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BECKY RUBINSTEIN F.

Enlace Judío México | El despertar de la poesía hebrea contemporánea está estrechamente ligado a la resurrección del hebreo como idioma hablado. Antes de su renacimiento, el idioma de la Biblia vivía en las páginas bíblicas.

La lengua hebrea, después de haber servido al pueblo de Israel por más de tres mil años, fue reemplazada por el arameo y el griego. Sin embargo, se extendió a las comunidades dispersas de Asia, África del Norte y Europa como idioma de liturgia, literario, epistolar, como en la ciencia y la filosofía. En otras palabras, perdió en el exilio su carácter práctico, su uso cotidiano.

Por ejemplo, se hablaba hebreo los sábados, en las fiestas religiosas. Empero, con la inmigración de judíos religiosos a la Palestina del siglo XIX, el estilo bíblico puro empezó a desazonar a sus hablantes, ansiosos por describir la vida judía contemporánea en su infinidad de matices: el vocabulario bíblico constaba aproximadamente de menos de 8,000 vocablos, acervo lingüístico, en ocasiones limitantes, o bien, anacrónicos. Judá Leib Gordón (1835-1892), preocupado por dicha situación, dijo en su momento: “Oh, quién puede predecir el futuro, quién puede hacerme saber, si no soy el último de aquellos que cantan a Sión, y ustedes los últimos capaces de leer mis cantos.” Mendele Moijer Sforim (1835-1917), por su parte, se atreve a escribir literatura – en su caso un cúmulo de cuentos- en la considerada Lengua Santa- mezcla libre del hebreo bíblico y de la Mishná con mixturas del arameo talmúdico.

Rajel (1890-1931) poeta originaria de Rusia e integrante de las primeras granjas colectiva o kibutzim de la otrora Palestina, es considerada la primera cantora de la Tierra de Israel “la primera en el corazón de sus compatriotas”, poseedora de una poesía fresca, prístina y de gran fuerza expresiva, quien, a la edad de 30 años, publica su poesía en hebreo, reflejo de sus inquietudes personales, de sus vivencias:

“No he arado, tampoco he sembrado/ ni por la lluvia imploré. / De pronto –Oh, mira- en vez de las zarzas, creció el cereal bañado de sol. ¿Acaso es un fruto que brotó en otra era trigo de goce, que entonces nació y guarda cuidadosa para el día de aprieto y ahora en secreto su paso se abrió?/ Florezcan, prosperen, si son un milagro”/

Por un lado – vislumbramos – a una Rajel para quien su poesía había surgido sin saber ella cómo, mas por otro lado, la consideraba resultado de la experiencia nacional en la tierra de sus ancestros. Rajel encontró una expresión vigorosa en la renaciente lengua hebrea, su instrumento poético, cobijada por las imágenes de la Biblia. Puede decirse, además, que Rajel no sólo escribió a la tierra, al trabajo y a su pueblo, también habló del destino del hombre que sufre, sobre la frustración, el amor, la enfermedad y el enfrentamiento personal con la muerte, temática universal de todos los tiempos.

En cuanto a la lengua hebrea, cabe mencionar a Ben Yehuda, escritor, autor del Diccionario y Tesoro de la Lengua Hebrea, quien, conjuntamente con varios eruditos en la materia, revivieron la lengua hebrea cotidiana, enriquecida con vocablos propios de la modernidad, de la ciencia y la tecnología, del arte, proeza que influyó, obviamente en el quehacer de escritores y poetas, de periodistas. El diario “El joven trabajador” es consecuencia de dicha encomiable revolución cultural.

Entre los poetas que cabe mencionar se encuentran , por ejemplo, Isaac Lamdán, de acuerdo a la crítica, el segundo gran poeta de la Mediná, autor de la epopeya Masada.