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ESTI PELED PARA AGENCIA DE NOTICIAS ENLACE JUDÍO MÉXICO – Ron Prosor advierte al mundo desde la tribuna de la Asamblea General de las Naciones Unidas: No cierren sus ojos ante las atrocidades que los rodean.

Señor Presidente,

Hace setenta años, las armas se silenciaron en Europa y la Segunda Guerra Mundial llegó a su fin. Hoy, mientras lamentamos la tragedia humana de esta guerra, debemos recordar a los que hicieron posible la victoria y aseguraron el triunfo de la libertad sobre la tiranía. Debemos nuestra libertad al coraje y los sacrificios de los soldados de los ejércitos aliados.

Me presento ante ustedes como un hombre que ha visto y vivido la guerra – como soldado, diplomático, y padre de hijos que han sido enviados a la guerra. Asimismo, me dirijo a ustedes hoy como el hijo de un hombre que huyó de la Alemania nazi, de la aniquilación de su pueblo.

En su novela, The Young Lions (Los Leones Jóvenes), Irwin Shaw, describe el horror incomprensible de la Segunda Guerra Mundial:

“Esta vez no se trata de una guerra sencilla, comprensible … sino de un asalto del mundo animal sobre el hogar del ser humano … yo sé lo que vi en Rusia y Polonia … un cementerio de mil kilómetros de largo y mil de kilómetros de ancho. Hombres, mujeres, niños, polacos, rusos, judíos, indiscriminadamente, algo que no se compara con ninguna acción humana.”

Más de 60 millones de personas – tres por ciento de la población del mundo – fueron asesinados o aniquilados en la Segunda Guerra Mundial. La mitad de las víctimas eran civiles.

Los hombres se vieron obligados a abandonar sus tierras y campos para ser enviados a los campos de batalla. Las mujeres fueron arrancadas de sus familias y enviadas a campos de trabajo forzado. A innumerables mujeres y hombres jóvenes se les negó el derecho más básico – el derecho a crecer y envejecer. La magnitud de la tragedia humana es simplemente incomprensible.

Señor Presidente, los sacrificios fueron inmensos – sólo Rusia perdió más de 25 millones de personas. El pueblo ruso se enfrentó a las fuerzas hostiles de la naturaleza. Ellos miraron al brutal enemigo de frente. Siguieron adelante hasta conquistar Berlín y detuvieron el avance nazi, lucharon para que los pueblos y las naciones puedan vivir en libertad.

Cuando la historia y las circunstancias exigieron valentía, ellos respondieron al llamado.

Durante la guerra, cada noticiario en Rusia comenzaba con la siguiente frase:

“VRAG NIE PRA-Y-DIOT, PA-Bieda BOO-DIT ZA-NAMI”

“El enemigo se ha detenido, y nosotros prevaleceremos.”

Gracias a su coraje y convicción, Rusia logró la victoria.

Pero, no había “un país” determinado que por sí solo fue capaz de detener el horror de la monstruosa maquinaria nazi. La decisión del Presidente Roosevelt de enviar tropas estadounidenses para luchar por la libertad cambió el curso de la historia. La lucha hombro con hombro de la Gran Bretaña de Winston Churchill fue una decisión valiente.

De no ser por la alianza de Estados Unidos, Gran Bretaña, Rusia, Francia y otros países, y la valentía de los soldados aliados, la trayectoria de la civilización habría sido terriblemente diferente.

El 25 de abril de 1945, los soldados de la 58ª División de Infantería Guardia Soviética y la 69a Infantería estadounidense se reunieron en el río Elba. Este histórico encuentro entre oriente y occidente marcó el final de las largas y sangrientas campañas de las potencias aliadas para dar marcha atrás a la agresión sin precedentes de la Alemania nazi contra Europa y la humanidad. Dos semanas más tarde, la guerra en Europa había terminado y seis años de muerte y destrucción, finalmente llegaron a su fin.

Señor Presidente, hace setenta años, en la hora más oscura de Europa, un tercio de los judíos del mundo perecieron en el Holocausto nazi. Como dijo una vez Elie Wiesel, y cito, “no todas las víctimas fueron judías, pero todos los judíos fueron víctimas.”

La magnitud de la destrucción es simplemente incomparable. No podemos comprender las riquezas de las mentes que perdimos en la destrucción del Berlín de Einstein o la Praga de Kafka. La tragedia de la Shoá es una mancha en la conciencia de la humanidad, una burla del concepto mismo del mundo civilizado, que nunca, nunca deberá olvidarse. La eliminación de los judíos de la faz de Europa no era un medio para alcanzar la meta – era el objetivo en sí.

En esta, la hora más oscura de las naciones aliadas se encendió la luz de la libertad. Las fuerzas estadounidenses y británicas vencieron valientemente a los alemanes en el frente occidental y en el Este. La 322a División de Fusileros del ejército ruso liberó el campo de exterminio de Auschwitz. El acero del espíritu de los aliados demostró ser más fuerte que el acero de los tanques y cañones contra los que luchaban. Gracias a ellos, la llama de la libertad continúa ardiendo brillantemente.

Sr. Presidente, nos encontramos aquí hoy para confirmar que la responsabilidad de prevenir atrocidades descanse sobre nuestros hombros. Hace setenta años, con las cenizas de la Segunda Guerra Mundial todavía humeantes, los vencedores de la guerra se unieron para crear la ONU y asegurar que “nunca jamás” habrá una promesa hueca.

Hoy, los valores fundamentales de esta institución están siendo amenazados por ideologías extremistas que atentan contra nuestra forma de vida. Desde África Occidental hasta Oriente Medio, el grupo de extremistas ha desatado una plaga de persecución creyendo que silenciando a individuos, pueden silenciar a la civilización.

Los terroristas que asaltaron la oficina de Charlie Hebdo en París atentaron contra la libertad – contra el derecho de toda persona a expresarse. El terrorista que asesinó a judíos en París y Copenhague atacó la igualdad – la idea de que todas las personas, sin importar su fe, son iguales. Al dirigirse contra civiles inocentes, los terroristas perpetraron contra la fraternidad – contra los lazos de nuestra humanidad compartida.

No nos equivoquemos damas y caballeros – la libertad está bajo ataque en el mundo entero. Se está librando una guerra contra la dignidad humana y los derechos humanos, y tenemos que luchar. Unidos, con coraje y convicción que podemos hacer retroceder la marea del extremismo violento y defender los valores que apreciamos.

La paz y la seguridad se ve amenazada por Irán también,el principal patrocinador del terrorismo en el mundo entero. La teocracia radical trabaja incansablemente para mejorar sus capacidades nucleares, mientras amenaza explícitamente “erradicar a Israel de la faz de la tierra.”

Pero, permítanme aclarar – no sólo la seguridad de Israel está bajo riesgo, sino la seguridad y la estabilidad del mundo entero.

Piensen lo que sería del mundo si Irán es libre de proceder. Un Irán nuclear generará una carrera armamentista en Oriente Medio. Además, proporcionará un paraguas nuclear que protegería a los grupos terroristas, permitiéndoles actuar con creciente impunidad.

Este no es el mundo que los hombres y mujeres que lucharon victoriosamente hace 70 años habrían deseado.

Señor Presidente, la Segunda Guerra Mundial nos enseñó que el costo de la inacción es simplemente demasiado alto. Esa es la razón de ser de esta institución y la obligación que debemos cumplir.

Cada uno de nosotros tiene una función que desempeñar en la lucha por los derechos humanos y la dignidad humana. Debemos superar la indiferencia. Debemos saber lo que representamos y defender nuestras creencias – nunca satisfacer al racismo; Nunca ignorar la incitación; nunca mantenerse en silencio ante advertencias o señales de guerra.

Desde esta Asamblea advierto al mundo – no cierren los ojos a las atrocidades que los rodean; Es su responsabilidad condenar el odio clara y terminantemente.

Proporcionen palabras y no armas a la próxima generación. Armen con ideas y no ideologías radicales. Enseñen tolerancia y no terrorismo. La guerra no es inevitable. No es una fuerza de la naturaleza ni parte de la naturaleza humana. La guerra puede prevenirse, sólo si nos mantenemos unidos para denunciar la indiferencia y la defensa de la paz.

Deseo finalizar con una cita del General Douglas MacArthur, Comandante Supremo Aliado del Pacífico Sud-occidental quien dijo:

“Es mi sincera esperanza – de hecho la esperanza de toda la humanidad – que de esta solemne ocasión, de la sangre y la matanza del pasado, emerja un mundo mejor un mundo fundado en la fe y la comprensión, un mundo dedicado a la dignidad del hombre y el cumplimiento de su más preciado deseo por la libertad, la tolerancia y la justicia.”

Señor Presidente, el deber recae sobre nosotros. Si deseamos que nuestros hijos vivan en un mundo construido sobre la libertad, la tolerancia y la justicia – debemos permanecer unidos para defender esos valores.

Muchas gracias, señor presidente.

Discurso pronunciado el 26 de febrero de 2015 ante la Asamblea General de las Naciones Unidas con motivo del septuagésimo aniversario del fin de la Segunda Guerra Mundial.

Traducido desde Times of Israel para Agencia de Noticias Enlace Judío México