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AGENCIA DE NOTICIAS ENLACE JUDÍO MÉXICO

La escritora judeo-mexicana, Becky Rubinstein, publicó recientemente dos poemarios: Secrecía de cocina y alcoba y Las que usan sombrero. El primer poemario fue publicado por Tintanueva Ediciones, misma que convoca el Premio de Poesía Tintanueva, que premió a la autora en 2006 con el VIII Premio Nacional de Poesía Tintanueva por Toro aciago. Las que usan sombrero fue publicado por la editorial española Torremozas, gracias a la invitación de Luzmaría Jiménez Alfaro.

Secrecía de cocina y alcoba juega con la palabra secreto: secreto en casa, secreto de confesión, secretario, secreter. Aparece Mnemósine, la diosa de la memoria, la que pierde sus más preciosos recuerdos para luego recuperarla: recrea entonces “los vicios humanos en un tabloide amarillista”. Y así, en la Feria de los Secretos, “todos somos mercantes”; todos escuchamos confesiones de la dueña del secretísimo más secreto, quien se “oculta bajo la cama donde nadie mete la escoba, donde se guardan los orines y anidan los fantasmas”. Asimismo, en secreto “los novios de pueblo envían misivas a jóvenes de cabellos largos e ideas prontas. Cartas para leer y guardar donde ni el gato pasea su hambre de ratón, ni donde las arañas tejen mil discordias en los pliegues de un vestido de noche”. Así pues los secretos de cocina y alcoba esperan a sus más secretos lectores…

En cuanto a Las que usan sombrero, fue presentado en la Feria del Libro de Madrid. El epígrafe muestra el espíritu de la obra: “El lujo de las mujeres: un dolor de cabeza y una espalda a prueba de palabras que dejan marca”. En efecto, dicho lúdico poemario, hace referencia a la cabeza, al dolor de cabeza: cuando “La jaqueca reina”. Poemario surrealista, está consciente, por ejemplo, de que:”No hay jaqueca que dure mil años, ni cabeza que no ruede por instinto”. Obviamente, dicho poemario resucita- por decirlo de algún modo- a María Antonieta, al caballero sin cabeza… Para muestra basta un botón: “Un remedio para el dolor: liquidar al mensajero, al mensaje, clavar la vista en el piso y no confundir los pies con la cabeza. En el mundo de Perogrullo, los lóbulos de un poema bipolar sufren de irremediable jaqueca”.