Yehuda

ENTREVISTA CON YEHUDÁ AMIJAI Z”L, A RAÍZ DEL ENCUENTRO INTERNACIONAL DE POESÍA EN EL TEATRO DE LA CIUDAD

(septiembre, 1987)

BECKY RUBINSTEIN F.

Enlace Judío México | Yehudá Amijai (1924) nace en Würzburg, Alemania en 1924; en 1936 emigra a Palestina con su familia y se establece en Jerusalem. Participa en la Segunda Guerra Mundial en las filas de la Brigada Británica y en calidad de nuevo olé – de nuevo migrante- en la Guerra de Independencia de Israel; también, en la Campaña de Sinaí en 1956. Estudia en la Universidad Hebrea de Jerusalem, donde ejerce como Profesor de Instituto. Poeta, cuentista y novelista, por sus méritos literarios, recibe el Premio Israel. Amijai, influido por Rilke y Auden, ha influido, a la vez, en la poesía hebrea contemporánea.

Su obra poética se caracteriza por su frescura y por su estilo coloquial. En la distancia de dos esperanzas (1955), La hora de la misericordia (1983). También el puño fue una vez mano abierta y dedos (1989). Cuenta en su haber la novela Ni de aquí ni de ahora y varios volúmenes de cuentos, como En este terrible viento (1985).

Para Amijai todo conflicto fertiliza, no sólo en la relación padre-hijo, también en el terreno cultural. El poeta –afirma- que, de haber seguido los pasos de su padre, un judío ortodoxo, tal vez no se hubiera dedicado a las Letras. Los judíos –prosigue- de haber continuado su postura tradicional en la Diáspora, tal vez no hubieran concretado una de las revoluciones culturales más profunda de la historia del hombre: el retorno a la tierra de sus ancestros y la recuperación del lenguaje hebreo, no sólo para la liturgia, sino para la vida diaria. Para Amijai -eso afirma- el judío y lo judío son el resultado de un conflicto, de una dialéctica.

A la generación poética de Amijai le tocó en suerte heredar una lengua dúctil, maleable, enriquecida. No siempre fue así – comenta-. Los literatos, entre los cuales se encuentran Jaim Najman Bialik, soñaron y bregaron por una lengua hebrea diferente, capaz de retratar la nueva realidad, a partir de la Biblia. Incluso Bialik prometió bendecir a la primera prostituta que se expresara en la lengua de los profetas.

Para el poeta y novelista, el idioma hebreo en nada difiere a las demás lenguas. Sufre influencias externas procedentes, por ejemplo, de la cultura del Rock, de la computación, entre otros fenómenos de la modernidad, mismos que conforman un infinito mundo de posibilidades de expresión. Como si comprendiera –y con él los escritores de su generación y las consecuentes- que toda influencia externa enriquece; que todo pensamiento es lenguaje y que el lenguaje es dinámico, evoluciona a través de los años. Incluso la estructura del lenguaje cambia.

Dato curioso: el Estado Israel publica –proporcionalmente- más poesía que los Estados Unidos de Norteamérica. En la Mediná -de acuerdo a sus palabras- existe una profunda y antigua tradición poética influida o derivada de la Biblia. Hoy día, dicha tradición va de la mano de la modernidad con todo tipo de poesía: concreta, de vanguardia, mística, posmoderna… Existe un cabal influjo de la Literatura Universal en la Israelí; son muchos los poetas y escritores publicados en hebreo. En cuanto a escritores mexicanos, Amijai tradujo a Octavio Paz lo que el Premio Jerusalem 1977. Asimismo, tradujo –nos informa – a Borges, a Sábato, Lorca, a García Márquez, mas no se han agotado los autores ni las obras por traducir.

Para Amijai la poesía hebrea moderna se ha visto influida por los paytanim (poetas hebreos) de la Edad Media; de los poetas sefarditas como Shmuel ha-Naguid de la España islámica; incluso, se vale de formas clásicas, como cuartetas y sonetos. Haim Luzato, poeta hispano-hebreo – a ojos del creador- fue el primero en introducir el soneto antes de que se empleara en francés y español.

En cuanto a su visita a México –según afirma- se ha visto envuelto en una atmósfera festiva, de triunfo en el Teatro de la Ciudad, donde se ha llevado a cabo el Encuentro Internacional de Poesía. Percibió un público sensible a la poesía, libre de esnobismo, como se pensaría de una gran ciudad.

Para Yehuda Amijai, de existir un medidor que valorara la respuesta del público, su presentación en El Encuentro… de ninguna manera quedaría mal parada : sería tan gloriosa como un buen concierto de Rock.