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MARCOS GOJMAN

 

La emancipación es el reconocimiento de una sociedad de que los judíos tienen los mismos derechos que todos los demás ciudadanos de un país.

La Declaración de Derechos del Estado de Virginia (Estados Unidos) es un documento que fue redactado en 1776 y que proclamaba los derechos inherentes del hombre. Su contenido no sólo influyó la Declaración de Independencia de Estados Unidos y su Carta de los Derechos (1789) sino también la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, promulgados por la Asamblea Nacional de Francia en 1789. Su importancia estriba en que fue la primera vez que se protegían los derechos individuales dentro de un marco constitucional, lo que los convertía en un precepto universal con carácter de ley.

La Asamblea francesa declaró en el artículo X de la Declaración de los Derechos del Hombre: “Nadie debe ser molestado por sus creencias o su religión, ni acosado al ejercer su forma de culto, previendo que las formas de culto no alteren el orden público como lo establece la ley”. Además, el 28 de septiembre de 1791, la Asamblea decretó que todos los judíos de Francia tenían los mismos derechos que todos los ciudadanos activos. Los judíos franceses habían sido emancipados.

La emancipación es el reconocimiento de una sociedad de que los judíos tienen los mismos derechos que todos los demás ciudadanos de un país. La revolución francesa se los había otorgado, pero fue Napoleón quien los hizo una realidad. En sus campañas militares, el ejército francés llevaba los principios de la revolución francesa, al tiempo que abría las puertas del gueto.

Michael Goldfarb, en su libro “Emancipation”, nos cuenta: “En Ancona, había una comunidad judía de buen tamaño. Los hombres eran obligados a usar una insignia amarilla en sus sombreros, para distinguirlos aún más de sus vecinos. Para finales de febrero de 1797, las tropas de Napoleón habían tomado la ciudad. Un pelotón compuesto en su mayoría por soldados judíos, fue enviado a la Via Astagna y se pusieron a trabajar en la demolición de las puertas del gueto. Cuando las puertas ya no estaban más, marcharon por las calles vacías. Lentamente la gente empezó a salir y a observar a los soldados. Un soldado gritó en hebreo a uno de los curiosos, “Ven para acá”. Un suspiro de sorpresa se dejó sentir entre el grupo de gente que crecía. “¿Eres judío?” “Si”.

¿Soldados judíos portando el uniforme de Francia, un país cristiano? Sí, una de las obligaciones de un “ciudadano activo” de un país es el servicio militar. Hubo más conversación en hebreo, cuando de repente, un soldado desprendió la insignia amarilla del sombrero de uno de los habitantes del gueto, se quitó su listón revolucionario rojo, blanco y azul y se lo puso donde antes estuvo la insignia. Otro soldado repitió el mismo gesto y luego otro más. Los judíos de Ancona habían sido emancipados. “

Napoleón no sólo abrió las puertas del gueto de Ancona. También lo hizo en Turín, Milán, Roma y Venecia. Las ideas de Virginia habían llegado hasta Ancona.

Bibliografía: Emancipation de Michael Goldfarb, the Jewish Religion de Louis Jacobs y otras fuentes.

Fuente:alreguelajat.com