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LEÓN OPALÍN PARA ENLACE JUDÍO MÉXICO

En octubre pasado, el recién inaugurado gobierno de izquierda de Suecia, encabezado por el primer ministro Stefan Löfven, reconoció al Estado Palestino, fue la primera nación de la Unión Europea en hacerlo oficialmente; cabe mencionar que más de 130 países en el mundo lo han reconocido. En este ámbito, la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó en el 2012 una resolución que otorga a Palestina el estatus de Estado observador no miembro en ese organismo internacional.

Suecia ha afirmado que el reconocimiento del Estado Palestino tiene el objetivo de impulsar posibles nuevas negociaciones de paz entre Israel y los palestinos; a su vez, el primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu consignó que la medida unilateral de Suecia “en lugar de promover la paz, la aleja de la misma,” de aquí que la Cancillería israelí llamara a consultas a su embajador en Suecia, que en la práctica equivale al retiro del mismo por tiempo indefinido. En el medio político, la decisión de Suecia se interpreta como una medida para apaciguar las presiones que ejerce la creciente población de origen musulmán en ese país, que suma cerca de 600,000 personas, número relativamente alto, al tener presente que la población total es de 9.7 millones.

En este contexto, en Suecia existen manifestaciones antisemitas, que al igual que las que se experimentan en toda Europa, están asociadas históricamente con la extrema derecha, empero, en Suecia la amenaza ahora proviene de manera importante de los musulmanes y de los cambios de actitud acerca de los judíos en la sociedad en general, desde la izquierda. El hostigamiento a las comunidades judías de Suecia ha impulsado su emigración a Israel y a otros países; se estima que la población judía en Suecia, hoy en día, asciende a 17,000 personas, cuando hace varias décadas los habitantes judíos de Malmo, la tercera ciudad en importancia de ese país, sumaban casi 300 mil.

Por otra parte, el Parlamento británico se unió a la decisión del gobierno de Suecia de reconocer al Estado Palestino; en la Cámara de los Comunes se presentó una propuesta de un grupo de legisladores de varios partidos para instar al gobierno conservador del Primer Ministro, David Cameron, fiel aliado de EUA, para que aceptara el reconocimiento de los palestinos sin esperar que se diera un acuerdo de paz entre Israel y estos últimos; la votación en el Parlamento fue de carácter no vinculante y Cameron y sus partidarios se abstuvieron de votar a favor. Asimismo, el Foreing Office en declaración pública se reservó el derecho a un reconocimiento oficial en el momento que considere oportuno. Así, la iniciativa en el Parlamento fue evaluada como un acto simbólico y como un “ajuste de cuentas” entre partidos para buscar desprestigiar a Cameron y, no como una actitud antiisraelí; sin embargo, y “por si las dudas”, la Cancillería de Israel también denunció que la propuesta unilateral del legislativo británico “socava la posibilidad de que Israel y los palestinos alcancen un acuerdo a través del diálogo”. Cabe hacer notar que la población islámica en Gran Bretaña sobrepasa 3 millones; los musulmanes fundamentalistas de esta nación de manera continua implementan acciones, muchas de ellas violentas, para “islamizarla”; en este marco, se considera que en 20 años Gran Bretaña tendrá una población preponderantemente islámica; en la actualidad únicamente 7.0% del total de los residentes islámicos en Gran Bretaña indican que su identidad principal es británica.

En el entorno propalestino, Rusia “avisó” que apoya una resolución sobre el reconocimiento de dos Estados. Igualmente, el Secretario General de la Organización de las Naciones Unidas, Banki-Moon, en una reciente visita a la ciudad palestina de Ramala afirmó tajantemente que “la única, solución al conflicto es terminar con la ocupación de Israel y trabajar en la solución de dos Estados en paz”, al mismo tiempo, condenó “la continuada actividad de Israel en los asentamientos y las provocaciones en los lugares santos”.

Las declaraciones de Banki-Moon, junto con lo sucedido en Londres, Estocolmo, Moscú, y la mayor intensidad que han cobrado los “vientos antisraelíes” en Europa, y la misma actitud del presidente Obama, llevan a pensar que Israel debe “apresurar” una nueva ronda de negociaciones de paz con los palestinos. Sin embargo, los diversos actores políticos tienen que tener consciencia de que en los acuerdos previos entre Israel y los palestinos (Oslo 1993) se resolvió que la creación de un Estado Palestino no podría crearse de manera unilateral, y que las disputas que surgieran entre ambas partes deberían resolverse de manera directa y no por medio de terceros.

El gobierno de Suecia señaló que se puede ya crear un Estado Palestino porque hoy en día existe un territorio, un pueblo y un gobierno; ¿a qué territorio se refiere? ¿ya se definieron y aceptaron las fronteras del nuevo Estado? ¿Cuál pueblo y gobierno, el de los palestinos encabezados por la Autoridad Nacional de Mahmud Abbas o el de la Franja de Gaza? Para Israel resultará complicado negociar con un interlocutor palestino; no hay esperanza de que pronto se concrete un acuerdo real de unificación entre la Autoridad Nacional Palestina y Hamas. Por lo demás, ambos gobiernos no tienen un interés real de mejorar el entorno de los palestinos; Abbas lidera un gobierno corrupto y autoritario y Hamas representa a una organización terrorista obsesionada en rearmarse y destruir a Israel. Si la Autoridad Nacional Palestina y Hamas mantienen su habitual retórica contra la ocupación de los territorios palestinos por parte de Israel, no allanarán el camino para las pláticas de paz.

En este ámbito, cabría preguntarse ¿cómo podría sobrevivir Cisjordania como Estado Palestino sin la presencia militar israelí? será presa fácil de Hamas, de Bashar El Assad y el Estado Islámico, entre otros grupos de poder, que tienen intenciones de dominio en el futuro del Estado Palestino. A los europeos, más que concentrarse en la creación de un Estado Palestino, les convendría primero poner orden en sus casas ante la ascendente y cada vez más violenta Guerra Santa de la Yihad, que se escenifica en el Continente.