Enlace Judío México /

Su obra pictórica la convirtió en un referente del arte mexicano del siglo XX, mientras que su imagen fue la clave para forjar al personaje. Fuerza, pasión y autenticidad marcaron la vida de la afamada pintora. Dichas cualidades se depositan hoy en una colección de joyas que celebra su legado

Hablar de Frida Kahlo(ciudad de México, 1907-1954) es abordar la vida de una mujer alejada de los estereotipos. Rebelde, apasionada e independiente son algunas de las características que se le han atribuido. En sus obras solía reflejar su forma de pensar, como bien lo llegó a manifestar: “Nunca pinto sueños o pesadillas. Pinto mi propia realidad”.

Aun cuando su trabajo fue el factor que la dio a conocer en el mundo, su apariencia y estilo despertaban curiosidad en quienes tenían la fortuna de conocerla. Se dice que la artista era consciente del poder de su imagen, por ello le gustaba siempre ser el centro de atención.

La originalidad no sólo definió sus creaciones, sino también su vestimenta. Admiradora de los trajes detehuana, Frida se sentía orgullosa de sus raíces y no temía llevar diferentes colores, texturas y formas. El gusto le fue heredado de su madre, quien acostumbraba vestir trajes característicos del Istmo.

Faldas, vestidos, blusas y rebozos figuraban en su atuendo diario. Los accesorios, por otro lado, jugaban un papel importante en la conformación de su imagen. La pintora solía utilizar moños coloridos, tocados llamativos de flores y joyas de gran tamaño, hechas con materiales como jade, cristal, plata, obsidiana, barro, caracol y piedras de río.

Fuente: El Mundo