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JACINTO ANTÓN

Enlace Judío México | Bajo el elocuente título de MontSSerrat se estrena mañana en la sala Atrium de Barcelona una insólita comedia teatral que tiene como punto central la histórica visita del jefe de las SS Heinrich Himmler a la abadía de Montserrat el 23 de octubre de 1940. El Reichsführer se encontraba en España para preparar el encuentro entre Hitler y Franco en Hendaya pero hizo una escapadita a Cataluña a fin de ver si daba en la montaña sagrada de los catalanes con el Grial, una de sus lunáticas obsesiones. MontSSerrat nació de las ganas del actor Carles Bigorra de hacer un monólogo y del interés del director Marc Chornet en esta parte concreta de la historia de Cataluña. El guante lo recogió la dramaturga Beth Escudé, autora de esta curiosa pieza que califica de “comitragedia” y “drama melancómico” y en la que el protagonista es el monje que hizo de cicerone de Himmler, en la realidad Andreu Ripoll, el único de la congregación que hablaba alemán, pero transmutado aquí, en la ficción, en el padre Montiel.

La obra se estructura como un biopic del monje con un flashback en el que ya mayor recuerda aquella visita que le marcó la vida. “Parece una historia de Indiana Jones”, reflexiona Chornet, que defiende lo saludable de la comicidad para hablar de temas como la simbología nacional que rodea la iconografía montserratina, la Guerra Civil y la posguerra. “Está bien relativizar y en el espectáculo además nos enfrentamos al texto con las herramientas interpretativas del teatro popular, la Comedia del Arte, Darío Fo o Albert Vidal, técnicas que Carles domina”. El actor interpreta a todos los personajes que aparecen en la pieza, incluidos Himmler y Franco, apoyado por unas proyecciones en las que aparece él mismo, lo que le permite desdoblarse. Como mecanismo dramatúrgico, Beth Escudé se ha inventado una enfermedad, “empatitis múltiple”, que provoca que el protagonista se transforme camaleónicamente en contacto con otras personas, a lo Zelig. El director matiza que el ejercicio de fregolismo de Bigorra es muy sutil y para nada histriónico. De trasfondo serio, la búsqueda de la verdad de la que es símbolo imperecedero el Grial, cuyo misterio de alguna manera, apunta Chornet, resuelve la pieza.

Chornet destaca que todo lo que explica MontSSerrat es verdad aunque con diálogos de ficción. “La pieza es un barrido de la vida de Ripoll y al tiempo, a través de él, un recorrido por la historia de Cataluña, que incluye una visión de los movimientos obreros de la Cataluña de los sesenta, por ejemplo, o de la vida en la abadía”. De hecho, el flashback del monje se desencadena por la entrevista que le hace un monaguillo para un trabajo escolar. Prácticamente la mitad de la obra se desarrolla durante los años cuarenta.

Fuente:elpais.com