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RODICA RADIAN GORDON

En una atmósfera de cauteloso optimismo y en el marco del encuentro en Washington entre la ministra Tzipi Livni y el señor Saeb Erekat, se retomaron esta semana las negociaciones entre Israel y los palestinos. La decisión tomada con antelación por el gobierno israelí, de liberar a 104 prisioneros, abrió el camino para marcar el reinicio de éstas. Dicha decisión, que implica una importante medida para crear confianza, no ha sido fácil de aceptar.

El público israelí se encuentra inquieto frente a la idea de que en los próximos meses serán liberados algunos de los terroristas palestinos más infames, quienes han asesinado a decenas de civiles inocentes. Por otro lado, acepta que en un contexto de negociaciones verdaderas, que tocan los problemas fundamentales, como las fronteras y el futuro de los asentamientos; las medidas de seguridad para Israel; el futuro de Jerusalén; los refugiados y, por supuesto, el fin del conflicto (una vez que todo lo anterior haya sido resuelto) el precio a pagar sea justificable.

Aunque el punto muerto después de las cortas negociaciones en septiembre de 2010 entre Netanyahu y Mahmoud Abbashizo evidente la gran diferencia de posiciones entre los israelíes y los palestinos, existe un entendimiento dentro del gobierno y del público israelí sobre la importancia en retomar las negociaciones para asegurar el interés nacional de largo alcance, que es el de  mantener el carácter judío y democrático de Israel. El primer ministro Netanyahu abrió la reunión semanal del gobierno hace dos semanas expresando la esperanza de que las negociaciones resulten exitosas, declarando, además, que la meta es llegar a la solución de “dos Estados  para dos Pueblos”. Más aún, dada la posibilidad de que el resultado de las negociaciones sea un compromiso difícil de digerir, el gobierno está promoviendo una ley que permita —por primera vez en la historia israelí— un referéndum.

Sin embargo, el principio de las negociaciones directas, de buena fe, sin precondiciones, forma una de las bases importantes para poder avanzar. Es por ello que se rechazan ideas tales como la de que Israel acepte negociar en un principio sobre la base de las fronteras del 4-6-67 (ya he comentado este tema en esta columna: “El conflicto palestino-israelí: una mirada más”, publicado el 6-1-11). Así, el gobierno de Israel se opuso a la publicación de las nuevas reglas generales de la Comisión Europea con respecto a la futura exclusión de acuerdos de cooperación y proyectos comunes de entidades israelíes en Cisjordania, el Golán y el este de Jerusalén, debido a que éstas prejuzgan las futuras fronteras con los palestinos.

Por supuesto, no podemos dejar de pensar en la situación de turbulencia general en Oriente Medio. En ese contexto, la esperanza de llegar a un resultado exitoso en las negociaciones es compartida no solamente por estas dos partes sino por muchos otros países alrededor del mundo.

Fuente: Excelsior