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SALOMÓN LEWY PARA ENLACE JUDÍO

Nuevamente, una nación árabe se encuentra convulsionada por un conflicto interno.

En este caso se trata de Egipto, que poco después de un año de gobierno, su presidente está en prisión, acusado de homicidio y de atraer y patrocinar a un movimiento terrorista llamado Hamas.

Como en todos los casos anteriores, el escribidor procura ver la reacción de los medios occidentales y se encuentra que la cobertura de estos se limita a señalar que hay disturbios y enfrentamientos entre dos bandos egipcios: los que favorecen al régimen militar de Al-Sisi, autor del derribo de gobierno y el que está a favor del depuesto líder, mas lo hacen tibiamente, como dando una noticia cualquiera, con cierto sigilo, sin tomar partido, sin sentido crítico. (¡Ah! Pero que no haya un hecho ilegal dentro de Israel, porque entonces sí los medios van a exhibir la minúsculo Estado de Israel como el monstruo malvado cuya naturaleza es nefasta).

Quien tenga un poco de sentido común y esté enterado de cómo se desenvuelve la política internacional, podrá cerciorarse de la inveterada línea que se ha seguido a nivel mundial, lo cual es nada más que lógico. Israel no tiene los recursos – ni la riqueza financiera – de los países árabes. La exigua influencia que puede ejercer es, hasta cierto punto, espiritual. Bien sabemos porqué.

Veamos un poco por el espejo retrovisor y recordemos los conflictos en las diversos países árabes musulmanes: Libia, Irak, Pakistán, Afganistán, Siria, entre otros del Medio Oriente; por otro lado, los conflictos raciales en África – Somalia, Sudán, el Congo, etc.-en cuyo caso es la cuestión religiosa la que atiza la hoguera de la confrontación.

Podemos agregar a la lista a países de otras latitudes, los cuales por diversas razones raciales, religiosas, etc., están también inmersos en guerras fratricidas.
¿Y los medios? Muy bien, gracias. Hay entre estos algunos que culpan al imperialismo y la voracidad de los Estados Unidos, mismos que orillan a los diferentes países a confrontarse con el objeto de hacerse de los recursos naturales de aquellos.

Ocasionalmente, el escribidor confunde a Israel con el comercial del conejo que sigue funcionando cuando todos los demás perdieron ya su energía.

Hasta aquí el asunto de los medios, mas quedan otros entes que debemos considerar.

La Unión Europea – la cual eventualmente no tiene nada de unión – tiene como tema favorito, como dicen los anglosajones, “Israel bashing”, que consiste en juzgar negativamente cualquier medida del Estado Judío y su gobierno, sin que nadie le recuerde a la tal Unión que se están llenando de Islam, de un modo u otro. Por otra parte, al parecer les molesta que Israel tenga un gobierno sólido, con un atrevido primer ministro, que lo mismo trata con los extranjeros que con los propios.

Otra entidad que tiene por costumbre lanzar sus dardos en contra de Israel es la inefable Organización de las Naciones Unidas.

Resolución tras resolución es tomada para exhibir las supuestas violaciones del pequeño país al código de buena conducta internacional.

Que Israel no se atreva a dejar unos cuantos ladrillos en SU territorio, pues será objeto de la repulsa mundial – con la respectiva Resolución de la ONU.

El escribidor recuerda una de tantas sesiones de la Asamblea, en la cual un representante del Estado Judío habló para reclamar la intervención agresiva y falta de veracidad de un embajador de un país árabe. La reacción de quien presidía la sesión fue censurar al israelí, indicándole que el lenguaje de este era por demás insultante e impropio de ese foro.

Un aspecto más grave es que la ONU, a sabiendas de que en Europa está resurgiendo el nazi-fascismo, no menciona ni hace referencia a este mal, a esta lacra de la Humanidad. Lamentable papel que juega el organismo que, para decirlo simplemente, no es ya la representación de lo más sólido y moral de sus miembros.

De lo anterior desprende el fantasma del antisemitismo, ya sea antijudío como anti sionista, que para el escribidor son absolutamente lo mismo y le produce el horror que vivió gran parte de su familia bajo el régimen nazi.

Así como la Bestia culpó a los vencedores de la primera guerra mundial por las condiciones que privaban al pueblo alemán de conseguir una situación económica favorable, de paso utilizaron a los judíos como “cabezas de turco” para justificar su odio contra estos.

Esa misma tónica es utilizada hoy por los propagandistas del mundo árabe, utilizando al “pobre pueblo palestino” como víctima de la maldad judía. Lo que no saben – o no quieren reconocer –es que las multimillonarias cantidades de dólares que se otorgan al pueblo palestino de las organizaciones humanitarias van directo al beneficio de sus dirigentes.

¡Qué pena! El escribidor lo dijo en algún pergeño anterior: la costa de Gaza está llena de lujosas residencias propiedad de las autoridades palestinas, y sus cuentas bancaria en Suiza y otras
naciones que cultivan el secreto financiero son conocidas en el mundo -“remember Arafat”.

El escribidor recuerda los años que vivió en el Medio Oriente, particularmente en Israel. La relación con las “tierras de junto” era apacible y productiva. Podíamos haber seguido así muchos años más, pero las convulsiones en el mundo árabe y en el Islam dieron al traste con todo eso.

Hoy día, el mundo occidental utiliza a Al Jazeera como su proveedor de información. Como decimos en México:”Lástima, Margarito”.