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ARIELA SCLAR PARA ENLACE JUDÍO

El Árbol Generoso o The Giving Tree, nos cuenta la historia de un árbol y un niño que son amigos. Conforme pasa el tiempo, el niño pide al árbol sus recursos, uno tras otro. Quiere sus manzanas para vender, sus ramas para hacer una casa, su tronco para hacer una barca…hasta que el árbol no tiene nada más que darle. Entonces el niño, ya convertido en un anciano, se sienta en lo que queda del árbol para descansar.

Este libro de Shel Silverstein, editado por primera vez en 1964, ha sido traducido a más de 30 idiomas y forma parte del imaginario de muchos niños, padres y abuelos. Es principalmente un cuento infantil, con bellas y simples ilustraciones del mismo autor, sin embargo el tema del cuento puede ser interpretado de muchas formas y genera distintos cuestionamientos. ¿Es un cuento que habla exclusivamente sobre la relación que tenemos los humanos con la naturaleza? Tal vez nos muestra las consecuencias que tienen los excesos y la explotación que el hombre hace de los recursos naturales.

¿Qué nos quedará cuando la naturaleza no tenga más que darnos? Mientras pasamos las páginas del libro, leemos que el árbol hace todo para que el niño-joven-adulto-anciano sea feliz, a pesar de sus propios sacrificios. El árbol cómo símbolo de fuerza, templanza y proveedor, podría tomar también el papel del padre o madre. El niño, al pedir los recursos al árbol sólo lo hace a través del verbo querer: “yo quiero unas manzanas”, “yo quiero una barca”, pero únicamente utiliza el verbo “necesito” cuando está cansado y desea descansar un poco. Y el árbol, para garantizar la comodidad y felicidad del niño, da todo lo que éste le pide, sin esperar nada a cambio. Quizás, cuando el anciano descansa sobre las raíces del árbol, alude a que cuando ya no queda nada material que nuestros antecesores puedan darnos son nuestras propias raíces lo único que conservaremos.

Otra reflexión que podríamos hacer sobre el cuento, es la de preguntarnos y aprender a diferenciar entre lo que queremos y lo que necesitamos. Lo que queremos puede cubrir caprichos inmediatos, pero no necesidades reales. Y al querer cubrir estos caprichos podemos obviar, muchas veces, lo que a la larga nos hará verdaderamente felices y nos dará esa sensación de plenitud.

Cualquiera que sea el análisis que el lector quiera darle, es interesante que este libro, dirigido a un público infantil, pueda abrir espacios de reflexión que involucren a toda la familia y a diferentes temáticas de la vida diaria.

Me tomo el atrevimiento de recomendar releer los libros leídos en la infancia, pues siempre hay un aprendizaje escondido qué recuperar.