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LEÓN OPALÍN PARA ENLACE JUDÍO

Feliz Cumpleaños

El domingo pasado fue mi cumpleaños 73. Mi esposa ha comentado desde hace varios años, ante la proximidad de mi cumpleaños, que me pongo de mal humor; me imagino que ella alude a que el tiempo inexorablemente pasa y me siento mal por envejecer. Lo cierto es que nunca he tenido tal pensamiento; hoy tengo claro que más que nada me preocupa la celebración que me hace mi familia, porque me incomoda; percibo que la llevan a cabo como una obligación.

Siempre me avisan a última hora en donde vamos a comer, no me dan opción de escoger, generalmente es en un lugar lejano a mi hogar y relativamente próximo al de mis hijos mayores. Creo que les molesta gastar en la celebración, y finalmente, no se alcanza una integración familiar plena; empero, sí me hubiera molestado que no me celebraran y que no nos reuniéramos para una comida. Sin embargo, en este año, con plena madurez, pensé que no me importaría la no celebración; creo que al llegar a 73 años estoy más allá del bien y el mal.

Esta actitud me funcionó este año; tuve una comida con una parte de la familia y pude disfrutar a mis nietos. En la noche, mi hija mayor atravesó la ciudad con mi nieto para traerme mi pastel favorito de crema de plátano y trozos de chocolate; prendieron las velas, me cantaron las mañanitas y “tuti contenti”. Mi nieta mayor que está en Israel de Hajshará (curso de estudio y trabajo para jóvenes judíos de todo el mundo) me llamó por teléfono para felicitarme, al igual que mi sobrina “Chiquis” que vive en San Louis Missouri; también recibí llamadas de otros familiares y amigos; todas ellas satisfacieron mi ego y me hicieron sentir bien.
Mi hija menor, que es practicante de la fe judía, me había invitado a comer a un restaurant kosher (comida supervisada por el ritual judío), para festejarme. No podía obligar al resto de la familia a que concurrieran a un establecimiento kosher; en México son caros y malos. Se enojó porque no acepté y no me felicitó.

Mi actitud hacia la familia, de no esperar nada desde el punto de vista emocional, no es la ideal, y quizá la vea como una especie de indiferencia; no obstante, ayuda a mi autoestima, la siento auténtica y de respeto a mi mismo. Frecuentemente los padres cedemos frente a conductas de desamor de los hijos en aras de la armonía, creo que esto nos hace aparecer frente a ellos como víctimas y se ensañan contra nosotros. Por mi salud mental y física estoy buscando que la relación con ellos, e incluso con los amigos, sea más equilibrada; si unos y otros no tienen suficiente interés en mi persona, me iré alejando sin resentimientos. La soledad también es parte de la autorealización de los individuos.

Por otra parte, en esta Crónica quiero reiterar mi preocupación por el avance del antisemitismo en México. En este sentido, el fin de semana pasado mi esposa se acercó a un puesto ambulante de libros cercano a uno de los accesos de la Ciudad Universitaria, preguntándole al vendedor por un libro relacionado con un tema judío. Espontáneamente y sin preámbulos, el vendedor expresó que los judíos eran gente mala, que en sus rituales utilizaban sangre de niños católicos y que se querían apoderar del mundo; no es difícil identificar las fuentes de este antisemitismo primitivo: la Iglesia Católica y los Protocolos de los Sabios de Sion.

En este marco, me siento verdaderamente abatido de que en mi país: México, persistan y se dejen crecer mitos tan absurdos; quiero a México y a su cultura, me identifico con sus valores, no puedo aceptar que en pleno siglo XXI en mi comunidad existan manifestaciones tan bajas y destructivas, ¿cuándo nos van a dejar en paz? Una parte de los antisemitas que existen en México, en su vida han tratado con un judío. Las autoridades de la Comunidad Judía tienen que platicar a fondo con los jerarcas católicos del país, así como con los responsables de las universidades públicas para frenar el avance del antisemitismo; atrás de este fenómeno existen intereses políticos e ideológicos, internos y del exterior, que hay que combatir inteligentemente.

Las dificultades económicas, políticas y sociales que experimenta México, son un factor que puede alentar fuerzas ideológicas fundamentalistas. Estamos a tiempo de frenar estos brotes antijudíos que no provienen del alma de un pueblo noble como el de México; los elementos retrógrados de la Iglesia, la ultraderecha racista y los islamitas fundamentalistas que han sentado sus reales en el país, son los que alientan las conductas antijudías.

Los primeros pasos del antisemitismo son la verbalización de prejuicios y posteriormente actitudes violentas; manifestaciones aisladas de antisemitismo pueden encadenarse y crear con el tiempo una cultura estructurada que promueva la desaparición de los judíos: “borrarlos del mapa”; el antisemitismo genera, entre los que lo proclaman una propensión a la violencia y a la criminalidad.