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CARLOS MALAMUD

Enlace Judío México | En septiembre de 2013 la revista mexicana Proceso publicaba una nota dando cuenta de la existencia en Chiapas de una pequeña comunidad de indígenas chamulas convertidos al islam. Una breve exposición de los hechos señala que en 1993 se establecieron en la región dos españoles originarios de Granada convertidos previamente al islam, y que en 1995 pretendieron contactar en la selva Lacandona con el subcomandante Marcos, el máximo dirigente de la rebelión zapatista iniciada el 1 de enero del año anterior.

Los dos granadinos eran Aureliano Pérez Yruela, conocido como el emir Mohammed Nafia, y Hayy Idriss, de nombre original Esteban López Moreno. Ambos se habían enrolado en el Movimiento Mundial Murabitún y aprovechaban su estancia en México para hacer proselitismo en favor de su causa. Tras el estallido zapatista, su principal objetivo fue enrolar a Marcos y al EZLN (Ejército Zapatista de Liberación Nacional) en la misma lucha que llevaban adelante otros tantos pueblos rebeldes del mundo, comenzando por los de Chechenia, Cachemira o Euzkal Herría.

Su exhortación al combate anticapitalista era muy clara y en su carta al subcomandante se podían leer cosas como las siguientes: “Ahí están vuestros aliados, los que os harán fuertes con su compañía, su apoyo práctico y su visión que ampliará la vuestra con un movimiento de hermandad que volverá a marcar un ejemplo para el mundo. El nuevo orden mundial diseñado por los banqueros separa y destruye a los pueblos, fortaleciendo y uniendo a los Estados bajo la coacción económica del sistema bancario mundial. La nueva alianza de los pueblos rebeldes del mundo unirá y engrandecerá a los pueblos desmantelando los Estados, eliminando las fronteras y destruyendo la tiranía del sistema bancario mundial.”

Acorralado por el ejército mexicano en lo más profundo de la selva Lacandona, Marcos no prestó demasiada atención a la misiva enviada por los representantes de Murabitún. Sin embargo, éstos en lugar de desanimarse y abandonar su empeño redentor optaron por predicar ante los indígenas convirtiendo a algunos de ellos hasta entonces vinculados a las múltiples sectas evangélicas allí presentes. El resto del proceso de formación y adoctrinamiento de los líderes comunitarios se hizo básicamente en España y Marruecos. Uno de los principales argumentos para convencer a los indígenas de las bondades de la nueva fe es que el islam más que una religión es una forma de vida y que ésta se adecua perfectamente a sus costumbres.

Al margen de la extravagancia de la noticia, recientemente reproducida por El Mundo, una de las cosas más llamativas de todo este hecho es la identidad española de sus impulsores. La cuestión, obviamente, se relaciona con el peso del idioma español en América Latina, inclusive en aquellas regiones donde la población indígena es dominante y se hablan masivamente las lenguas autóctonas.

En esta ocasión, como en otras similares, la lengua franca que permitió comunicar a unos con otros fue el español. Gracias a él se pudo trasladar el mensaje de Alá a los indígenas chamulas. Otro elemento que agrega una mayor dosis de interés a tan peculiar historia es el hecho de que Pérez Yruela y López Moreno, que incluyeron la lucha de Euzkal Herría entre la de los principales pueblos rebeldes del mundo, fueron acusados en Chiapas de pertenecer a ETA, la organización terrorista vasca.

En estos tiempos de fuerte cuestionamiento de la presencia española en América Latina y de insistencia en la pérdida de influencia de España en la región, habría que atender no sólo a los canales oficiales y oficiosos, sino también a los múltiples cauces que mantiene abiertos la sociedad civil, en sus distintas y a veces contradictorias manifestaciones. Si los caminos del señor son inescrutables, la forma en que se transmite la marca España también lo es.

Hay otro ejemplo similar que tampoco se debe desconocer, y es la participación de profesores e investigadores de la Universidad de Valencia junto a ciertos gobiernos latinoamericanos, especialmente los más vinculados al ALBA (Alianza bolivariana de los pueblos de nuestra América). El asesoramiento de algunos de ellos a presidentes populistas ha sido una constante de los últimos años. Bajo la dirección de Roberto Viciano Pastor y Rubén Martínez Dalmau, se han agrupado en torno a la Fundación CEPS (Centro de Estudios Políticos y Sociales).

La CEPS ha jugado un papel muy activo en todo el proceso de reformas constitucionales de corte bolivariano, desde su implicación en la redacción de la Constitución Venezolana de 2002. Su papel ha sido tan relevante que, como señala El Revolucionario, una publicación autodefinida como “nódulo materialista México“: “Venezuela y todo América valoran estas importantes colaboraciones de ilustres asesores políticos e ideológicos que vienen desde la Madre Patria”. Un verdadero canto a la marca España.

Fuente:infolatam.com