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Hace setenta años, en el mes de septiembre, Ana Frank llegó a Auschwitz-Birkenau en un vagón de ganado sellado, acompañada de los que compartían el anexo secreto con ella. Era la última deportación del campo provisional de Westerbork en Holanda, tras dos años de transportes conduciendo a 100,000 judíos holandeses a las fábricas de la muerte.

Durante décadas, el periodo desde su captura hasta su muerte era una incógnita. Sólo se sabía que Ana Frank había fallecido con su hermana Margot en Bergen Belsen.

Finalmente, en 1988, un documental de la televisión holandesa titulado ¨Los Últimos Siete Meses de la Vida de Ana Frank¨ relató lo sucedido tras su deportación de Amsterdam.

El documental incluye el testimonio de seis mujeres cuyos caminos se cruzaron con los de Ana Frank en los últimos días de su vida. El cineasta Willy Lindwer entrevistó a las mujeres en el lugar de los hechos. Las entrevistas fueron compiladas en un libro.

Frank llegó a Auschwitz-Birkenau tras un verano en el que 400,000 judíos de Hungaria fueron gaseados.

Las familias Frank y van Pels sobrevivieron la ¨selección¨ inicial entre el trabajo forzado y la muerte tras haberse mantenido en buena salud durante sus dos años de cautiverio. Aunque se encontraban en Auschwitz, las familias tenían la esperanza de sobrevivir gracias a su ardua labor y la victoria de los aliados que parecía cercana.

La sobreviviente Ronnie Goldstein va-Cleef se encontró con la familia Frank en Westerbork y yacía cerca de Ana en el campo de trabajo forzado de Birkenau.

¨Ana solía encontrarse a mi lado cuando pasaban lista y Margot estaba cerca,¨ comentó Goldstein-van Cleef, quien recordaba haber tomado unos sorbos de ¨café¨ junto con Ana y otras cuatro mujeres todas las mañanas.

¨Ana era muy tranquila y un poco retraída. Obviamente, el hecho de haber llegado a Auschwitz-Birkenau le había afectado profundamente,¨ continuó la sobreviviente.

Luego de varias semanas en Birkenau, las hermanas Frank contrajeron los ácaros que causan la sarna. Al ser trasladadas a la barraca de la sarna, las niñas habían quedado sin el cuidado de su madre por primera vez.

¨Las niñas se veían terribles, su cuerpo entero estaba cubierto de marcas y heridas causadas por la sarna. Se encontraban en muy malas condiciones.¨

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Lenie de Jong-van Naarden es otra de las mujeres judías holandesas que conoció a Ana Frank en Auschwitz. Cuando las hermanas fueron trasladadas a la barraca de la sarna, excavó un orificio junto con su madre Edith Frank para filtrar el pan para sus hijas.

¨En esas barracas las mujeres enloquecieron,¨ exclamó Jong-van Naarden, quien junto con otras mujeres observó la infinita devoción de Edith Frank por sus hijas. ¨Algunas se echaron contra la valla eléctrica. Incluso las mujeres más fuertes desistieron,¨ añadió.

Bloeme Evers-Emden conoció a Ana Frank en 1941, cuando niños judíos fueron obligados a asistir a la misma escuela en Amsterdam – El Liceo Judío. Luego de reencontrarse en Auschwitz, las adolescentes hablaban sobre los estragos de la guerra en sus familias.

¨Durante el cautiverio en condiciones insalubres, Ana se revelaba contra su madre. Pero en el campo todo eso desapareció y ambas se apoyaban mutuamente. Lograron mantenerse vivas – aunque nadie puede luchar contra el tifus.¨

Ante el avance del ejercito ruso en Polonia, muchas de las 39,000 prisioneras fueron trasportadas a Alemania – entre ellas Ana y Margot. Luego de estar obligada a separarse, Edith Frank falleció de profundo agotamiento y sufrimiento a principios de 1945.

El Último Capítulo de Ana Frank

El campo aislado y desolado de Bergen-Belsen en el norte de Alemania sería el último hogar de las hermanas Frank.

Bergen-Belsen era un campo sumamente sobre-poblado. La plaga de enfermedades se había propagado con la llegada de trasportes de Auschwitz y otros campos. Decenas de fosas comunes se llenaron durante el último invierno de la guerra. En una de ellas yacían las hermanas Frank.

Rachel van Amerongen-Frankfoorder habló sobre el lento deterioro de Ana y Margot Frank en el campo conocido como el ¨infierno desorganizado¨. En contraste, Auschwitz-Birkenau era el ¨infierno organizado.¨

¨Las hermanas tenían pequeñas riñas causadas por las enfermedades, pues habían contraído la enfermedad del tifus.¨

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¨El tifus era el distintivo de Bergen-Belsen,¨ afirmó van Amerongen-Frankfoorder. ¨Ana y Margot tenían esos rostros de hueso hueco. Sólo quedaba piel sobre los huesos. Sufrían de un terrible frío luego de permanecer en los peores rincones de las barracas, debajo y cerca de la puerta que abría y cerraba constantemente. Se notaba como desvanecían.¨

Janny Brandes-Brilleslijper relató la muerte de las hermanas Frank. Durante meses, había ayudado a ¨recaudar¨ alimento y ropa para las niñas, cuyos cuerpos finalmente sucumbieron al tifus.

¨En un momento de sus últimos días, Ana se paró frente a mí envuelta en una cobija. No tenía más lágrimas. Me dijo que estaba tan horrorizada por los piojos y pulgas en sus prendas que había optado por arrojarlas. En pleno invierno se envolvía en una cobija. Recaudé todo lo que pude encontrar para que pueda vestirse.

Tres días después de este encuentro Brandes-Brilleslijper se enteró que las hermanas habían fallecido.

¨Margot cayó de la cama sobre una superficie de piedra, no pudo levantarse más. Ana murió al día siguiente, poco antes de la liberación,¨ concluyó la sobreviviente.

Ese invierno,unas semanas antes de fallecer, Ana y Margot atendieron a un grupo de niños holandeses de ¨raza mixta¨ junto con Brandes-Brilleslijper y otras mujeres. Al acercarse la victoria de los aliados, las autoridades optaron por preservar a los niños en lugar de destruirlos.

¨Hacíamos lo posible por ayudarlos,¨ dijo Brandes-Brilleslijper. ¨No sólo Ana y Margot, sino otras mujeres también. Éramos una especie de balance y en ocasiones les aportábamos un poco de cultura.¨

Sobrevivientes de los tres campos donde estuvo Ana señalaron cómo ella enseñaba y entretenía a los niños, creando profundas relaciones humanas. Incluso en Bergen-Belsen, convencida de que sus padres habían perecido, el diario de la ¨joven adolescente¨ elevó a otros.

Fuente: Matt Lebovic, Times of Israel

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