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RUBEN KAPLAN | Abrumada por el deterioro de su economía, que tiene grandes riesgos de colapsar por la imposibilidad de acceso a los mercados financieros, La República Islámica de Irán, a través de su presidente Hassan Rohani, quien obtuvo una victoria arrolladora en las elecciones del 14 de junio pasado, en las que sustituyó al conspicuo negador del Holocausto Mahmoud Ahmadinejad -que amenazó durante su mandato reiteradamente a Israel con borrarlo del mapa- comenzó a urdir una estrategia de seducción a EE.UU. y Occidente, para persuadirlos que no busca desarrollar armamento nuclear y lograr de esa manera levantar las asfixiantes sanciones que padece el país persa impuestas por el Consejo de Seguridad de Naciones plus otras medidas unilaterales de Estados Unidos, por su negativa a permitir que los inspectores del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), revisen con libertad todas sus instalaciones nucleares.

Desde la asunción a la presidencia de Irán el pasado 3 de agosto de Rohani, un clérigo que Occidente aclama como moderado (desde los comicios han sido ejecutados más de 60 iraníes) y que es sin embargo un fiel epígono del Líder Supremo, Seyyed Alí Hoseiní Jameneí, se ha producido un planeado acercamiento con Estados Unidos con el consentimiento y la complicidad del filo musulmán Obama, para superar la controversia de los últimos años sobre los fines del programa nuclear del país islámico.

El viernes 27 de septiembre, los principales medios y agencias de noticias del mundo, destacaron la “histórica” comunicación directa entre los líderes de EE.UU. e Irán, que no mantienen relaciones diplomáticas desde 1980 como consecuencia de la denominada “Crisis de rehenes de Irán”. La conversación entre Obama y Rohani, sostenida luego de la alocución del presidente iraní en la 68º sesión plenaria de la Asamblea general de la ONU, como se podía barruntar, no fue espontánea y como lo revelaron Washington y Teherán, fue precedida de un intercambio de cartas y misivas conducentes a preparar la “Mise-en-scène”.

Mintió a sabiendas Barak Obama cuando aseveró en una entrevista, que Rohani “es alguien que busca abrir el diálogo con Occidente”, por lo que “hay una oportunidad para la diplomacia” que tanto Estados Unidos como Irán deberían aprovechar. No puede desconocer el mandatario estadounidense que el flamante presidente Rohani, quien se ha comprometido a seguir el “camino de la moderación”, es el mismo que en el pasado se jactó de haber engañado a la comunidad internacional en las conversaciones del Grupo 5+1 por el controvertido desarrollo nuclear de Irán. Asimismo se lo acusa de estar al tanto por su vinculación con el ayatolá Jamenei- quien en verdad detenta el poder en Irán- en los preparativos del atentado terrorista el 18 de julio de 1994 contra la AMIA en Buenos Aires.

Rohani, en ocasión de conmemorarse en Teherán el día de Al- Quds (denominación en árabe de Jerusalén) describió en una entrevista con la televisión estatal Press TV. al régimen sionista, así llama a Israel, como “una herida asentada en el cuerpo del mundo musulmán desde hace años y que tiene que ser eliminada.” Es imposible no encontrar coincidencia con las declaraciones del mismo tenor que formulaba Mahmoud Ahmadinejad, quien irónicamente y muy a su pesar era por su virulencia y sus discursos inflamatorios exhortando a la eliminación de Israel, uno de los mayores propagandistas del Estado judío. La cita de Press TV fue como es habitual en los iraníes, cuando su repercusión no resulta políticamente correcta, fue posteriormente corregida: “Después de todo, en nuestra región, ha habido una herida desde hace años en el cuerpo del mundo musulmán bajo la sombra de la ocupación de la tierra santa de Palestina y la amada Al-Quds”. Pasó algo similar cuando Rohani admitió el Holocausto como un hecho histórico irrefutable y lo calificó como un genocidio. La prensa iraní se apresuró a desmentirlo diciendo que las agencias de noticias habían traducido mal sus expresiones del farsi, idioma parece ser, de incierta transliteración.

En sus respectivas intervenciones ante la Asamblea General de la ONU, el pasado martes, tanto Obama como Rohani expresaron su voluntad de entendimiento y su confianza en que ambos Gobiernos consigan acercarse sobre la base del respeto y los intereses mutuos.

Asoma como un impedimento a esa plausible, pero vana y engañosa aspiración, el programa nuclear iraní. Obama declaró que Irán debe de tomar “acciones significativas, transparentes y verificables” en ese terreno. Rohani, anunció que, en la reunión acordada para el próximo 15 de octubre en Ginebra, su Gobierno presentará propuestas para que el mundo compruebe que Irán no tiene la intención de producir armas nucleares. Obama reconoce el derecho de Irán a enriquecer uranio para fines pacíficos y permitiría que los persas mantengan uranio enriquecido al 20%, susceptible para desarrollar armamento nuclear. También aseguró públicamente –la última vez en su discurso en la ONU- que no pretende un cambio de régimen en Teherán.

Durante varios años, el OIEA ha estado investigando las pruebas y sospechado que Irán podría haber coordinado esfuerzos para procesar uranio, explosivos de prueba y renovar un cono de misil balístico de una manera adecuada para una ojiva nuclear. Irán dice que las acusaciones son infundadas, pero se ha comprometido, desde que Rouhani asumió el cargo a principios de agosto, ampliar la cooperación con la agencia de la ONU. Sin embargo, diplomáticos occidentales han acusado a Irán de obstruir la investigación del Organismo Internacional de Energía Atómica.

Irán y Estados Unidos celebraron conversaciones de fondo de más alto nivel en una generación en las Naciones Unidas, diciendo que el tono era positivo, pero exhibiendo cautela acerca de la resolución de la disputa.

Varios países europeos que apoyaron sanciones contra Irán en la ONU, y acompañaron obedientes a EE.UU. en su política con la República Islámica de Irán, sienten ahora desconcierto por la apertura de Obama con el régimen del Ayatolá Jamenei, y la implementación de negociaciones directas entre las partes, que los excluyen.

Quien resulta el mayor damnificado por el romance entre Obama Y Rohani, es Israel, que ha instado a la comunidad internacional a “no dejarse engañar por las palabras fraudulentas del presidente de Irán”, Hassan Rohani, después que éste asegurara que, bajo su mandato, la República Islámica “nunca” buscará hacerse con la bomba atómica, abriendo así un camino hacia el diálogo con Estados Unidos.

En su discurso ante la Asamblea General de Naciones Unidas, el martes 1° de octubre en Nueva York, Biniamin Netanyahu ha explicado que el anterior mandatario iraní, Mahmud Ahmadinejad era “un lobo con piel de lobo” y su sucesor, Hasán Rohani, es “un lobo con piel de cordero”. “Rohani es un lobo con piel de cordero que piensa que puede poner una manta sobre los ojos de la comunidad internacional. El premier israelí ha hecho hincapié en que Rohani es “un servidor leal” del régimen de los ayatolás y ha advertido que, a pesar de sus elogios a la democracia de la República Islámica, Irán es un país que “ha ejecutado a prisioneros políticos”.

“Me gustaría creer en Rohani pero no creo”, ha subrayado Netanyahu, antes de esbozar su solución al polémico programa nuclear iraní: “desconfiar, desmantelar y verificar”. “Irán no está desarrollando un programa pacífico, está desarrollando armas nucleares”.

A su llegada a Teherán, el presidente Rohani, tuvo una acogida dispar. Algunas decenas de manifestantes que gritaban la tradicional consigna “Muerte a Estados Unidos, muerte a Israel” expresaron su disconformidad por el acercamiento al Satán, como denominan a EE.UU., y algunos de ellos les arrojaron sus zapatos como señal de desprecio. Otro grupo algo más numeroso, aprobó a Rohani.

Netanyahu y la bomba iraníEn tanto en Israel, el discurso del Primer Ministro fue criticado por la izquierda israelí representada por el partido Meretz, quien a través de uno de sus líderes Zahava Gal-On dijo que Netanyahu debería haber elogiado los esfuerzos de los EE.UU. y la comunidad internacional para desmantelar el programa nuclear de Irán a través de un enfoque diplomático y sanciones. “En cambio, Netanyahu regresó a su vieja retórica de amenazas y ataques. Pero los diputados de la oposición Omer Bar-Lev (Trabajo) y Eli Yishai (Shas) elogiaron el discurso y dijeron que Netanyahu habló por todos los israelíes contra Irán.

En sintonía con la izquierda israelí, la organización judía norteamericana de igual postura ideológica, J Street, manifiestamente a favor de los árabes, expresó en un comunicado su decepción porque Netanyahu, no destinó más tiempo frente a “la promesa de un mejor futuro con los palestinos”, especialmente a la luz del proceso de paz en curso. “El discurso del Primer Ministro ante la Asamblea General de la ONU fue una oportunidad perdida”, dijo J Street. ”De sus 33 minutos, pasó menos de dos minutos para abordar el tema de la paz con los palestinos, como para dejar claro que la paz no es una prioridad para él.” Con su declaración, queda claro que J Street prioriza neciamente, una dificultosa negociación con los palestinos, que la supervivencia misma del Estado de Israel.

La táctica dilatoria de la República Islámica de Irán, de emprender largas negociaciones, con la finalidad de ganar tiempo hasta conseguir bombas nucleares, seguramente tendrá éxito por la connivencia o inacción de Obama, para hacerlo posible

No obstante la afirmación de Barak Obama, quien dijo que la acción militar contra Irán sigue sobre la mesa, si la diplomacia falla, Israel en su fuero íntimo sabe que ha sido traicionado por quien gobierna actualmente Estados Unidos. Cabe interrogarse si ante la perspectiva que Irán obtenga armas nucleares que amenacen su existencia, el Estado judío se arriesgará por si mismo, sin su aliado histórico, a conjurar el real peligro de exterminio, que pende sobre su cabeza, como la Espada de Damocles.

Fuente: Alerta Digital