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LEÓN OPALÍN PARA ENLACE JUDÍO MÉXICO

Después de siete meses de que el ex presidente de Ucrania, Victor Yanukovich, rechazara firmar un acuerdo de asociación con la Unión Europea (UE) y se iniciara un conflicto bélico entre Ucrania y los separistas pro rusos de Crimea y del Este y Sudeste de ese país, el pasado 27 de junio el actual presidente de Ucrania, el rico empresario pro occidental, Petro Poroshenko, firmó el acuerdo que establece un área de libre comercio entre ambas partes durante un periodo máximo de 10 años. El acuerdo comercial sustituirá a las ventajas provisionales concedidas por la UE a Ucrania el 23 de abril pasado. Previamente, el 11 de marzo, la UE para apoyar a Ucrania, había signado con esta los capítulos correspondientes al diálogo político y la cooperación con el gobierno interino.

El acuerdo ofrecerá a Ucrania un marco para la modernización de su economía a fin de hacerla más competitiva, lo que significará que tendrá que armonizar sus leyes, normas y reglamentos de sus sectores claves a las normas comunitarias. Ucrania precisará realizar cambios graduales, empero, profundos, en su estructura económica e institucional de conformidad con las regulaciones prevalecientes en la UE; en este sentido, el presidente Poroshenko consignó que la adaptación de las leyes, normas y estándares de Ucrania al ámbito de la UE, “será un trabajo difícil”.

Las reformas económicas, judiciales y financieras que tendrá que implementar Ucrania con el fin de que sus políticas converjan con las de la UE, eventualmente le darán la posibilidad de ser aceptada como miembro de esta última. La UE acordó proporcionar a Ucrania apoyo político y financiero y acceso preferente a sus mercados. El acuerdo de asociación que establece la unión política entre la UE y Ucrania incluye la igualdad de derechos de los trabajadores. Asimismo, compromete a ambas partes a promover una convergencia gradual hacia las políticas de la Agencia Europea de Defensa y de Seguridad de la UE. La UE quiere asegurarse que sus importaciones de gas natural de Ucrania no se vean amenazados por la inestabilidad que vive la región.

Para que la zona de libre comercio se materialice, cada una de las partes involucradas en el acuerdo se comprometen a reducir o eliminar los aranceles; igualmente no estará permitido a las partes mantener o establecer subsidios a la exportación u otras medidas equivalentes a los productos agropecuarios, paralelamente tendrán que coordinar sus posiciones en el comercio internacional y en las organizaciones regulatorias como la Organización Mundial del Comercio.

Estimaciones de la UE consideran que la aplicación del acuerdo significará un incremento de 1,200 millones de euros anuales para Ucrania; sus exportaciones a la UE se elevarán en mil millones de dólares adicionales por año; los sectores más beneficiados para Ucrania serán el de ropa y textiles, alimentos y metales no ferrosos; por lo demás se espera un mayor flujo de inversiones de la UE a Ucrania. Rusia teme, entre otros efectos negativos, que el acuerdo pueda convertir a Ucrania en un puente para que diferentes mercancías de la UE se re exporten a Rusia en detrimento de su producción nacional.

En el contexto del acuerdo, con sus bondades inherentes, el futuro de Ucrania es incierto ante el expansionismo de Rusia que no se resignará fácilmente a perder influencia política y económica en la región. La escalada militar será difícil de detener en el corto plazo; los militares ucranianos ejercen una severa represión contra la insurgencia separista que alimentada por las armas de Rusia no cede en sus pretensiones de independizarse de Ucrania. La situación prevaleciente en la región es cada vez más peligrosa y trae reminiscencias de la Guerra Fría; por otra parte las medidas de austeridad impuestas por el Fondo Monetario Internacional en su programa de apoyo a Ucrania, hacen más difícil el entorno social y político de esa nación.

Para Vladimir Putin, la reciente declaración de alto al fuego por parte del gobierno de Ucrania sin una negociación con los separistas “fue insuficiente para resolver la situación de largo plazo. Asimismo, Putin denuncia como chantaje las sanciones impuestas y amenazas de sanciones adicionales a Rusia por Occidente por su involucramiento en el conflicto de Ucrania. El jefe del Kremlin ha señalado que Rusia no dejará de defender los derechos de los rusos en otros países, obviamente de los que viven en Ucrania (20.0% de la población total) y empleará todos los medios disponibles para este propósito y “el derecho a la defensa propia previsto en el derecho internacional”, obviamente referido al uso de las armas. Por su parte, Poroshenko no va a quedarse con los brazos cruzados ante las aspiraciones independentistas de los insurgentes rusofonos de Ucrania. Así, no es una posibilidad remota que Ucrania se involucre en una verdadera guerra civil y Rusia pretenda anexarse otros territorios, entonces EUA, la UE y la OTAN podrían intervenir en el Báltico.