Weizmann_Truman_1948

MAX BERY

Prácticamente todo el mundo conoce  los pormenores  de esta  famosa Declaración, pero  menos conocidos  son los motivos políticos que llevaron  a la Gran Bretaña a tomar tal decisión.

En  junio de 1917, Arthur Balfour,  el Secretario de Relaciones Extranjeras británico estaba negociando una nueva política sobre Palestina con un científico ruso de nombre Doctor Chaim Weizmann.

Los dos hombres  se habían encontrado 10 años antes pero sus relaciones posteriores fueron inconsecuentes. A  Balfour le apodaban Niminy Piminy o Pretty Fanny por sus pómulos rosados y sus piernas delgadas, pero también” Balfour el Sangriento”, por su dureza cuando fue Secretario en jefe para Irlanda. Representaba una mezcla del poder mercantil escoces y de la  aristocracia inglesa. Su madre  era la hermana del Primer  Ministro victoriano Robert Cecil, marques de Salisbury. Era un filósofo, poeta y jugador entusiasta de tenis que nunca se casó.

Weizmann no podía haber procedido de un mundo más distinto. Era  hijo de  un comerciante en maderas, patriarcal y sardónico, con lo caustico y lo  bromista  de un intelectual ruso. Era de naturaleza aristocrática, se sentía en casa  con reyes y primeros ministros y se las ingenió para ganarse el respecto de gente tan distinta como Winston Churchill, Lawrence de Arabia y el Presidente Truman. Su esposa Vera, hija de uno de los  pocos oficiales judíos del ejército zarista,  consideraba a los  judíos  rusos como plebeyos y prefería la compañía de la nobleza inglesa.  Se preocupaba para que su “ Chaimchik”  siempre estuviera vestido como un gentleman. Weizman, un sionista apasionado despreciaba a los antisionistas. Se parecía  físicamente a Lenin y a veces se le confundían con él. Era un conversador brillante y  dominaba el inglés a la perfección. Con su acento ruso  tenía un carisma casi femenino,  pero  era  un atacante mordaz. Tenía  un entusiasmo candente y una visión profética.

El antiguo estudiante de Eton y el graduado de Pinsk se encontraron en 1906 por la primera vez. Su plática fue corta.  Balfour , en 1903 siendo Primer Ministro, había ofrecido Uganda a los sionistas. Weizmann le contestó que si Moises hubiese oído  mencionar Uganda seguramente habría roto otra vez las tablas de la Ley.

Esta conversación no llevó a nada, pero Weizmann había logrado tomar contacto con el hombre más importante  del Estado Imperial. Balfour perdió las elecciones y estuvo varios años fuera del poder. Mientras tanto Weizmann hacía campaña para construir una Universidad hebrea en Jerusalem, que visitó por la primera vez poco después de su encuentro con Balfour. Las dinámicas  granjas sionistas  (kibutzim) de Palestina le emocionaron mucho, pero se horrorizó cuando visitó Jerusalem, una ciudad viviendo de la caridad, un ghetto miserable que no tenía un inmueble decente. Cada grupo étnico tenía  su  barrio, excepto los judíos.

Al principio de la  Gran Guerra  Weizmann fue llamado por el Almirantazgo, dirigido por  el carismático  y enérgico Winston Churchill ,quien le dijo:” Doctor Weizmann ,necesitamos 30,000 toneladas de acetona.( Weizmann había descubierto una nueva fórmula para hacer acetona, el solvente que se utiliza para fabricar explosivos).¿ “ Lo puede hacer”?, pregunto  Churchill”. Weizmann  dijo que si, y lo hizo.

Unos meses después, en diciembre 1914 Weizmann asistió a un desayuno con Lloyd George, quien era el Ministro de Hacienda y su colega Herbert Samuel. Se sorprendió cuando se dio cuenta de que los políticos veían el sionismo con simpatía. Lloyd George se ofreció a presentarle a Balfour, sin saber que los dos hombres ya se habían encontrado anteriormente.  Weizmann se inquietaba por la reacción  de Samuel, un banquero anglo-judío relacionado con los Rothschilds y los Montefiores, los dos  antisionistas,  hasta que este le reveló que estaba preparando un memorándum sobre un Hogar Judío.

En enero 1915 Samuel entregó este memorándum al Primer Ministro Herbert Asquith, en el cual mencionaba su simpatía con la idea de permitir un hogar para el  pueblo hebreo. Se sorprendió en saber que el otro partidario de esta propuesta era Lloyd George. A  Asquith no le importaban los judíos, pero pensó que era un ultraje  dejar que los Lugares Santos pasaran en posesión de los agnósticos y ateos  franceses. Asquith estaba en lo cierto en pensar que Lloyd George quería  Jerusalem para los ingleses, pero equivocado en pensar en una actitud  negativa de los judíos al respecto.

Lloyd George, un maestro de escuela de ojos azules, cuyo largo pelo blanco le hacía parecer más un artista que un hombre de estado, se interesaba por los judíos y había representado  a los Sionistas como abogado, diez años antes. Volvió a presentar Weizmann con Balfour, quienes  después  se encontraron regularmente, paseándose alrededor de Whitehall de noche y discutiendo cómo un Hogar Judío podría ser útil para los propósitos de los británicos.

La Ciencia y el Sionismo se  entremezclaron más todavía, porque Balfour era ahora Primer Lord del Almirantazgo y Lloyd George era Ministro de las Municiones, los dos portafolios que más interesaban  a Weizman, por sus conocimientos  sobre los explosivos. Churchill más adelante, reconociendo  la aportación de Weizmann en  la guerra ,  decidió  apoyar a los judíos ,pero de hecho  ya disponía  también de un fuerte  respaldo en  el Gabinete.

Una  vez más la Biblia, el libro de Jerusalem, demostró su influencia, dos mil años después de haber sido escrito.” Inglaterra era una nación bíblica” escribía Weizmann. Estos políticos británicos de la vieja escuela eran genuinamente religiosos. Entendían como una realidad este concepto del Retorno. Así como América,  escribía Lloyd George, Inglaterra era el único país donde el deseo de los judíos de retornar a su antigua patria estaba visto como una aspiración natural, que no se podía negar.

Había algo más complejo en su actitud hacía los judíos. Los líderes británicos simpatizaban con los judíos rusos, ya que la represión sarista se había amplificado durante la guerra. La clase alta europea  había sido impresionada  por la  fabulosa fortuna, el poder exótico y los suntuosos palacios de los Rothschilds. Sin embargo había algo que les intrigaba: no podían decidir si la judía era una noble raza de  héroes bíblicos, como el rey David o los Macabeos, o bien unos siniestros conspiradores de nariz ganchuda, con poderes  sobrenaturales. En una época de discusiones sobre las  superioridades raciales, Balfour y Churchill estaban convencidos de que los judíos eran la raza más talentosa que la humanidad había conocido, pero a la vez la consideraba misteriosa, escogida para la manifestación suprema tanto de lo divino como de lo diabólico. Lloyd George en privado criticaba a  Herbert Samuel por tener las peores características de su raza. Pero los tres eran filosemitas genuinos.

Sin embargo el “timing” es primordial en política. En diciembre 1916 el Gobierno de Asquith cayó, Loyd George se volvió Primer Ministro y nombró a Balfour como Secretario de Relaciones Exteriores.  Los dos estaban decididos en hacer todo lo posible para ganar la guerra contra Alemania En vista de  su actitud tan peculiar hacía los Judíos y de las circunstancias en 1917,  tanto  Llyod George   como Balfour se convencieron de  que el Sionismo era esencial para ayudar la Gran Bretaña en conseguir la victoria.

En la primavera de 1917 los Estados Unidos entraron en la guerra y la Revolución rusa destronó el emperador Nicolás II. Se suponía que los  medios oficiales norteamericanos podrían ser favorables  si el regreso de los judíos a Palestina se volviera un propósito de la política inglesa. Balfour , al punto de visitar América, dijo a sus colegas que la gran mayoría de los judíos  de  Rusia y América parecían ahora favorables al Sionismo. Si Gran Bretaña quisiera  hacer una declaración  oficial pro sionista, podría ser una propaganda muy útil tanto en Rusia  como en América.

Por otra parte los británicos se enteraron que, por su lado los alemanes estaban también considerando en hacer una declaración  sionista: después de todo el Sionismo era una idea germano-austriaca y, hasta 1914 los sionistas tenían Berlín como base. Cuando Jemal  Pacha, el tirano de Jerusalem, visitó Berlín en agosto 1917 se encontró con sionistas alemanes y el Gran Vizir otomano Talaat Pacha, a regañadientes aceptó promover un Hogar Nacional Judío.

Eso y no el carisma de Weizmann fueron las razones reales de que Gran Bretaña  abrazara el Sionismo. Pero  el tiempo era apremiante. Sir Mark Sykes, ahora en el Gobierno, se convenció de repente de  que Gran Bretaña necesitaba la amistad de todos los Judíos del mundo, porque con la  “judería  mundial  en  contra nuestra no hay posibilidad de ganar la guerra”. Lloyd George argumentaba que  los judíos podrían ser más útiles que los  árabes. Muchos magnates  judíos ingleses no  estuvieron de acuerdo: Claudio Goldsmith Montefiore, el pequeño sobrino, de Sir Moisés, respaldado  por algunos de los Rotschilds, hicieron campaña  contra el sionismo, muy a pesar de Weizmann.

Montagu y Montefiore retrasaron la Declaración, pero Weizmann persistió y conquistó  la aprobación de los  importantes judíos de la misma manera que había conquistado la de Whitehall. Se ganó  el respaldo de la veinteañera  Dolly de Rotschild, y después de Lord Rotschild,  el Rey sin corona de la judería inglesa, lo que permitió a Weizmann derrotar a los oponentes judíos.

Los Franceses y después los Americanos dieron su aprobación, allanándose así  el camino para que  fines de octubre, el mismo día que el general  Allenby conquistara Beersheva, Sykes  saliera de su oficina, buscando a Weizmann, quien esperaba  nervioso en la antesala, y le gritara” ¡Dr Weizmann, es un niño!”

El 9 de Noviembre Balfour emitió su Declaración, dirigida a Lord Rotschild que proclamaba “El Gobierno de su Majestad considera favorablemente el establecimiento de un Hogar Nacional Judío en Palestina…. Se sobreentiende que nada se podrá hacer que  perjudique  los derechos civiles y religiosos de las comunidades no judías  ya  existentes.”

La Declaración estaba destinada a  alejar los judíos rusos del Bolchevismo, pero la misma noche  de que se publicara, Lenin tomó el poder en San Petersburgo. Si Lenin se hubiera movido unos días antes, es posible que la Declaración  Balfour nunca hubiera visto el día. Irónicamente el Sionismo, promovido por los judíos rusos—desde Weizmann en el Whitehall hasta Ben Gurión en Jerusalem , fue ignorado  por  la judería rusa  hasta la caída de la Unión Soviética en 1991

La Declaración, de hecho, debería haberse  nombrado  no de Balfour sino  de Lloyd George . Fue este último que decidió que la Gran Bretaña debería  poseer Palestina, y esto fue la pre condición para la formación de  un Hogar Judío. No estaba  él  dispuesto a compartirla con Francia o cualquier otro  país. Cuando Allenby penetró en Palestina , Lloyd George  le pidió la captura de Jerusalem como un” presente de  Navidad para la nación británica”

Esta Declaración fue incorporada en el Tratado de Sèvres ( 1919) entre Turquía y los Aliados. El documento original se conserva en la Biblioteca británica.