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DAVID HOFFS*

Enlace Judío México | Darse vuelta prohibida en “u” es un ejercicio de reducción de tiempos pero en ocasiones también reduce-bolsillos. En veinte salarios mínimos me salió la maniobra (más el “uy mi joven” del policía). El salario mínimo provoca pasiones, discusiones y en mi caso gastos inesperados.

Recientemente el Jefe de Gobierno llamó al debate para solucionar la principal “deformación económica de México que son los bajos salarios.” Aunque es verdad que $65.53 pesos al día (poco más de $1,700 al mes) es un salario raquítico que implica además que aquel que lo gana estaría por debajo de la línea de bienestar ($2,535 pesos al mes o el mínimo para cubrir las necesidades básicas), la realidad es que en México el salario mínimo no representa lo que su nombre marca y más bien es un indicador económico. Aunque los salarios mexicanos pueden percibirse como bajos, esto no es consecuencia del salario mínimo (todas las mañanas que suena el despertador y que me tengo que salir del tamal de las cobijas también siento que gano muy poco) y las reglas económicas pueden explicarlo.

En un libre mercado laboral, la demanda (aquellos que contratan) y la oferta (aquellos que ofrecen trabajar) debieran definir un salario de equilibrio el cual minimizaría el desempleo y las vacantes. El problema está en que dicho valor de equilibrio puede ubicar a la gente por debajo o por encima de la línea de la pobreza. Por ello cobra valor la discusión acerca de si establecer o no un salario mínimo para garantizar que el ingreso de una persona sea siempre digno. El asunto está en que fijar un salario mínimo superior al del equilibrio hace que haya más personas dispuestas a trabajar que dispuestas a contratar (si a todos nos ofrecieran millones al día quién no buscaría trabajo) produciendo desempleo. Por dar un ingreso digno a algunos se les niega el ingreso a otros (quizás estos hubieran preferido el ingreso no tan digno a nada).

Otros argumentan que lo deseable es fijar el salario mínimo por debajo del equilibrio para erradicar el desempleo. Esto tampoco funciona, pues habría muchos dispuestos a contratar y pocos a trabajar, por lo que los que contratan terminarían ofreciendo más con tal de encontrar quien trabaje y el salario mínimo pierde relevancia. Este último es el caso de México, siendo pocos los que ganan el salario mínimo. Por ejemplo, un albañil gana en promedio $26-$27 pesos la hora, es decir, tres veces el salario mínimo (parecido a una empleada doméstica).

Lo curioso es que el salario mínimo en México no ha perdido relevancia y por el contrario, además de herramienta política se ha convertido en un índice de precios. Existen cosas como la vivienda que están altamente correlacionadas (o inclusive indizadas) al salario mínimo por lo que incrementarlo, lejos de subir los sueldos solo generaría inflación, y de hacerse exageradamente, más desempleo. Nadie niega que mayores salarios serían mejores, pero para subirlos lo que se necesita son más empleos y más productividad de los empleados lo cual solo se logra con educación. Si las empresas necesitan contratar más y la gente genera más valor por su tiempo, los sueldos promedios poco a poco subirán, mejorando la calidad de vida de las personas.

No sé si suban al mínimo (pero “mínimo” que bajen los impuestos)…

*Ingeniero Industrial y Maestro en Administración y Finanzas.
Profesor en el TEC de Monterrey y asesor financiero para el sector público y privado.
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Fuente:capitaldemexico.com.mx