Viviendas

DAVID HOFFS*

Desayunar fruta es cada vez más común para mí (siempre prefiero un chicharrón en salsa verde pero mi jefe, que es bien sano, me ve feo). En la reunión mensual de la CANADEVI se discutieron distintas problemáticas que la industria inmobiliaria sufre ante las distintas políticas públicas y normatividad vigente.

Entre ellas está la necesidad de una legislación que permita gestionar la densificación de la Ciudad de México con miras a un crecimiento de la mancha urbana ordenado y sostenible, evitando saturación de ciertas colonias, colapse de los servicios y procurando no generar vicios económicos.

Por supuesto que lograr estas tres cosas al mismo tiempo es difícil, tan difícil, que la norma 26 tuvo que ser suspendida hace un año ante los abusos en su utilización. Dicha norma buscaba, ante la poca oferta de vivienda “barata”, incentivar la producción sustentable y de interés social de la misma. Así se permitía, en resumen, incrementar la densidad (construir más viviendas para ser más rentable) siempre y cuando el costo de la vivienda de interés social no superara 15 salarios mínimos anuales (o 30 para vivienda popular).

El problema consistía en que hacer “trampa” era fácil. Se comercializaban por aparte los acabados y se entregaba en obra negra para que oficialmente el contrato fuera por un monto menor, aunque en realidad se vendiera vivienda mucho más cara. Ante la recurrencia de los malos usos, quedaba claro que la norma debía suspenderse pues no se estaba construyendo vivienda de interés social y sí se generaban trastornos en el crecimiento urbano.

Sin embargo, el hecho de que la forma de la norma tuviera que replantearse no significa que su fondo dejara de ser necesario. A un año de su suspensión la carencia de oferta de vivienda es cada vez mayor.

Esto genera que los precios aumenten haciendo, de la ya de por sí cara vivienda en el DF, una cada vez más inalcanzable. Para acabarla de amolar, muchos al ver que los precios subirán deciden vender, contrayendo aún más la oferta y sumando al efecto. En promedio, según el índice de SHF de precios de la vivienda, una persona que comienza a trabajar verá que después de cuatro años de ahorro, una vivienda ahora le costará al menos 25% más lo cual implica que al menos tendrá que ahorrar un año más.

Parte de las razones por las que la norma 26 no ha sido sustituida es que el tema se ha convertido en uno político (y el problema no es que los políticos agarren al tema, sino que no lo sueltan… a veces la berenjena tiene el mismo efecto). Por más que se hayan invitado a académicos a participar en el desarrollo de una solución, cuando hay intereses, agendas ocultas, ignorancia y debilidad estatal (pues los vecinos parecen tener un poder especial) o simple ineptitud, poco hay para hacer.

Aunque es cierto que algunos pocos resultaban beneficiados por el mal uso de la norma 26, también lo es el que algunos muchos (como siempre, los que menos tienen) resultarán ser los más perjudicados pues los que más tienen son dueños de la vivienda y el que suba de precio no los perjudica.

Eso sí, comer tanta fruta seguro en algo beneficiará mi salud (aunque quizás mucho perjudique mi alma)…

*Ingeniero Industrial y Maestro en Administración y Finanzas.
Profesor en el TEC de Monterrey y asesor financiero para el sector público y privado.
[email protected]

Fuente:capitaldemexico.com.mx