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JOSE IGNACIO RODRIGUEZ

Enlace Judío México | Va siendo hora de llamar a las cosas por su nombre, cuando nos referimos a la Capital de Israel. Cada vez que alguien -sea político, deportista o cantante- se refiere a Jerusalén como la Capital de Israel, se llenan los diferentes medios de comunicación de amenazas contra quienes lo dicen y contra el propio Estado judío. Todo parece indicar que se trata de una especie de norma internacional fruto sencillamente de la incultura o del antisemitismo, quién sabe.

Caminar por Jerusalén es sentir la historia a flor de piel, vivirla y revivirla, en la más emocionante actualidad de nuestros días. La historia de Israel y su Capital están más vivas que nunca. No se puede hablar de Israel sin hablar de Jerusalén y viceversa. El Kotel o Muro Occidental está hablando de la capitalidad de Jerusalén. No es un sentimiento exclusivamente judío; también lo es mayoritariamente cristiano. Todo visitante de Jerusalén se da cuenta de su estatus como capital histórica, política y espiritual de Israel.

El que fuera candidato a la presidencia de Estados Unidos, el Señor Mitt Romney, supo tocar la fibra sensible de los judíos norteamericanos al decir en público que Jerusalén es la Capital de Israel. Ningún político norteamericano, ni el señor Barack Obama tampoco, se han atrevido a mencionar explícitamente a Jerusalén como la Capital Eterna de Israel.

No se puede entender con la racionalidad que dice tener la ‘Comunidad Internacional’ que se niegue a reconocer a Jerusalén como la Capital de Israel. Las embajadas de los diferentes países están fuera de Jerusalén, en Tel-Aviv, en una posición de agresivo rechazo a reconocer la capitalidad de Jerusalén.

Los Estados Unidos de América ha sido el primero en romper, teóricamente al menos, tan injustificada oposición a la capitalidad de Jerusalén. Un abismo de indecisión planea en la última ronda de conversaciones entre Israel, Estados Unidos y los palestinos, que exigen una parte de Jerusalén como capital de un hipotético estado palestino.

La embajada norteamericana ya debería estar hace mucho tiempo en Jerusalén. Aquellos que se llaman amigos de Israel deben ser ejemplos claros de amistad y trasladar sus embajadas a Jerusalén inmediatamente, Estados Unidos a la cabeza.

España, como ‘amigo’ de Israel -y todo parece indicar ‘socio comercial’ en esta etapa política con un gobierno de corte conservador-, debe ser ejemplo de racionalidad y establecer su embajada en Jerusalén. Mucho cambiaría, también, si Latinoamérica hiciera lo mismo.

Una frase que puede verse en muchas camisetas impresas es aquella que dice: ‘No te preocupes, América; Israel está contigo’. La fortaleza de América no está en su capacidad económica, militar o científica. El liderazgo internacional, que ostenta Estados Unidos, está basado en su apoyo explícito a Israel. Mientras los Estados Unidos de América continúen con una política de apoyo a Israel, su liderazgo estará asegurado. Lo propio aplica para el resto de países del mundo, no lo dude.

Fuente:elojodigital.com