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AGENCIA DE NOTICIAS ENLACE JUDÍO MÉXICO

 

“La esposa prometida” se desarrolla en Tel Aviv en la época actual, en el seno de la comunidad ortodoxa jasídica.

El jasidismo es una rama del judaísmo que conserva sus costumbres desde su misma creación, en el siglo XVIII, costumbres muy cerradas que afectan a sus miembros mediante reglas estrictas que abarcan todos los aspectos de la vida familiar, desde la elección de la pareja para formar matrimonio hasta la educación y el desempeño laboral, además, por supuesto, de la obligación de cumplir con todos los ritos propiamente religiosos y obediencia al rabino correspondiente de la región donde se habita.

El título original de la película es “Lemalé et hajalal”, que significa “llenar el vacío”. El guión y la dirección están a cargo de Rama Burshtein, perteneciente a esta comunidad. Se trata de su primer largometraje de ficción aunque anteriormente ha realizado documentales sobre diversos aspectos de este grupo religioso.

“Lemalé et hajalal” es además la primera película destinada al circuito comercial filmada por un director perteneciente al judaísmo ultra ortodoxo y lo más curioso es que se trata de una mujer.

Burshtein cuenta el caso de una joven de dieciocho años, Shira, en edad de buscar novio para comprometerse en matrimonio. El tema es manejado por las familias, siempre se trata de matrimonios concertados dentro de la comunidad.

En el día de la festividad de Purim, que conmemora un hecho narrado en el Libro de Ester de la Torá y que refiere la intervención de Dios en favor de la salvación del pueblo judío amenazado de aniquilación por el rey persa Asuero, la hermana de Shira, curiosamente llamada Esther y con un embarazo a término, fallece durante el parto al dar a luz a un niño.

Este trágico desenlace causa gran consternación en la comunidad, aunque todos reaccionan con resignación, inclinados ante la voluntad de Dios. Pero las costumbres pronto exigirán tomar algunas decisiones, puesto que el viudo Yojay, un hombre joven y apuesto, ya empieza a recibir propuestas para casarse nuevamente.

La madre de Shira y de Esther, Rivka, está muy angustiada ante la posibilidad de que Yojay acepte una de esas propuestas y se vaya a Bélgica con el bebé. Si eso ocurriera, el dolor de Rivka por haber perdido a su hija mayor se agudizaría y sería insoportable.

Pero hay una opción que las costumbres jasídicas permiten: Yojay puede tomar por esposa a Shira, la hermana menor de Esther.

El relato se concentra en este personaje. Una jovencita de tan sólo 18 años, quien también empieza a recibir propuestas de compromiso de parte de las familias de muchachos de su edad. Le ilusiona la posibilidad de casarse con alguien que le inspire los sentimientos apropiados para formar un “hogar verdadero” porque no quiere “mentir”.

Al mismo tiempo, las presiones de su madre y del propio Yojay, se intensifican para que acepte a éste como esposo a fin de que no se rompa la unidad familiar.

El nudo de la historia es el dilema de Shira para decidir entre satisfacer sus deseos personales o cumplir con los mandatos del grupo para contentar a todos.

Si bien las costumbres de los matrimonios arreglados no implican la obediencia de los elegidos por sus familias como futuros cónyuges y la última decisión la tiene el integrante de la pareja, las presiones a veces son tan intensas que es difícil discernir. Además, las opciones tampoco son tantas, las libertades siempre serán restringidas y hasta existe la posibilidad, no deseada por ninguna mujer, de quedar soltera.

El relato de Burshtein es honesto y valiente, como lo es la protagonista del film. Muestra la intimidad de algunas costumbres que dan identidad al grupo al que pertenece, pero que no siempre implican la felicidad de sus miembros o, en todo caso, plantean algunas dudas.

No es un documental, pero la mayoría de los actores no son profesionales, y obviamente, el film tiene un valor testimonial, además de una rara belleza, sobria y recatada, como son las mujeres jasídicas.

 

 

Fuente: El Litoral