Nahalat-Binyamin-Market

ALEJANDRO RUBINSTEIN PARA ENLACE JUDÍO MÉXICO

Chacharear adquiere otro nivel en este corredor. Bazar  de sábado en Coyoacán o San Telmo en Buenos Aires tienen su sabor, pero aquí es distinto.

 Se trata no solo de ver y comprar artesanías sino de interactuar con los artistas que, detrás de sus puestos, explican afablemente las diversas técnicas empleadas en la elaboración de sus obras.

 Platos, copas, joyas, articulos decorativos, jabones, fotografías, esculturas, pinturas, mezuzot y hasta pasatiempos se venden con tanto arte como el que se emplea en la manufactura de tanta expresión artística.

 Me fascino con las marionetas, me deleito con la acompasada interpretación de la flautista que entona música israelí de hace 40 años…mi “época”.

 Adquiero unas fotos de puertas de Tzfat y de Yaffo. No puedo dejar de llevarme la foto de la rebosante bugambilia roja que regala su color y sombra a una calle de esta zona.

 El sol, en lo más alto, brilla y el cielo azul que avergonzaría al celeste, son el techo de mi media mañana. Me refresco con un jugo de granada roja cuya dulzura es inenarrable.

 La visita es incompleta si no deambulo por los abarrotados pasillos del Shuk HaCarmel. Olores, sabores y texturas se entremezclan.

 Por aquí un grito del vendedor, por allá un regateo, en mi camino encuentro a un vendedor de dulces de higos y de cajitas de bisutería que me aborda hablando español de manera bastante aceptable.

 Los panes, la fruta, los cosméticos, las especias, la ropa…todo en un multicolor mercado apenas a unos metros donde el arte es la orden del día de cada martes y viernes.

 Un lujo a la vista, al paladar y a los sentidos.

 ¡Tel Aviv…qué ciudad!