral, las fronteras de Israel. En este sentido, el primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, expresó que no permitirá que la UE le fije a Israel sus fronteras, las cuales discutirá con negociaciones directas con los palestinos, advirtiendo que “aquellos que busquen la paz regional, deben de ocuparse de asuntos regionales más urgentes”, como el genocidio que se está llevando a cabo en Siria, la carrera nuclear de Irán, la grave inestabilidad que se vive en Egipto y que podría desembocar en una guerra civil, o la que también se registra en Turquía.

Asimismo, convendría que los países de la UE reflexionaran cómo se podría resolver el problema de sus “territorios ocupados” por parte de millones de musulmanes en los que rigen leyes y costumbres que tratan de imponer a las ciudadanías europeas, las cuales, agobiadas por las retrógradas pretensiones de los musulmanes, cada vez más salen a las calles a protestar, exigiendo a sus gobiernos que frenen la invasión del mundo islámico que afecta sensiblemente el modus vivendi de los europeos y a su conspicua cultura.

Se considera que llegó el momento para que las autoridades europeas actúen de manera contundente para que los musulmanes cumplan con las leyes nacionales, se integren a las comunidades en donde viven y se castigue a todos aquellos que lleven a cabo actos proselitistas a favor del fundamentalismo islámico.

En este marco, la reciente decisión de la UE de incluir en la lista de organizaciones terroristas al brazo armado del grupo Chií libanés, Hezbolá, está en línea con el planteamiento previo; la inclusión de Hezbolá en la lista implicará mayores controles a este último y bloqueo a sus activos. Hezbolá está estrechamente vinculado con el gobierno teocrático de Irán, que le proporciona ayuda financiera, armas y también con efectivos en Siria para apoyar al régimen dictatorial del presidente Bashar Al Assad, quien ha emprendido una verdadera carnicería contra los rebeldes que tratan de derrocarlo, y en general, contra la población; en 28 meses de guerra en Siria han muerto más de 100,000 personas y los heridos e inválidos suman cientos de miles.

Bashar Al Assad ha establecido controles y barreras en Damasco, la capital de Siria, y en otras ciudades, para someter a la población a detenciones (250,000 personas están en diferentes cárceles) torturas y asesinatos: aviones y fuerzas de artillería están atacando a poblaciones civiles. La superioridad del Ejército de Siria en su lucha contra los rebeldes ha creado un fuerte sentido de impotencia entre estos últimos, induciéndolos a la radicalización.

Una parte de los insurgentes están siendo apoyados por grupos terroristas de Alqaeda y Hamas. Igualmente, el Director de Inteligencia de Israel ha advertido que miles de yihadistas radicales se están asentando en Siria, “no sólo para derrocar a Bashar Al Assad, sino también para imponer un Estado religioso islámico”. El “islofacismo” está echando raíces en el Medio Oriente y en la UE; resulta incongruente que se aliente la aprobación de directrices contra Israel que pueden revertirse contra ella misma.