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ARIELA SCLAR PARA ENLACE JUDÍO

Look at the stars, look how they shine for you…

Enlace Judío México |Dejando muy de lado la simbología estrictamente religiosa que encierra la Sucá (ya le tocará a alguien más hablar al respecto) me gusta pensar en ella como el espacio y el tiempo para retomar los lazos familiares, la sencillez y la humildad.

Hoy, cursando el 2013, podemos pensar en una familia que funciona algo parecido a la siguiente descripción: Papá viendo las noticas o el fútbol, mamá habla por teléfono para ponerse al corriente de lo que pasa con su cuñada en otro lado del mundo, hij@ mayor en la laptop, hij@ median@ en el celular, hij@ menor en el iPad. Igual y de vez en vez alguno despega la mirada de la pantalla que están usando. “Si no me gusta el mismo programa mejor me paso a la otra tele o me meto al celular, si tengo que –TENGO QUE- hablar tres horas por teléfono con la amiga que vi hoy ocho horas en la escuela me paro a encerrarme a mi cuarto.” No condeno los medios de comunicación, la tecnología puede apoyarnos en muchas cosas (soy muy fan, uso todas las redes sociales), la televisión puede darnos un rato de entretenimiento sano (aunque depende de la selección de canales que cada uno elija), y aplaudo tener un espacio privado para hablar con las amistades. Pero también de vez en vez es muy a gusto redescubrir los lazos que te unen a tus papás y tus hermanos que llegan más allá de lo sanguíneo o las orejas y la sonrisa que heredaste y que compartes con ellos. Lo mismo con los círculos amistosos con los cuales tienes que desarrollar la nueva habilidad de hablar viendo hacia abajo y de escuchar a alguien que no te habla a la cara, porque el Candy Crush te exige más vida de la que tienes o porque ya salieron en Facebook las fotos de la fiesta de Kippur.

Ya sea que tengas tu propia Sucá en casa o que seas invitado en otra, la experiencia siempre es enriquecedora. Tienes chance de sentarte muy pegadito al otro, escuchar lo que dicen, hacer preguntas con respecto al jag, cantar y darte un break de tu día a día y si el clima lo permite, detenernos a ver las estrellas, que se han vuelto casi imperceptibles con la contingencia que nos cobija.

Te acuerdas de lo especial que es sentarte en una mesa a platicar sobre tu semana y sencillamente convivir con gente que aprecias en verdad, en vez de comer frente a la tele o de detener el tenedor en una mano y el celular en la otra. Sentarte a cenar en la Sucá te enseña a apreciar dos cosas: las comodidades que tienes en casa y el diálogo y la simpatía de tus hermanos y amigos.

Comer al “aire libre” y tener las incomodidades que eso implica (entrar y salir de la casa para traer cosas, que haga frío o llueva, estar muy apretados) puede hacer que anhelemos regresar a nuestro comedor calientito y seco, con la cocina a un paso. Queda bien pensar, por ejemplo, en el millón y medio de damnificados que hay en todo el país por “Ingrid” y “Manuel”, que no tienen un hogar seco ni caliente a dónde volver. Y así, empezamos a apreciar lo que tenemos.

Al mismo tiempo, apreciamos el momento de calidez humana y el bienestar de sentir la compañía de los que quieres o tal vez de los que ves pocas veces en el año, pero que en cada reencuentro es cómo si no hubiera pasado tiempo.

Deberíamos reflexionar más al respecto durante todo el año y sobre todo reestablecer la conexión con nuestros seres queridos sin la necesidad de pelearnos con Iusacell o Telcel para lograrlo. Aprovechemos esta semana, con o sin Sucá para ponerlo en práctica.

¡Jag Sameaj!