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ISIS, el grupo militante islámico anteriormente conocido como Al-Qaeda en Irak y recientemente identificado como el Estado Islámico es motivo de terribles pesadillas. Son despiadados, fanáticos, asesinos. Su misión es liquidar a todos los que poseen una religión o sistema de creencias e imponer la ley de Shari’a. Las ejecuciones en masa, decapitaciones e incluso crucifixiones son filmadas y ostentadas orgullosamente ante el mundo entero. Este es el nuevo rostro del mal.

¿Quién ayudó a estos psicópatas a subir al poder? ¿Quién los arma, financia y entrena? ¿Por qué?

Este historia tiene mayor sentido si la comenzamos desde el medio, así que empecemos con el derrocamiento de Gaddafi en 2011.

La revolución en Libia fue la primera intervención de Obama en el exterior, presentada como la extensión de la Primavera Árabe. La participación de la OTAN fue enmarcada en términos humanitarios.

El hecho de que la CIA ayudó a los rebeldes libios a derrocar a Gaddafi no es un secreto, tampoco los ataques aéreos que Obama ordenó contra el gobierno libio. Sin embargo, se habla poco de la identidad o ideología de estos rebeldes libios.

Estos militantes jidahistas de Irak formaban parte de Al-Qaeda en Irak. Recuerde, Al-Qaeda en Irak es ISIS antes de recibir otro nombre.

Con la ayuda de EE.UU. y la inteligencia de la OTAN, los rebeldes en Libia capturaron y ejecutaron a Gadadafi. Para todos aquellos que creen que estos rebeldes son luchadores de la libertad con el fin de establecer una democracia en Libia, este es el principio del fin de sus ilusiones.

Antes de la intervención de EE.UU. y la OTAN, Libia tenía el más alto nivel de vida en África. Sin embargo, tras el derrocamiento, el país entró en caos con extremismo y violencia exuberantes. Actualmente Libia es un fracaso.

Cuando Gaddafi fue derrocado, los arsenales de armas fueron saqueados y enviados a Siria por los rebeldes a través de Turquía, aliado de la OTAN. Times of London informó sobre el envío el 14 de septiembre de 2012, sólo tres días después de que el Embajador Chris Stevens fue ejecutado en un ataque contra la embajada de EE.UU. en Benghazi. Stevens era el vínculo entre el gobierno americano y los rebeldes en Libia desde 2011.

Casi dos años después, en abril de 2014, el periodista Seymour Hersh publicó un artículo que revela un acuerdo secreto entre la CIA, Turquía y los rebeldes de Siria para crear una red encubierta y trasladar armas y municiones desde Libia a Siria a través de Turquía y el financiamiento de Arabia Saudita, Qatar y Turquía.

Tras la muerte de Stevens, supuestamente EE.UU. no estaría involucrado en el envío de armas y Washington seguiría afirmando que no había enviado armas pesadas a Siria.

Los militantes jidahistas de Libia se trasladaron a Siria, incluyendo comandantes con experiencia en batallas.

Los Estados Unidos y sus aliados estaban decididos a derrocar al gobierno de Assad. En Libia, el cambio de régimen estaría enmarcado por términos de derechos humanos a fin de recibir apoyo del exterior. La creciente presencia jidahista fue ocultada y encubierta.

Conforme los rebeldes ganaron fuerza, los reportes de crímenes de guerra y atrocidades comenzaron a crear problemas diplomáticos a Washington. Entonces EE.UU. declaró que sólo apoyaba a las fuerzas rebeldes ¨moderadas¨, aunque esta distinción no está anclada en la realidad.

En abril de 2014, Jamal Maarouf, comandante del Ejercito Libre Sirio admitió que sus combatientes cooperan con Al-Nusra, la división oficial de Al-Qaeda en Siria.

¿Rebeldes moderados? En 2012 Reuters reportó que el comando del Ejercito Libre Sirio estaba dominado por extremistas islámicos y el New York Times informó que la mayoría de las armas enviadas por Washington a Siria caían en manos de los jihadistas. El gobierno sabía esto durante dos años sin hacer nada.

En junio de 2014, Al-Nusra se mezcló con el ISIS en la frontera entre Iraq y Siria.

Entonces sabemos que el Ejercito Libre Sirio colabora con Al-Nusra y éste último trabaja con el ISIS. EE.UU. ha enviado armas al Ejercito Libre Sirio sabiendo que éstas son utilizadas por los extremistas.

Al invadir Irak en 2003, EE.UU. creó terreno fértil para que los extremistas actúen. El derrocamiento y la ejecución de Saddam Hussein dio lugar a un vacío de poder para Al-Qaeda en Irak, denominado ISIS. Asimismo, los esfuerzos de EE.UU. por derribar a Assad a través del suministro de armas, financiamiento y entrenamiento de los grupos militantes en Siria permitieron que ISIS irrumpiera en Irak en junio de 2014.

Como quiera que sea, ISIS es el producto de la torcida y decrépita política exterior del gobierno americano.

Todo esto puede parecer contradictorio cuando arrecian los tambores de guerra y se extienden los ataques aéreos contra ISIS. ¿Por qué EE.UU. ayuda a una organización terrorista para luego atacarla?

¿Por qué en 1963 la CIA puso a Saddam Hussein en el poder? ¿Por qué el gobierno americano lo apoyó en 1980 en la guerra contra Irán, a pesar de saber que éste utiliza armas químicas? ¿Por qué EE.UU. financió y armó a los extremistas islámicos en Afganistán contra los soviéticos?

Este es un patrón, una verdadera estrategia geopolítica.

El primer paso de esta estrategia es fortalecer a un dictador o a un grupo extremista para lidiar guerras de poder contra opositores. Los crímenes cometidos son ocultados debajo de la alfombra.

Cuando estos personajes dejan de ser útiles, se saca la ¨mugre¨ por debajo de la alfombra y se les persigue incesantemente. Esto funciona de manera óptima cuando el público no tiene idea de cómo los malos subieron al poder.

Finalmente, cuando la opinión pública prácticamente suplica algo al gobierno, éste sugiere una respuesta que requiere intervención militar y/o la pérdida de ciertas libertades.

ISIS es sumamente útil. Ellos han hecho la labor al debilitar a Assad. En 2014, mientras que los medios de comunicación se han enfocado en lo sucedido en Ucrania y Rusia (y en la guerra en Gaza), el ISIS avanzó en Siria y en agosto llegaron a controlar el 35 por ciento del país.

La presencia de ISIS en Siria es un pretexto para que EE.UU. intervenga en Siria. Por lo tanto, tarde o temprano los americanos extenderán sus ataques aéreos contra el patio de Assad y cuando esto suceda, ISIS y el gobierno de Siria serán atacados. Mientras, Washington permitirá que ISIS siga avanzando en Siria.

El gobierno de Obama ha insistido que no habrá una operación terrestre, aunque cualquier experto en tácticas militares sabe que la organización terrorista no puede vencerse a través de ataques aéreos únicamente. En respuesta, ISIS se dispersará y ocultará sus fuerzas. ISIS no es un estado que puede destruirse atacando sus edificios de gobierno e infraestructura. Estas son guerrillas que se cortan los dientes en la guerra urbana.

Actualmente, Assad es el último baluarte de estabilidad en la región. Es la última oportunidad que se tiene para instituir un gobierno moderado no sectorial y la única esperanza de algo remotamente parecido a una democracia en un futuro previsible. Si Assad es derribado, los extremistas islámicos tomarán control, impondrán la ley de shari’a y harán todo lo que está en su poder para diseminar su ideología lo más lejos y extensamente posible.

Si el mundo realmente desea detener a ISIS, hay sólo una manera de hacerlo:

  1. El gobierno estadounidense y sus aliados deben de cortar su apoyo a las fuerzas de oposición que intentan derribar a Assad. Aunque se piense que estos rebeldes con armas y fondos de EE.UU. son moderados (no lo son), el hecho de que obliguen a Assad a pelear una guerra de varios frentes fortalece a ISIS.

  2. El gobierno de Siria debe de recibir apoyo financiero, equipo, entrenamiento e inteligencia para vencer a ISIS.

    Este apoyo no vendrá de EE.UU. ni de cualquier miembro de la OTAN obviamente, pero hay otros países que tienen que estratégicamente, desean evitar otro cambio de régimen que conduzca a resultados caóticos. Si estas naciones reaccionan inmediatamente, pueden prevenir la intervención americana. Siempre y cuando este apoyo no incluya la presencia de tropas extranjeras, esto reducirá las probabilidades de una confrontación de gran escala.

  3. El gobierno de EE.UU. y sus aliados deben ser condenados enérgicamente por el fracaso de sus políticas dirigidas a cambios de régimen y las personas responsables de estas decisiones deben de ser acusadas de crímenes de guerra. Aunque los criminales no sean detenidos, esto transmitiría un mensaje.

Fuente: SCG News.