Rodica-Radian-Gordon

Enlace Judío México | Diez meses han pasado desde que el proyecto TEN–CADENA comenzó en Oaxaca (mis lectores podrán recordar mi artículo sobre la labor altruista de jóvenes israelíes y judíos publicado el 16/5/13). El último fin de semana tuve el gran gusto de visitarlos y ver el poder transformador que un proyecto en manos de voluntarios y apoyado por un hombre visionario, puede tener en una comunidad marginada.

Tikun Olám (“mejorar al mundo”) —un valor fundamental en el judaísmo, que mis lectores ya conocen— enfatiza la importancia del “factor humano” en moldear al futuro por medio de la responsabilidad individual y social. Dicho concepto ha sido adoptado por muchas ONG involucradas en proyectos altruistas que tienen como meta enfocarse en asuntos humanitarios, alcanzar una mayor justicia social (es decir, mejorar la vida de gente marginada o en pobreza extrema) o preservar el medio ambiente. TEN (“¡dé!”) es una ONG de esta categoría, que pertenece a la Agencia Judía Para Israel y promueve proyectos altruistas de empoderamiento en el seno de comunidades marginadas. Éstos están basados en la labor comunitaria realizada por jóvenes voluntarios en diferentes países, en colaboración con organizaciones e individuos locales. En México, TEN funciona a través de la colaboración con CADENA, que es el Comité de Ayuda a Desastres y Emergencias Nacionales de la Comunidad Judía de México. CADENA tiene por objetivo el apoyar a gente necesitada en situaciones de desastres naturales y/o de pobreza extrema.

El Proyecto TEN–CADENA se unió a don Raúl Navarro, el visionario dueño de la Finca cafetalera Independencia —ubicada en Pluma Hidalgo, Oaxaca— para lograr el empoderamiento de las comunidades en esta zona, que son de las más marginadas y afectadas por desastres naturales en la región. El proyecto, apoyado también por el DIF de Oaxaca, tendrá una duración de diez años, cambiando a los grupos de voluntarios cada tres meses. La palabra clave del proyecto es sustentabilidad: don Raúl visualiza una comunidad local la cual, durante estos diez años, adquiere las herramientas necesarias para una vida más digna e independiente.

En la Finca Independencia, los voluntarios viven en armonía con el entorno de la selva de la cafetalera, cultivando legumbres orgánicas, reciclando el agua, construyendo sus viviendas con materiales naturales usando métodos tradicionales zapotecas. Interactuando cotidianamente con la población local, enseñando también a los niños y a los padres una amplia gama de materias que van desde los principios básicos de la nutrición hasta el idioma inglés, poco a poco los locales empiezan a confiar en los voluntarios y a aprender cómo aplicar —ellos mismos— dichos métodos, que no necesitan recursos financieros, pero sí mejoran la calidad de vida y de salud.

Por su parte, don Raúl me contó sobre la confianza que tiene en que juntando este proyecto voluntario a largo plazo con el apoyo de las autoridades locales para crear una comunidad más unida, sí se puede transformar a esta comunidad: por ello, la comunidad —ante todo— tiene que utilizar las herramientas arriba mencionadas y organizarse para que el trabajo conjunto resulte más provechoso; además de diversificar luego sus cultivos para adquirir mayores ganancias de los productos que salgan a la venta.

Así, este proyecto, que empieza al nivel de la base pero también se basa en una noble visión, puede servir como un ejemplo idóneo de cómo crear una comunidad independiente y autosuficiente, guiada por metas comunes.

Embajadora de Israel en México.

Fuente:excelsior.com.mx