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GUIDO MAISULS

El miedo es una de las emociones más básicas e instintivas del ser humano, un mecanismo de alerta para enfrentar los riesgos y amenazas sobre nuestra existencia cotidiana como por ejemplo una catástrofe natural, una enfermedad letal y contagiosa, una crisis económica devastadora, etc.

En nuestra sociedad argentina se han instalado miedos reales: el miedo a ser víctima de un delito, el miedo a perder el empleo, el miedo a la pobreza y muchos otros miedos.

El miedo es uno de los elementos psicológicos  más importante y decisivo que vienen utilizándose a través de la historia para controlar a las sociedades humanas, pues se  han instalado deliberadamente para poder manipularnos a través de esta verdadera cultura del miedo.

Hoy los argentinos tenemos miedo, nos han incorporado el miedo a nuestras vidas cotidianas, pues el terror sigue golpeando las puertas de nuestra sociedad.

Hace veintidós años atrás, destructivos explosivos puestos por manos terroristas, destruyeron la sede de la Embajada de Israel. Esa mañana del 17 de marzo de 1992 se produjo una violenta explosión en el centro de la ciudad de Buenos Aires, la poderosa onda expansiva destruyó también los edificios ubicados en las inmediaciones de las calles Arroyo y Suipacha. 29 personas murieron y 242 resultaron heridas. En este brutal ataque terrorista contra la embajada de Israel, sus autores nunca fueron encontrados, detenidos, ni juzgados. La causa judicial está estancada y este brutal crimen colectivo aún continúa impune.

Y a los argentinos nos instalaron el miedo.

Hace más de diez y nueve años atrás y un poco más de dos años después y apenas a una docena de cuadras de distancia, se produciría otro ataque terrorista en el centro de Buenos Aires aún más devastador. El 18 de julio de 1994 se produce el trágico y todavía impune atentado a la sede de la AMIA, el más sangriento atentado terrorista perpetrado en la historia argentina. Este segundo atentado criminal destruyó el edificio de la Asociación Mutual Israelita Argentina -AMIA- donde murieron 85 personas y otras 300 resultaron heridas.

Las evidencias responsabilizaron al Gobierno de Irán por el ataque, pero la causa judicial está prácticamente estancada, sin detenidos ni acusados, pese a estar vigente una orden de captura contra un grupo de ex funcionarios iraníes.

Y a los argentinos nos instalaron el miedo.

El  miércoles 14 de enero de 2015, el fiscal especial para la causa AMIA, Alberto Nisman, nos sorprendió al presentar ante la Justicia una denuncia contra varios funcionarios del gobierno nacional.

El domingo 18 de enero, cuatro días después de su denuncia y un día antes de que se presentara en el Congreso, Alberto Nisman, fue encontrado sin vida en su departamento de Puerto Madero. Debía presentarse ante el Congreso con las pruebas sobre las negociaciones de blanquear a los iraníes acusados.

Y estalló la tercera bomba en la Argentina.

Y a los argentinos nos instalaron de nuevo el miedo.

Dicen que el terror es el sentimiento del miedo llevado a su máximo extremo. Comentan que el terror irrumpe cuando el miedo ya ha superado los dictados del cerebro y la razón huye despavorida a territorios muy remotos.

Sabemos que el terror es utilizado hoy en día como una poderosa arma de dominación, de sojuzgamiento, de alineación y de muerte por los que odian la Vida. El terror esta inexorablemente al servicio de la muerte.
 
Nos decía el filósofo griego Epicteto:”No hay que tener miedo de la pobreza ni del destierro, ni de la cárcel, ni de la muerte. De lo que hay que tener miedo es del propio miedo”

Y los ciudadanos argentinos venceremos al miedo y elegiremos la Vida.

Fuente:identidades.com.ar