ENTREVISTA

SAMUEL SCHMIDT PARA ENLACE JUDÍO MÉXICO

Henry Ford sostuvo que sus obreros debían tener la capacidad de comprar los autos que producían. Lo que tenía mucho sentido, si la fuerza de trabajo tiene poder adquisitivo las empresas tienen un incentivo para invertir y crecer, pero si esa clase obrera se precariza, las posibilidades de crecimiento económico se anulan, no solamente porque no hay un mercado de consumo que reclame productos, sino porque las nuevas inversiones no tienen sentido.

Los neoliberales asumieron la propuesta de que las posibilidades de crecimiento residían en el mercado externo, en las exportaciones. Esta fórmula puede ser correcta para economías desarrolladas cuyos excedentes deben encontrar un canal de salida, o que podían incrementar los excedentes colocándolos en otros mercados. Para una economía como la mexicana, que depende del exterior para mejorar su tecnología, que no produce productos suficientes para satisfacer su mercado interno, cuyos inversionistas son timoratos y no asumen riesgos a menos que cuenten con protección gubernamental, la propuesta puede ser adversa, como en realidad lo fue.

México lleva mucho tiempo exportando materias primas e importando productos manufacturados, frecuentemente esas mismas materias primas que se procesan en el exterior. Así el petróleo mexicano se refinaba en el exterior y se importaban las gasolinas, mientras que los productos secundarios se quedaban en los países refinadores. Una de las paradojas fue el henequén que de producirse solamente en México pasó a estar controlado en Nueva York y sucumbió cuando se produjeron fibras sintéticas a partir del petróleo.

Es muy posible que los neoliberales hayan caído en el espejismo de la industria maquiladora y sus exportaciones, o tal vez no quisieron leer que se exportaban productos que fueron ensamblados en México y lo único que se agregaba a su valor eran los salarios, que por cierto, eran muy bajos, casi guardando una proporción de uno a diez respecto a lo que se paga en Estados Unidos.

El componente programático fue firmar tratados de libre comercio, aunque los resultados que presentaban, daban cuenta de una industria de transformación casi liquidada. Eso sí, al igual que sus antecesores los proteccionistas, confiaban que la inversión extranjera llegaría a salvar a la economía; la inversión llegó, pero para especular en la bolsa de valores, así México entró al grupo de países que se veían arrasados por capitales golondrinos que generaban tremendas presiones monetarias, que los países deben pagar. Y hasta hace muy poco tiempo México fue deficitario en TODOS sus tratados de libre comercio, y hay que revisar muy bien en que ramas económicas se tiene superávit. Pero es indudable que esta estrategia no ha generado mejoría en la calidad de vida para los mexicanos en general, aunque ha exacerbado la concentración de la riqueza en manos de menos de 30 familias y la concentración de la pobreza en el 60% de la población.

El paquete neoliberal lleva a los políticos a preocuparse por el déficit fiscal, la inflación y la estabilidad monetaria, aunque la estructura económica sufra desajustes severos. Entre los que más han golpeado a México y con trazas de quedarse por varias décadas, se encuentran: alto desempleo, fuga de capital, expulsión de población, ampliación de la pobreza en cantidad y calidad, destrucción de la infraestructura económica.

Como la estrategia se propone conquistar el mercado exterior, las empresas, en su mayor parte maquiladoras, no requieren crear procesos intensivos de trabajo y éstas son el principal empleador; es así que en 7 años se crearon 5 millones de empleos, quedando un déficit superior a los 2 millones para atender el crecimiento vegetativos, a esto hay que agregarle el déficit de empleo que se viene arrastrando.

Pero el mercado exterior también requiere competencia y una de ellas se determina en los precios, por eso, esos cinco millones de empleos alcanzan percepciones menores a 3 mini salarios. Así encontramos la paradoja de tener gente empleada de tiempo completo que se encuentra bajo la línea de pobreza, y en ocasiones aunque haya más de un ingreso familiar, no se puede salir de la pobreza.

Como la inflación no se reduce, los ingresos de la población se contrajeron 2% en 12 meses, pero esto tampoco es nuevo, porque después que el salario alcanzó un pico elevado en 1975, desde entonces se ha registrado una caída constante. Nos falta solamente un año para cumplir 40 años de economía familiar que se deteriora. El mexicano promedio actual vive mucho peor que sus abuelos, lo que sin duda contradice la posibilidad de progreso, porque una generación debe vivir mejor que la anterior.

Si Ford hubiera hecho sus autos en México se daría cuenta que los obreros son incapaces de comprarlos, tampoco ganan lo suficiente para incentivar a la economía para que muchos otros puedan hacerlo.

Así, la economía mexicana camina como el cangrejo, hacia atrás.