ELENA BIALOSTOCKY PARA AGENCIA DE NOTICIAS ENLACE JUDÍO MÉXICO – “Mis padres estuvieron juntos los cinco años del Holocausto”.

El 13 de Enero entrevisté a Ary Magun, hijo de sobrevivientes del Holocausto, quien es parte de un grupo que ahora está conformando una Asociación de la Segunda Generación de Sobrevivientes del Holocausto.

“Mi abuelo materno fue oficial del ejército alemán durante la Primera Guerra Mundial; después fue contador para el gobierno alemán. Mi mamá me platicaba que mi abuelo decía en los años antes de la Segunda Guerra Mundial que no les iba a pasar nada, porque mi abuelo era una persona importante en el gobierno.

“El hermano mayor de mi mamá, mi Tío Nafty Kauffman, después de la Noche de los Cristales, les dijo que él no se quedaba en Alemania, que quién se iba con él, pero mi abuelo dijo que todos se quedaban. Nafty se fue a Palestina. Ben Gurion recibió al barco en el que Nafty llegó y como resultado se quedó trabajando toda su vida con Ben Gurion. Durante muchos años fue director técnico del Mossad, después fue director de las empresas Kush en Israel.

“Mi papá nació en Vilna, Lituania. Cuando huía del ejército ruso lo agarraron los alemanes.

“El mismo día que llegó mi papá al campo de concentración, llegaron mi mamá con sus padres y un hermano chiquito. Mi papá me dijo que cuando se vieron las dos familias mi abuelo materno le encargó a mi papá que cuidara a mi mamá. Eventualmente mataron a mis abuelos maternos y al hermanito.

“Yo no alcanzo a comprender, pero en los cinco años que estuvieron en campos de trabajo, campos de concentración, campos de exterminio, nunca los separaron; siempre estuvieron juntos.

“Cuando llegaron los aliados, mi papá juntó a todos sus amigos y les dijo que lo mejor era que huyeran del campo. La mayoría de los amigos decían que era una trampa, que los alemanes los estaban esperando, que ya habían sobrevivido toda la guerra y no se iban a arriesgar. Muchos de ellos decidieron escapar y sobrevivieron; se quedaron en Nueva York y algunos llegaron a México. Después de su fuga, los aliados bombardearon el campo creyendo que ahí se encontraban muchos alemanes.

“Al salir de los campos se fueron a Paris, donde tuvieron una niña a la que llamaron Helen, que murió a las pocas semanas por inanición.

“Mis tíos Samuel y Mauricio Kurian los encontraron y los trajeron a México. En ese entonces los Kurian vivían en Teziutlán, Puebla, y allí llegaron. Yo nací un año después.

“Mi niñez fue muy tranquila. Vivíamos en un pueblo donde no había colegio judío y para las fiestas venía un rabino de México y se hacían los minianim (quórum de 10 adultos para los rezos) en la casa de algún paisano.

“Mis papás no me hablaban de lo que habían pasado. Un día que no estaban en casa, me puse a esculcar y encontré los libros que tenían. Era libros acerca del Holocausto. Para mí fue un shock, fue mi primer enfrentamiento con el tema, y es un momento que a la fecha no lo he podido olvidar. Le pregunté a mi papá y él tampoco supo cómo reaccionar; no lo esperaba.

“La vida familiar fue buena. Me costaba mucho trabajo pensar cómo sobrevivieron; a la fecha, cuando veo una película acerca del holocausto pienso en las vivencias de mis padres durante esos años.

“Hay que estar muy abusados, que no se vuelva a repetir algo así. Es una pena que la humanidad no aprenda de esas cosas y muchos piensen que eso no sucedió.

“Mis hijos saben todo por lo que pasaron mis padres, yo se los he platicado. No hemos ido a la Marcha de la Vida, es algo que no nos ha llamado la atención. Pero hemos visitado Yad Vashem y estamos al tanto de lo que pasa y ha pasado”.