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MARCELA LUBCZANSKI PARA ENLACE JUDÍO MÉXICO

EMANUELE OTTOLENGHI

El gobierno de Obama insiste en que Irán ha honrado sus compromisos del acuerdo nuclear provisional y que ha sido detenido su progreso en el enriquecimiento. Es sobre la base de estas dos evaluaciones que el gobierno, junto con sus aliados europeos, se opone a la legislación del Congreso presentando sanciones que entrarían en efecto si fracasan las negociaciones nucleares. La Casa Blanca piensa que el cumplimiento por parte de Irán de los términos del acuerdo provisional indica que puede todavía llegarse a un acuerdo. El único problema: Confiar en Irán es el camino más seguro a un mal acuerdo.

La historia de los programas nuclear y de misiles de Irán—tan llena de inconsistencias, tergiversaciones, ocultamientos y mentiras absolutas—hace difícil eludir la conclusión que la afirmación de Irán de estar buscando energía nuclear para propósitos pacíficos es deshonesta. Ese es el motivo por el cual tan sólo las restricciones draconianas—aplicadas a través de la verificación intrusiva e inspecciones irrestrictas durante décadas—pueden ofrecer garantías que Teherán no tratará de engañar nuevamente.

Desde la exposición de las plantas nucleares ilícitas de Irán en Arak y Natanz en el 2002, el programa nuclear de Teherán ha permanecido opaco. Como mínimo, esas revelaciones muestran que Irán había mentido a la comunidad internacional durante más de una década, cuando estaba ocupado construyendo esas instalaciones.
Ese ocultamiento en sí debe provocar sospechas considerables y demandas de garantías que Irán haga una divulgación total de la historia, naturaleza y extensión de sus actividades nucleares. La exposición de sus plantas no declaradas dio a Teherán una posibilidad de hacer precisamente eso—en cambio, eligió desafiar a la comunidad internacional y seguir sus objetivos nucleares.

Siempre ha estado abierta la puerta para que Irán se sincere

Durante los siguientes tres años Irán jugó a las escondidas con la Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA). Por último, en septiembre del 2005, la AIEA declaró que “Las muchas faltas y violaciones de Irán de sus obligaciones de cumplir con su Acuerdo de Salvaguarda del Tratado de No Proliferación Nuclear… constituyen incumplimiento” y difirió a Irán ante el Consejo de Seguridad de la O.N.U.

Desde entonces, el castigo para el incumplimiento de Irán ha sido lento y gradual, dejando siempre abierta la puerta para que se sincere. Después que dos resoluciones de sanciones de la O.N.U. (1737 y 1747) fallaron en mover a Teherán, un plan de trabajo conjunto iraní y de la AIEA de agosto del 2007 ofreció a Irán un camino para encarar todas las preocupaciones salientes de la AIEA sobre sus actividades pasadas.  En cambio, Teherán buscó dilaciones por otros seis años.

En septiembre del 2009, el Presidente Obama, el presidente francés Nicholas Sarkozy y el primer ministro británico Gordon Brown expusieron otra planta clandestina tamaño industrial: la planta de enriquecimiento de uranio de Fordow. A diferencia de los descubrimientos previos, que Irán había buscado explicar en el contexto de un programa nuclear civil, Fordow era muy grande como para ser una planta de investigación y muy pequeña para propósitos civiles. Era, por otra parte, ideal para enriquecimiento de grado militar, habiendo sido excavada profundo bajo una montaña y supervisada por el ejército de Irán.
Irán objetó nuevamente y negó lo obvio.

Evidencia de subterfugio nuclear iraní

La evidencia de subterfugio nuclear iraní llevó al Director General de la AIEA, Yukiya Amano a lamentar en su informe de febrero del 2010 la falla continua de Irán en encarar “las preocupaciones sobre la posible existencia en Irán de actividades no divulgadas, pasadas o en curso, relacionadas con el desarrollo de una carga nuclear para un misil.”

En ese punto, un país no dispuesto a incurrir en aislamiento internacional y ansioso por mantener el crecimiento económico, podría recalibrar su curso. Para entonces, a Irán le había sido ofrecida dos veces una lista de incentivos económicos, políticos y diplomáticos a cambio de transparencia y verificación. Las propuestas del 2006 y 2008, formuladas por las seis potencias mundiales que negociaban con Irán en nombre de la comunidad internacional, fueron incorporadas en la resolución 1929 del Consejo de Seguridad de la O.N.U. en junio del 2010 como una señal que Teherán podría elegir incentivos económicos tentadores por sobre las sanciones si tan sólo confesaba sus actividades nucleares pasadas.

Irán eligió nuevamente las sanciones.

Frustrada con casi una década de dilaciones, la AIEA publicó un informe extenso y perjudicial detallando las posibles dimensiones militares del programa nuclear de Irán en noviembre del 2011.

Como en el pasado, Teherán descartó la información como “inventos” occidentales. Desde el acuerdo provisional de noviembre del 2013, no ha sido encarada ninguna de las cuestiones anteriores, y todavía está siendo negado el acceso a los científicos y sitios sospechosos.

Continúan las tácticas de dilación de Irán

Algo ha cambiado, sin embargo. En vez de reconocer que continúan las tácticas dilatorias de Irán; o ver la opacidad nuclear de Irán como el mayor obstáculo para un buen acuerdo; u objetar un acuerdo que no aborda totalmente la investigación nuclear y de misiles balísticos

anterior de Irán, el gobierno de Obama ha acordado diferir esas cuestiones a la labor actual de la AIA que Irán ha bloqueado durante más de una década.
En junio del 2003, en un raro momento de frustración pública, el entonces director de la AIEA,  Mohammad El Baradei opinó que “Irán no debe esperar que preguntemos y luego responder; debe presentar una declaración completa e inmediata de todas sus actividades nucleares. Esa sería la mejor forma de resolver las cuestiones dentro de las próximas semanas.”

A doce años, la evaluación rotunda de El Baradei resuena todavía. A menos que el inminente acuerdo nuclear se base en un informe inequívoco del pasado y presente nuclear de Irán, el país habrá obtenido lo que siempre quiso: un fin al régimen de sanciones y un camino sin obstáculos hacia las armas nucleares.

Fuente: Forbes