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LEÓN OPALÍN PARA ENLACE JUDÍO MÉXICO

Celebraciones más austeras en las fiestas de fin de año.      

Después de los convivios que preparamos para celebrar con la familia las fiestas de fin de año, los hijos y los nietos desaparecieron. Pueden pasar meses para volverlos a ver, a menos que mi esposa y yo los convoquemos para apapacharlos (mimarlos) en una nueva pachanga (fiesta). Por otra parte, la relación con mi hija menor se ha estrechado a raíz de que dio a luz a su primera hija, Orli, hace un mes y medio. Las vamos a visitar una o dos veces a la semana y mi esposa, enloquecida por su primera nieta, las frecuenta todavía más.

No obstante que nuestras celebraciones se han caracterizado por la abundancia, creo que esta no fue la situación en diferentes familias de amigos, y en general, en la población de México. Por pláticas con conocidos y amigos, la gente ha sido más austera en sus festejos, creo que hay una percepción general de crisis y también en los hogares se ha perdido el interés por las tradiciones de fin de año, muchas personas han preferido tomar unos días de vacaciones.

Los datos preliminares de ventas comerciales en diciembre pasado consignan un avance limitado; un sondeo de el periódico El Financiero entre comerciantes unos días antes de la Navidad, reveló que las ventas de árboles navideños cayeron 25.0% este año, respecto al año previo, e incluso varios de ellos los “remataron” para que el descenso no fuera mayor. La situación económica del país podría deteriorarse en los próximos meses como consecuencia, entre otros factores, de la estrepitosa baja del precio internacional del petróleo, que en la primera semana de enero llegó a menos de 40 dólares por barril, cuando en junio del año pasado, superaba 100 dólares; es factible que el gobierno, cuyos ingresos presupuestales dependen en buena medida del sector petrolero, se vea precisado a reducir su gasto.

Por su parte el gobierno de la Ciudad de México, siguiendo la política de administraciones previas, no se midió en su gasto navideño; instaló pistas de hielo para patinar en la plancha del Zócalo capitalino, también se instalaron en varias delegaciones políticas; se organizó un megaconcierto en el Paseo de la Reforma para recibir el año nuevo y las autoridades capitalinas mandaron a elaborar una “Rosca de Reyes” de más de un kilómetro de longitud que fue obsequiada a los asistentes el 6 de enero y fue acompañada con atole. Es entendible que las autoridades celebren estos eventos para tener contentos a los segmentos de menores ingresos de la Ciudad de México: “Pan y Circo” es el lema, como en los antiguos romanos.

Repunta el racismo en el mundo.

En diciembre pasado se observaron grandes manifestaciones y violentos disturbios en varias ciudades de EUA y de Europa contra la decisión de jurados de EUA de exonerar a “policías blancos” por asesinar a personas eufemísticamente llamadas “afroamericanos”, que en el lenguaje común y corriente significa “negros”. De acuerdo a diferentes analistas, estos hechos de protesta son “la punta del iceberg” de una compleja situación de discriminación que afecta a millones de personas en la nación “más democrática del mundo”; existe temor de que se genere un movimiento organizado antidiscriminación que podría extenderse a otros países y cuyos efectos son impredecibles.

Las marchas de miles de ciudadanos reflejan inconformidad de la ciudadanía en contra de las prácticas de impartición de justicia en EUA y “la decepción de quienes creyeron que la llegada de un afroamericano a la Casa Blanca marcaría un hito contra el racismo”. Desde su ascenso a la presidencia Obama prometió crear “una unión más perfecta”, sin embargo, más de la tercera parte de los afroamericanos viven en la pobreza; de acuerdo al Centro de Investigación PEW, el ingreso anual de una vivienda blanca era superior en 27,000 dólares al de una negra en el 2011; asimismo, uno de cada tres niños afroamericanos nacidos entre 1995 y el 2000 creció en un vecindario marcado por la extrema pobreza.

El racismo no es una actitud nueva en EUA y no sólo se circunscribe a los “negros”, incide en la vida cotidiana de diferentes comunidades étnicas que viven en ese país desde hace mucho tiempo, integradas por millones de personas como la judía (alrededor de 7 millones) o la de mexicanos que cuenta con más de 33 millones, incluidos 12 millones que nacieron en México; la población de origen mexicana ha crecido sustancialmente, de 20.6 millones en el 2000, sumó 32 millones en el 2010. La tasa de pobreza para los individuos de origen mexicano también es elevada; 27.5%, más de 10 puntos porcentuales en relación al resto de la población estadounidense; no obstante, 1.7 millones de mexicanos mayores de 25 años tienen un grado universitario, incluidos 450,000 con maestría o doctorado.

En este contexto, cabe mencionar que en EUA el fenómeno de la discriminación no sólo se refiere a la que se practica contra los grupos étnicos, también cubre a estadounidenses pobres, alrededor de 50 millones de individuos, uno de cada siete personas de ese país.

En Europa también se acrecientan las actitudes racistas, particularmente contra los extranjeros, que desde todos los continentes la han “invadido”. La Xenofobia ha cobrado ímpetu contra los 55 millones de personas de origen islámico entre los cuales los fundamentalistas están pretendiendo imponer su cultura y rígidas costumbres religiosas a los europeos; en este ámbito, está cobrando fuerza en Alemania un movimiento islamófobo, que se pronuncia contra las leyes de asilo y la llegada de inmigrantes a ese país. Por lo demás, Europa es un semillero de radicales del Islam que realizan continuos actos terroristas contra las comunidades judías; también existe la histórica actitud antisemita de una buena parte de los europeos instigada por las iglesias cristianas, las nuevas izquierdas y diferentes gobiernos, particularmente el de Francia; cabe recordar que el gobierno de Vichy tuvo políticas de exterminio contra los judíos durante la Segunda Guerra Mundial similares o más radicales que las de los propios nazis.