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Amamantar a los bebés podría servir de potente protector contra el trastorno por déficit de atención e hiperactividad según un reciente estudio llevado a cabo por investigadores de la Facultad de Medicina de Tel Aviv, en Israel, que han descubierto que los recién nacidos alimentados con leche materna tienen menos riesgo de desarrollarlo que aquellos que toman leche de fórmula.

La lactancia materna durante al menos los seis primeros meses de vida del bebé es esencial ya que aporta todos los nutrientes necesarios, es más fácil de digerir, y contiene anticuerpos que favorecen el sistema inmunológico del niño.

No obstante, los investigadores advierten de que sólo han probado la existencia de una relación significativa entre la lactancia materna y una menor incidencia de la hiperactividad en la infancia, incluso teniendo en cuenta factores típicos de riesgo, aunque el estudio sugiere que dar el pecho podría servir de potente protector contra el TDAH, uno los trastornos de conducta más comunes diagnosticados en niños y adolescentes, de naturaleza heterogénea y multifactorial, por lo que improbable encontrar una única causa.

El estudio, publicado en la revista ‘Breastfeeding Medicine’ y presentado en el congreso de la Academia de Sociedades Pediátricas celebrado en Washington el pasado mes de mayo, se ha centrado en los hábitos de lactancia que los padres dieron a sus hijos, divididos en tres grupos: uno constituido por niños diagnosticados con TDAH, otro por hermanos de niños con ese trastorno, y el tercero, el grupo de control, compuesto por 51 menores sin ninguna relación genética con el mismo.

Tres veces más de probabilidades de padecer TDAH

Los resultados revelaron una clara relación entre la lactancia con leche de fórmula y el TDAH de modo que que habían sido criados con biberón a los tres meses tenían tres veces más de probabilidades de padecer el trastorno que aquellos que habían recibido el pecho.

La metodología consistió en una comparativa de las historias clínicas de niños con edades comprendidas entre los seis y doce años que habían ingresado por diferentes razones en el Hospital pediátrico Schneider de Petaj Tikva (Israel).

Los progenitores rellenaron un cuestionario detallado sobre cómo habían alimentado a sus hijos, si exclusivamente con fórmula o también con leche materna, así como factores que pueden influir en la aparición del TDAH como la situación familiar, el nivel educativo de los padres, problemas durante el embarazo tales como la hipertensión o diabetes, peso del neonato o ón genética el TADH.

Tomando todos estos factores en consideración, los investigadores descubrieron que los niños con hiperactividad tenían una probabilidad mucho menor de haber sido alimentados con leche materna en el primer año de vida en comparación con los pertenecientes a los otros grupos.

A los tres meses sólo el 43 por ciento de diagnosticados con TDAH había sido dado de mamar en relación con el 69 por ciento del grupo de los hermanos y el 73 por ciento del grupo de control. Aunque el factor genético es determinante quedaron reflejadas diferencias significativas entre los que no fueron amamantados a los tres meses y los otros grupos según los autores del estudio.

A los seis meses el 29 por ciento de los afectados con el trastorno había sido amamantado frente al 50 por ciento del grupo de hermanos y al 57 por ciento del de control. Y a partir de esta edad se reduce drásticamente el porcentaje de niños con TADH que habían recibido el pecho, lo que apunta a la posibilidad de que la duración de la lactancia materna pueda desempeñar un papel fundamental en esta relación.

Al menos seis meses de lactancia

Los investigadores no han podido determinar cuáles son los mecanismos que podrían intervenir en esa relación, si pueden ser los componentes de la propia leche materna, el lazo que se establece entre la madre y el bebé durante el amamantamiento o ambos.

Respecto al tiempo recomendable para impedir la aparición del trastorno tampoco hay una pauta precisa aunque los autores del estudio recomiendan que se respete el periodo de seis meses que aconseja la OMS.

Fuente:teinteresa.es