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SAMUEL SCHMIDT PARA ENLACE JUDÍO

¿Huntington tenía o no razón cuando habló de un choque de civilizaciones? Para los que se oponen a todo lo que venga de Estados Unidos fue prejuicio, para los que ven el avance de las fuerzas islámicas fundamentalistas, fue una llamada de atención que no hay que tomar a la ligera.

El llamado a la guerra santa es serio, desde que Osama bin Laden reinterpretó el Corán para justificar la matanza de grandes grupos, incluido el asesinato de mujeres y niños, estos grupos han santificado asesinatos como el 11S, 11M y aterrorizan al mundo.

El problema del llamado a la guerra santa del islamismo extremista es que es creíble. Ni el Papa ni el gran Rabino de Israel se atreverían a ordenar una guerra santa contra los creyentes de otras religiones, y si lo llegaran a hacer seguramente los tildarían de locos.

Aun los extremistas en ambas religiones, se escandalizarían si sus hijos fueran indoctrinados para morir en nombre de la guerra santa y la eliminación de los infieles.

La violencia religiosa tiene una larga historia, la lucha por imponer verdades ha dejado una larga estela de sangre y destrucción; aunque esas expresiones violentas se han logrado superar, los católicos no han condenado a la Inquisición y quedan quienes siguen acusando a los judíos de deicidio; extremistas judíos se niegan a aceptar un estado palestino, aunque han sido neutralizados por el Estado; pero el islamismo radical se ha apoderado de los estados, para desde ahí lanzar su agresión a los que creen de otra manera. Es utópico pensar que los extremistas islámicos se neutralizarán porque algunas religiones se alejaron de la violencia, es erróneo considerar que al lograr sus metas políticas sigan un proceso de institucionalización occidentalizado.

El islamismo radical (Yihadismo) está creciendo. Su misión es conquistar el mundo para imponer su visión de la moral, cancelar los derechos de mujeres, eliminar a gente con distintas preferencias sexuales, lo que le costó siglos conquistar al mundo occidental será destruido con un golpe de cimitarra a la cabeza, lo que no es metáfora, basta ver cómo muestran con orgullo las cabezas de sus víctimas.

Constantemente nos dan muestra de a lo que están dispuestos. En primer lugar, la limpieza étnica, donde dominan estos grupos, han seguido las enseñanzas nazis, primero han limpiado la presencia de judíos y cristianos, se apoderan de sus bienes, y los que no se van, son eliminados. Boko Haram secuestró, violó y asesinó a cientos de niñas cristianas, ISIS ha limpiado de cristianos Mosul. Y los talibanes destruyeron estatuas budistas de más de un milenio.

Como muestra Eduardo Martín de Pozuelo, la Yihad trata de construir un califato universal, actúa bajo distintas denominaciones; Al Qaeda en el Magreb que incluye partes de Marruecos, Algeria, Mali, Nigeria, Libia, Chad, Egipto, Sudán y Yemen; Ansar al Sharia en Túnez y Libia, EIIS (Estado islámico) en Siria e Irak; Talibanes en Afganistán y Paquistán; Al Shahab en Kenia y Somalia; Abu Sayyaf en Filipinas, Yamaa Yslamiya en Malasia y Hamas en Gaza. Los conflictos en los que intervienen han producido casi 700,000 muertos y como en el caso de Boko Haram cuentan con impunidad total. Usan el secuestro y el terror para conseguir fondos y lograr grandes fortunas por medio de la extorsión a gobiernos europeos y la ayuda internacional humanitaria, con la que Hamas construyó los túneles del terror. También se han apoderado de grandes cantidades de armas abandonadas por los ejércitos nacionales, como en Irak y Siria.

Lo que no lograron construir los grupos terroristas de izquierda en los 70s, lo han alcanzado los terroristas islámicos. En parte porque fomentan una cultura de la muerte que produce personas bomba y auto inmolaciones a cambio de alcanzar la mayor destrucción posible de infieles. Esto produce una guerra nueva y no convencional.

Hay quien interpreta que hay tres frentes para frenar a ese islamismo: Siria, lo que explicaría que se tolere la masacre de Assad; Egipto, lo que explicaría la tolerancia al golpe de Estado que desplazó a Morsi; y la tolerancia a la campaña de Israel para destruir la infraestructura de Hamas, aunque aquí la pseudo izquierda condena buscando efecto político.

Ciertas voces en el mundo se enfilan contra Israel. Continúan la construcción ideológica del deicidio, el crimen ritual y ahora suman el asesinato de niños palestinos; en el pasado ahí donde no había judíos se les acusaba de crimen ritual, ahora un misil de Hamas destruye una escuela y se le carga a Israel. Este falso humanismo (bobalicón y frívolo lo llama Sanguinetti), esta moralina selectiva, este discurso pro niños no se alarga a las atrocidades que se cometen en el mundo. El silencio cómplice con las limpiezas étnicas despierta solamente contra Israel. Razonar con esas voces es predicar en el desierto, aunque hay que desenmascararlas.