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LA MEIDELE

 

¡Ahhhhhhhh! ¡Qué estrés! Esta semana ya empieza la semana más temida del año por las chavitas paisanas. Y aunque probablemente los hombres no lo entiendan, dejémoslo en que el Aviv es para las paisanas lo que el Superbowl es para los paisanos. La gran diferencia entre el Superbowl y el Aviv es que en el Aviv sí participan las paisanas, no como en el Superbowl, en el que los paisanos se creen coaches pero en realidad no hacen nada.

El Aviv es un momento mágico en la vida de los judíos mexicanos, y esas noches de baile y música (acompañadas de ligue) no tienen comparación. Pero, lo duro del Aviv no es el Aviv es el pre-Aviv. Primero que nada en estas semanas no “tienes permiso” de tu coreógrafa (todos saben a quién me refiero) de engordar ni un gramo, ¡Pues tienes que entrar en el vestuario! Un mes antes del Aviv es recomendable que las bailarinas se olviden de su vida social, ya que muy probablemente su coreógrafo va a poner ensayos extra sin control (aunque siempre estés en la última fila). Eso si no se le ocurre cambiar todo el baile una semana antes.

Como en la vida, en el Aviv hay varios tipos de bailarinas:

La que está segura que va a ganar la revelación. Todo indica que este año va a ser “SU” año, están en la primera fila en todo, tienen el mejor solo del baile, etc. Muy recomendable no irritar a estas señoritas pues traen los pelos de punta. Aunque ¡ojo! solamente ganan dos la revelación por año, así que las decepciones y berrinches después de la final no tienen comparación. Ni Tom Brady cuando le destrozaron la rodilla y se quedó toda la temporada sin jugar americano, se puso así.

La “desmayitos”. El Aviv conlleva taaaanta pero taaaanta presión y adrenalina que muchas chavitas acaban desmayándose a medio baile o en el cambio de vestuario de uno de los 5 bailes en los que participan. Aunque nunca estamos seguras si en verdad se desmayó o los paramédicos de este año están más guapos que los del pasado.

La “dos pies izquierdos”. Aunque estas chavitas bailan verdaderamente pésimo, no se quieren perder la oportunidad de ponerse el vestuario junto a sus agraciadas amigas. Además, chicle y pega se ligan a alguien que no sabe cómo bailan; pero cuando su ligue las busca en el escenario no las encuentra, pues están hasta atrás. El coreógrafo ya no sabe cómo hacerle para esconderlas y que no echen a perder el baile sin hacerlas sentir mal (aunque la mayoría de las veces sí las acaban haciendo sentir mal).

La “risitas”. Existen también las niñas que no se meten al grupo de baile de sus escuelas por amor al arte sino por décimas extra en la boleta, un desayuno gratis en la escuela o cientos de horas de clases perdidas por los ensayos. Estas chavitas se la pasan riéndose y haciendo que los ensayos sean más lentos y más tediosos, son expertas en poner de pésimo humor a los coreógrafos y agarrarse de los pelos con las que creen que van a ganar la revelación.

Los hombres. Hay tan pocos hombres que bailan en el Aviv que sus posibilidades de ganar la revelación, tener un solo o hacer algo extraordinario en el escenario, son mucho mayores las de las niñas. Así que cero envidia las que les tienen las que creen que van a ganar la revelación a los hombres (nótese el sarcasmo).

El Aviv no solamente es una época estresante para los bailarines, coreógrafos y vestuaristas, sino que las mamás y los novios de estas niñas también sufren sus malos humores, estrés o constantes quejas. Por si fuera poco, cualquier novio que se presente al Aviv sin un buen ramo de flores ¡aguas! que se les van a poner bravas.

Estoy segura que después de llegar 8 horas antes al Depor para maquillaje y,  que sé yo que más, estarse helando en un vestuario minúsculo durante horas y tras varias semanas sin dormir todos disfrutarán de los únicos tacos abiertos cuando acaba el Aviv, el Charco de las Ranas de Prado Norte.

¡Break a leg!

PS: Z¨L a la porra de la Naye, que tantos años fue la porra más presente …pero no ayudó a su grupo a ganar.