AGENCIA DE NOTICIAS ENLACE JUDÍO MÉXICO – Los sunitas ven el acuerdo reflejando la debilidad estadounidense, los chiítas lo ven reflejando el ascenso iraní.

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Un acuerdo sobre las líneas generales de un acuerdo nuclear con Irán, un país involucrado profundamente en la red de conflictos sangrientos del Medio Oriente, es poco probable que ayude a desactivar las guerras sectarias y podría incluso ensanchar las líneas de falla, dicen funcionarios y personas árabes a lo largo de la región.

Durante años, limitar las ambiciones nucleares del Irán chiíta estaba en lo alto de la agenda para los países árabes sunitas de la región. Ahora se preocupan porque un acuerdo podría facultar económicamente a Teherán si se establece el alivio de las sanciones, y lo envalentonan políticamente mientras surge como un actor en la escena mundial.

La percepción, solamente, que Irán se beneficiaría o surgiría facultado a partir de un acuerdo podría alimentar una reacción sunita y empeorar la lucha sectaria a través de la región, dijeron funcionarios y analistas.

“Hay un Irán nuclear siendo tratado a través de este acuerdo, pero lo que es mucho más preocupante es el Irán sectario y el Irán expansionista”, dijo Abdulkhaleq Abdulla, un profesor retirado de ciencias políticas en los Emiratos Arabes Unidos que está familiarizado con el pensamiento del gobierno emiratí. “Eso es 10 veces más peligroso”.

En el Occidente, los partidarios de un acuerdo nuclear con Irán esperan que pueda generar impulso para ayudar a calmar al Medio Oriente. Un diplomático estadounidense en la región dijo que la medida evitaría una carrera de armas nucleares entre Irán y Arabia Saudita. “Abordó una importante preocupación regional”, dijo el diplomático, aunque permanecen otras cuestiones.

Para muchos aliados estadounidenses en la región, el movimiento hacia una acomodación entre las potencias mundiales e Irán fue más significativo que los términos precisos de cualquier acuerdo en sí mismo.

Arabia Saudita—principal rival árabe de Irán—había forjado su propio camino bastante antes que concluyeran las conversaciones nucleares. La semana pasada, una coalición de 10 naciones árabes liderada por los sauditas comenzó ataques aéreos en Yemen contra los rebeldes hutíes respaldados por Irán que habían expulsado al exilio al presidente respaldado por los saudíes.

El combate en Yemen aceleró los planes por parte de las naciones del Golfo y Egipto para crear una fuerza militar árabe conjunta para vigilar la región y, dicen los líderes del Golfo, contrarrestar la influencia de Irán.

El presidente estadounidense Barack Obama dijo el jueves que había llamado al rey saudí Salman para “reafirmar nuestro compromiso con nuestros socios en el Golfo”. El presidente dijo que invitaría a los seis países del Consejo de Cooperación del Golfo—Arabia Saudita, Emiratos Arabes Unidos, Qatar, Bahrein, Kuwait y Omán—a una cumbre de seguridad en Camp David en las próximas semanas.

El Rey Salman dijo al Sr. Obama que “espera que llegar a un acuerdo final y vinculante llevaría a mejorar la seguridad y estabilidad en la región y el mundo”, dijo la agencia noticiosa estatal saudí.

Jamal Khashoggi, un veterano periodista y comentarista político saudí, dijo que los saudíes no serían disuadidos por ninguna suavización occidental hacia Irán. El Reino “todavía va a manejar el expansionismo de Irán. No va a dejar eso en manos de los estadounidenses”.

Un funcionario de alto rango del gobierno egipcio dijo que El Cairo no se opone al acuerdo pero comparte la visión de Arabia Saudita y otros aliados regionales que las restricciones sobre la búsqueda de energía nuclear de Irán deben ser aplicadas en forma enérgica.

En Irak y Líbano, dos países donde Irán detenta importante influencia, los funcionarios sunitas dijeron que el acuerdo reflejaba la debilidad de la política estadounidense en el Medio Oriente, especialmente al enfrentar a un Irán en ascenso.

“Este acuerdo nuclear es algo para salvar la imagen para Obama”, dijo Hamid al-Mutlag, un legislador iraquí sunita. “Estados Unidos debe poner una condición sobre Irán en este acuerdo: las manos afuera de Irak.”

El Ministro del Interior de Líbano, Nohad Machnouk, quien está aliado con el bando político pro-occidental del país, dijo que los estados árabes ya no estaban más esperando que Estados Unidos emprenda acciones.

El Sr. Machnouk, quien tiene vínculos estrechos con funcionarios saudíes, dijo que había comenzado un “despertar árabe”. “Al final, resulta que hay árabes que decidieron que no serán débiles”, dijo en la televisión local, refiriéndose a la campaña liderada por los saudíes en Yemen.

Dijo que la campaña fue un raro ejemplo de los países árabes diciendo: “Podemos decidir sin los estadounidenses, con o sin su aprobación”.

La influencia regional de Irán se ha difundido y llegó a un pico, dicen los funcionarios a lo largo de la región, en los años desde un levantamiento en Siria contra un régimen vinculado con los chiítas que se volvió sectario, provocando el ascenso de extremistas sunitas y arrastrando a Irán en la defensa de sus representantes y aliados en Siria, Irak y Líbano.

Algunos de los aliados regionales de Irán vieron el movimiento hacia un acuerdo como una victoria de política exterior para Teherán.

Incapaz de asimilar enfrentar militarmente a Irán, Estados Unidos “aceptó el actual acuerdo”, dijo Hassan Slim, miembro del parlamento iraquí cuyo bloque político representa a Asa’ib Ahl al-Haq, una de las milicias chiítas más poderosas de Irak.

Los partidarios del presidente sirio Bashar al-Assad, cuyo régimen ha sobrevivido a la rebelión de cuatro años en parte debido al apoyo iraní, también aclamaron la noticia en los medios sociales.

Los sirios simpatizantes de la oposición, mientras tanto, dijeron que les preocupaba que cualquier alivio de las sanciones haría a Irán aún más firme en su apoyo al régimen, prolongando la guerra allí. Un Irán cómodo financieramente “aumentaría su armamentización del régimen, mientras aumenta los temores y obstinación de los estados del Golfo que aumentarán su apoyo a las brigadas rebeldes”, dijo un residente de Damasco.

Los sirios, libaneses e iraquíes vieron las conversaciones nucleares en su mayoría como una fase en la lucha por la dominación entre el Occidente y sus aliados árabes por un lado, e Irán por el otro, que ha sido jugada en sus países.

Algunos funcionarios y observadores estadounidenses y europeos dijeron que esperaban que un acuerdo nuclear con Irán podría aliviar algunos de los conflictos que están enturbiando el Medio Oriente.

Si un acuerdo sirve para fomentar la confianza de Irán en el Occidente, puede “abrir la puerta para un compromiso potencial en Siria”, dijo Lina Khatib, directora del Centro Carnegie para Medio Oriente. No hay garantía que la dinámica se filtre hacia afuera, dijeron la Srta. Khatib y otros analistas, pero sin un acuerdo nuclear con Irán, “esa puerta permanece cerrada”, dijo ella.

A lo largo de la región prevaleció una opinión más cínica. Las personas hablaron de un gran juego en el que los líderes políticos y ciudadanos promedio locales son peones. Ellos dicen que el resultado de las conversaciones nucleares es irrelevante en esta parte del Medio Oriente, tanto para el baño de sangre que plaga sus vidas diarias, como para la política de fuerzas a largo plazo que ha dado forma a la región desde que fueron extraídos estados independientes a través de acuerdos coloniales.

“Las élites planifican y los estúpidos matan”, dijo Jihad Ghamloush, un chiita del sur de Líbano. “Lo que nunca cambiará, ni siquiera con un acuerdo, es el juego de poder por sobre los intereses en la región. Eso siempre permanecerá”.

Nour Malas en Beirut y Rory Jones en Dubai

Traducción: Marcela Lubczanski

Fuente: The Wall Street Journal