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MARCOS PECKEL

Estalla otra ronda de violencia entre Israel y Hamás y se desata el consabido circo mediático que siempre la acompaña. Decía el gran poeta alemán Wolfang von Goethe: “lo más difícil de ver, es lo que tienes frente a los ojos”, aplicable como nunca a lo que ocurre en Gaza.

Analistas y columnistas de todos los pelambres se precipitan raudos a la arena del circo a ejecutar su número, en medio del ruido y las luces de la gran carpa que ensordecen y encandelillan, a punto tal que la simple realidad que “tienen frente a sus ojos” no la pueden o quieren ver. Estos últimos por las anteojeras ideológicas que portan con petulancia.

Lo que ocurre en Gaza es simple. Hamás es una organización terrorista que no tiene una agenda política para el conflicto palestino-israelí y lo único que pretende es la aniquilación del Estado Judío. Basta leer su carta fundacional: “Israel existirá hasta que el Islam lo destruya”. Claro que es más conveniente dejarse llevar por los instintos que leer un mamotreto.

Como las bacterias que crecen y prosperan sólo en el fango, Hamás busca vigencia con los enfrentamientos con Israel. Utiliza a las víctimas palestinas como propaganda, que goza de la caja de resonancia de la doble moral de organizaciones, estados e individuos para quienes 12 mil niños asesinados en Siria o centenares de niñas secuestradas en Nigeria no les mueven ni una aguja.

Hamás comenzó la presente ronda de violencia atacando a Israel con cohetes. Lo mismo había hecho en 2008 y en 2012. Israel solo actúa en defensa propia. Hamás en clara violación al Derecho Internacional Humanitario ubica sus baterías de cohetes en zonas pobladas, casas de habitación, mezquitas, escuelas y hospitales.

Los cohetes en poder de Hamás no son “caseritos”, sino sofisticados misiles iraníes y sirios que pueden alcanzar la totalidad del territorio israelí. Hamás ha dedicado los recursos que tiene a construir una verdadera infraestructura bélica con túneles y búnkeres donde esconde su arsenal. No ha construido ni un solo refugio para la población de Gaza.

El único objetivo de Hamás es matar civiles, por eso lanza sus cohetes a ciudades y poblaciones. Sólo basta que uno de sus cohetes haga impacto para que cause una verdadera tragedia. Los cohetes son una evolución macabra de los adolescentes suicidas que envió Hamás a Israel entre 2000 y 2005 a inmolarse causando más de mil víctimas mortales en restaurantes, discotecas, universidades y buses urbanos.

Para Israel estos enfrentamientos son una catástrofe. Los evita hasta donde puede. La muerte de civiles palestinos le duele a Israel, independiente del cacofónico concierto de condenas sesgadas que le toca enfrentar en la “comunidad internacional”.

Israel no tiene ninguna pretensión territorial sobre Gaza, territorio en poder de Hamás desde 2007 cuando expulsó a la Autoridad Palestina. Aspira únicamente a que no siga sirviendo de plataforma de ataques contra su población. Hamás ha sido una verdadera calamidad para la causa palestina. Cada cohete que lanza aleja más la posibilidad que los palestinos accedan a su Estado. Hamás es una pesadilla para la población de Gaza a la que somete a guerras que únicamente le sirven a la organización islamista para mantener su vigencia.

Lo único que se necesita para que la actual confrontación concluya es que Hamás cese sus ataques a Israel, pero pereciera no querer hacerlo hasta que obtenga un logro tangible: matar civiles israelíes, lo cual ha sido evitado por la “Cúpula de Hierro”. Gaza es sencillo, basta sólo querer verlo.

Fuente:elpais.com.co