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RON BEN-YISHAI

El mundo musulmán se encuentra en un violento frenesí religioso, sobre todo en nuestros alrededores; las fuerzas de seguridad israelíes han aprendido sus lecciones de las intifadas previas pero, ¿será esto suficiente?

La tercera intifada está ganando terreno siguiendo una trayectoria conocida: Jerusalem, el sector árabe, Judea y Samaria y ahora Tel Aviv. El infierno salta de lugar a lugar, y cada sitio alimenta a los anteriores. Así sucedió durante la primera y segunda intifada, la de las piedras y la de los terroristas suicidas respectivamente.

No obstante, existen diferencias. Las intifadas anteriores estallaron casi totalmente por un incidente aislado. La tercera intifada se inició en marzo de este año y ha escalado hasta llegar a la situación actual; en realidad, se ha intensificado en Jerusalem, en el sector árabe y en Cisjordania, pero en menor medida.

En Judea y Samaria, Mahmoud Abbas se esfuerza por asegurar que las fuerzas de seguridad eviten grandes complicaciones que pudiesen dañar la imagen que la Autoridad Palestina presenta al mundo y socavar los logros políticos que aspira, como una resolución del Consejo de Seguridad que reconozca a un estado palestino dentro de las fronteras de 1967.

Por consiguiente, las fuerzas de seguridad palestinas operan de manera determinada para impedir disturbios masivos, incluyendo el uso de armas en Judea y Samaria, aunque ahora las piedras, los explosivos y cocteles Molotov son más comunes ahí. La pregunta ahora es cuánto tiempo Abbas puede ¨controlar¨ la tercera intifada en Cisjordania a diferencia del permiso e inspiración que otorga a los disturbios en Jerusalem.

Los acontecimientos en Judea y Samaria aún no han salido de control por otra razón: Hamas y las demás organizaciones palestinas no pueden actuar en Jerusalem y Cisjordania debido a que los grupos islamistas fueron derrotados tras el secuestro y asesinato de los tres adolescentes de Gush Etzión. Hamas puede incitar, pero es incapaz de producir cinturones explosivos o reclutar terroristas suicidas. Esto es verdad por el momento pero probablemente tarde o temprano presenciemos una lucha armada contra nosotros en el marco de la tercera intifada.

El atentado del lunes en Tel Aviv en una continuación del escalamiento de la tercera intifada. Este deterioro se debe principalmente a sensibilidades religiosas inflamadas, la muerte de judíos y árabes, la intolerable facilidad en la que extranjeros ilegales entran a Israel y las provocaciones inflamatorias de políticos judíos, palestinos y árabes israelíes. Cabe tomar en cuenta el fondo religioso de los disturbios en Jerusalem, en los territorios palestinos y entre los árabes israelíes.

Violento frenesí religioso

La razón es el Estado Islámico – que ha sumergido al Medio Oriente y al mundo musulmán en un violento, desorganizado y mortal frenesí reflejado tanto en el Monte del Templo como en Canadá, Bruselas y Alemania. Actualmente, no existe país con musulmanes que no se encuentre en un tumulto religioso, aunque aquí el caos es más grande. Existe una conexión directa entre el apuñalamiento en la estación de trenes en Tel Aviv y las imágenes de las decapitaciones del Estado Islámico.

En nuestro caso, motivos políticos y nacionalistas se aúnan a la combinación del Islam y la escalada de violencia en el mundo.

Sin embargo, nos reconforta saber que a diferencia de políticos nacionalistas y religiosos en ambas partes, que inflaman pasiones y contribuyen considerablemente a la violencia, las fuerzas de seguridad israelíes han aprendido de la primera intifada. La policía ha aumentado su presencia en Jerusalem y en las localidades principales del sector árabe, y el ejercito está haciendo lo necesario en Judea y Samaria. Pero la cubierta de seguridad es pequeña, la policía no puede estar presente en todos lados, y si entran demasiado fuerte, sólo alimentarán las llamas, como sucedió durante la primera y segunda intifada.

Cada muerte palestina inflamará las pasiones, especialmente si las circunstancias no quedan claras o si la población árabe cree que la persona fue victima de abuso de las fuerzas de seguridad israelíes. Desafortunadamente, la muerte es aceptada entre los árabes sólo si el terrorista es abatido luego de asesinar a judíos. En este caso, el difunto es considerado mártir y se convierte en un símbolo que sirve para echar más leña al fuego. Así es como la tercera intifada de los palestinos en Jerusalem y en ambos lados de la línea verde crece y se incrementa.

Como en otros casos, la consciencia pública es la clave para poner fin a esta intifada,. Además, debemos comprender que éste es un fenómeno que involucra a todos los palestinos, inspirado por el brote religioso islámico en el Medio Oriente y en otras partes del mundo.

Otra forma de lidiar con esto es inundar las calles de Israel, incluyendo Jerusalem y Cisjordania, con fuerzas de seguridad. Si es necesario, incluso introducir patrullas de las FDI en territorio israelí según las circunstancias. La policía no puede hacer el trabajo sola, y debemos reconocerlo. El ejercito puede salirse cuando las cosas se calmen un poco.

Deben de establecerse normas estrictas para las armas de fuego, restringiendo el uso de armas sólo ante peligro de vida obvio y tangible. Las fuerzas de seguridad deben rotarse y trabajar en equipos de cinco o seis, a fin de prevenir exponerse a violencia que ponga en peligro la vida de los involucrados, como en Cisjordania y el sector árabe.

En otras localidades, deben tomarse medidas de la segunda intifada para bloquear la entrada de extranjeros ilegales a Israel, incluyendo el refuerzo de inspecciones en los cruces fronterizos entre Israel y Cisjordania.

Otro método es decirle a los políticos que pongan fin a la incitación y tomar las medidas necesarias para que se contengan. Estos pasos pueden ayudar a restaurar la calma, evitando aquellos ataques alimentados por incitación y motivación religiosa.

Traducción: Esti Peled

Fuente: Ynet