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La fiscalía de Marsella explica que el descenso del aparato y el cierre de la cabina al comandante fueron intencionados
Andreas Lubitz, un copiloto formado en la escuela de vuelo de Lufthansa

El copiloto del avión siniestrado en Los Alpes franceses accionó de manera deliberada el descenso del avión, impidió al comandante volver a la cabina y estuvo vivo hasta que se estrelló el vuelo de Germanwings, con 150 personas a bordo. Esta es la explicación que ha dado hace unos minutos el fiscal de Marsella que investiga el caso, Brice Robin.

De la grabación se deduce que el copiloto tenía la “voluntad de destruir el avión”, ha dicho Robin que ha descrito cómo en los últimos diez minutos de grabación, el copiloto asumió el mando de la nave a petición del comandante. Posteriormente, se escucha un ruido que identifica con el de un asiento que se echa para atrás y la puerta que se cierra.

El fiscal ha sostenido que el copiloto fue quien manipuló y accionó “de forma voluntaria” el descenso. Después, “se escuchan llamadas del comandantes, por el interfono, identificándose, pero sin recibir respuesta del copiloto”. “Su respiración, en apariencia al menos es una respiración normal”, ha añadido antes de afirmar que “nada permite decir que se trata de un atentado terrorista”.

“Los gritos de los pasajeros solo se oyeron en el último momento”, ha añadido el fiscal.

Robin ha explicado cómo los últimos minutos de la conversación grabada entre el comandante y el copiloto, éste tuvo respuestas “lacónicas, breves”. Fue en el momento en el que el profesional al mando del aparato comenzó a hablar del aterrizaje.

La versión coincide con la tesis adelantada por The New York Times que ha publicado que uno de los dos pilotos del A320 de Germanwings que se estrelló el martes en los Alpes franceses se encontraba fuera de la cabina en el momento del accidente y no logró volver a entrar pese a golpear la puerta con insistencia. La fiscalía alemana había confirmado también que uno de los pilotos estaba fuera.

Ya el miércoles, Rémi Jouty, responsable del BEA (oficina de investigación de accidentes aéreos), explicó que la trayectoria seguida por el avión no era compatible “con un avión controlado por los pilotos” hasta estrellarse. Tampoco, añadió, “con un avión controlado por el piloto automático”, salvo en la fase inicial de descenso. Por tanto, si el Airbus era manejado conscientemente hasta el final por los pilotos en su descenso, algo que no precisó, solo hubiera seguido esa trayectoria en caso de un accidente provocado.

En efecto, los expertos ya habían señalado desde el martes, horas después del siniestro, que el avión tuvo que iniciar el descenso de forma deliberada por parte de la tripulación. Lo que no eran capaces de interpretar era por qué había mantenido esa pérdida de altitud durante diez minutos hasta que el avión se estrelló.

Las últimas noticias sobre este caso recuerdan el siniestro ocurrido en 1999 en Estados Unidos, cuando un avión de EgiptAir se precipitó al mar con 217 personas a bordo. En esa ocasión, se manejó la hipótesis de un accidente deliberado por parte del comandante.

De otra parte, ahora se expone cómo las medidas para proteger el acceso a la cabina del avión pueden volverse en contra. Esas medidas se establecieron tras los atentados del 11-S en Nueva York. Todos los aviones deben poder bloquear y blindar la entrada en la cabina. Airbus desarrolló su propio sistema. Si el o los ocupantes de la cabina pierden el conocimiento, se puede acceder desde el exterior mediante una clave. Pero si uno o los dos pilotos bloquean a través de una clavija la puerta, es imposible entrar. La investigación tendrá que dilucidar si el único piloto que se quedó en la cabina bloqueó, en efecto, el sistema para que nadie pudiera entrar.

Fuente: El País