“Hoy sólo tengo ganas de arrancarme de cuajo el corazón y ponerlo debajo de un zapato”. Eso lo escribió Miguel Hernández…

Ángel-Aguirre-Rivero

De cierto, no lo sé. No se puede renunciar a un puesto de elección popular. Creo que el estatuto que establece que los puestos de elección popular, como el del gobernador de Guerrero, Ángel Aguirre Rivero, y el del quién-sabe-dónde-anda- todavía alcalde de Iguala, José Luis Abarca, debe tener en su origen una intención romántica, que equivale a democrática. Yo lo elegí, y yo tengo derecho a pedirle cuentas. Los designados, que hablen con su mentor, y si se les da la gana, que renuncien; los elegidos, que me respondan a mí. No se valen rajaderas.

Resulta ridículo que esta consideración hoy resulte ridícula e inútil. Nos han superado los acontecimientos de lo cotidiano. Después de la sangre derramada, de la imagen azteca de un rostro desollado, ya a lo único a que uno aspira es a renunciar a ser un humano.

Hoy sólo tengo ganas de arrancarme de cuajo el corazón y ponerlo debajo de un zapato. Eso lo escribió Miguel Hernández y lo sentimos los mexicanos después de Iguala. A estas alturas, Tlatelolco fue juego de niños.

Nadie quiere que Aguirre Rivero renuncie o sea destituido, o sometido a juicio de procedencia, ni que José Luis Abarca venga a seguir promoviendo la candidatura de su esposa a sucederlo en el puesto como alcaldesa de Iguala. Mucho menos hay en este país una sola persona digna que se haya sentido satisfecha con el nostra culpa de don Carlos Navarrete reconociendo que se equivocaron en la selección de su candidato a la alcaldía de Iguala, sin saber que era un pilluelo. Digno debut del nuevo dirigente de la izquierda mexicana.

Está sucediendo —según el huso horario— la festividad religiosa más importante de los judíos. Se llama Yom Kipur y quiere decir el día del perdón; o de la expiación. Hubo una guerra con esa denominación entre árabes y judíos. Pero la fiesta se llama el día del perdón. Según el texto del Levítico, que establece las reglas de la religión judía, es el momento en que se olvidan las ofensas a Dios y a los hombres.

Hace muchos años, cuando me enteré del concepto ético-religioso, le llamé a mi amigo judío que era mi acreedor, preguntándole si, como decía el buen libro, mi deuda estaba saldada. El Buen Libro así lo dice, me contestó. Pero mis libros dicen otra cosa. Así le va a pasar a donCarlos Navarrete. Compró, al precio que haya sido, una posición de poder que la izquierda toda —la de Vallejo, la de Martínez Verdugo, la de Castillo, la de Siqueiros, la de los muertos— conquistaron paso a paso. Golpe a golpe, como dice el poeta español. Yo no me recuerdo de ninguno que haya pedido perdón. Vamos, ni siquiera que haya pedido permiso.

Ahora, México se encuentra en una crisis de Estado. No por el caso de Guerrero; ese ha sido solamente el detonador de un explosivo que tiene polvorines en Michoacán, Guerrero, Oaxaca, Veracruz, el Estado de México y muchos otros sitios.

PILÓN.- Si ayer en el Zócalo los que deturparon a Cuauhtémoc Cárdenas querían desacreditar toda protesta social ante el crimen organizado que nos envuelve nacionalmente, se equivocaron. Tuvieron más éxito en desacreditar a Cuauhtémoc Cárdenas los que le pusieron al lado al “poeta” Javier Sicilia.

Fuente: Excelsior / Autor: Felix Cortés Camarillo