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ALI FALAHI

La caída del petróleo presiona a Irán para lograr un acuerdo nuclear.

Irán ha reconocido por primera vez que sus exportaciones de petróleo se han reducido en los tres últimos años debido a las sanciones internacionales. En esas circunstancias, el actual descenso de los precios del crudo añade especial urgencia a las negociaciones nucleares con las grandes potencias. Alargar ese proceso pone en peligro el acuerdo y alentará más a los sectores conservadores del régimen que ven con recelo el acercamiento al Occidente, y en especial a EE. UU. Un fracaso desvanecería las esperanzas de muchos iraníes en el Gobierno de “prudencia y esperanza” de Hasan Rohani, que ya está trabajando en nuevos contratos petroleros para atraer a las compañías extranjeras.

La exportación de petróleo en el periodo del 21 de marzo de 2012 al 20 de marzo de 2013 (el año fiscal iraní) fue de 1.900.000 barriles diarios y se redujo a 1.685.000 barriles en el mismo periodo del año siguiente, según datos del Banco Central de Irán, los primeros relacionados con el crudo que publica desde 2012.

Los 118.000 millones de dólares (unos 105.000 millones de euros) que proporcionó el petróleo en 2011 se redujeron a 68.000 millones y 64.000 millones en 2012 y 2013, respectivamente. Y las cifras del primer semestre de 2014 están en consonancia, unos 33.000 millones, sin embargo para el segundo semestre se esperan peores resultados debido a la drástica bajada de los precios del crudo desde el verano.

De ahí que, en previsión de un eventual acuerdo nuclear para el que hay de plazo hasta junio, las autoridades iraníes busquen fórmulas para atraer a las compañías petroleras ante los actuales bajos precios del crudo. Según informa Reuters, Irán ya ha mostrado a las potenciales interesadas un borrador de contrato que les ofrece una cuota de la producción durante un plazo de hasta 25 años, algo preferible al viejo sistema de buy-back (en el que las petroleras recibían un porcentaje de las operaciones) dado que la Constitución prohíbe que los recursos minerales estén en manos extranjeras.

No todas las cifras van a la baja. Después de dos años de crecimiento negativo, la economía ha registrado un crecimiento de 3% durante los dos primeros trimestres del año iraní en curso (correspondientes a la primavera y el verano de 2014) y la tasa del paro se redujo al 9,5% en el mismo período. Los analistas estiman que parte de esta mejora se debe a la reanudación de las negociaciones nucleares y al alivio de las sanciones, que ha permitido a Teherán disponer mensualmente de 700 millones de dólares de sus fondos congelados en el extranjero. Asimismo apuntan a una mejor gestión del Gobierno de Rohani, que ha logrado estabilizar el mercado de divisas, aunque no se puede ignorar el peso de los petrodólares como motor de la economía del país.

Dirigiéndose a un grupo de inversores que a mediados de enero se quejaban en el parqué por el constante descenso de los valores, el director ejecutivo de la Bolsa de Teherán, Hasan Ghalibaf Asl, atribuyó esta situación a la caída mundial del precio del petróleo y el déficit presupuestario del gobierno”. Por otro lado, los importadores de productos básicos se quejan de que el Banco Central se retrasa hasta varias semanas en entregarles las divisas que le compran, lo que les obliga a pagar sobrestadías.

Eso explica que el secretario del Consejo Supremo de la Seguridad Nacional, Ali Shamkhani, expresara la disponibilidad de su país para “tener con Arabia Saudí. Las autoridades iraníes han calificado de “conspiración petrolera” la decisión de su rival regional de no reducir la producción para frenar el desplome de los precios, lo que está obligando a Teherán a recortar muchos gastos en el nuevo presupuesto.

De momento, para el próximo año fiscal, que comienza el 21 de marzo, el Gobierno dispondrá de 9.000 millones de dólares menos que durante el actual, según ha explicado en la televisión estatal el vicepresidente Mohammad Bagher Nobakht, responsable de la Oficina de Gestión y Planificación. Esa reducción se produce a pesar de que se ha previsto aumentar un 19% la aportación de los impuestos, lo que implica mayor presión al sector privado, muy castigado por las sanciones. En los últimos años, con la excusa de sortearlas, organizaciones públicas y semipúblicas han irrumpido en el comercio y han monopolizado parcelas del mercado.

Saeed Leilaz, un economista muy crítico con el Gobierno anterior, los calificaba en un reciente artículo de “comerciantes de sanciones”. En su opinión, esos grupos de interés están poniendo trabas al acuerdo nuclear con Occidente porque perjudicaría sus intereses.

Fuente:elpais.com