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Itzchak Belfer es el último de los sobrevivientes del orfanato que fue llevado adelante por el médico y pedagogo, Yanusz Korczak, en la ciudad polaca de Varsovia, en la Segunda Guerra Mundial. Hoy, a sus 90 años, este artista israelí recuerda sus días en aquel lugar, donde los seres humanos eran tratados con la misma dignidad y consideración que los adultos. Y recalca que Korczak está siempre con él, tanto en el pensamiento, como en el espíritu. 

Korcsak fue director del orfanato desde 1912- Cuando la Segunda Guerra Mundial estalló en 1939, Korczak primero se negó a aceptar la ocupación alemana y prestar atención a sus regulaciones, sin embargo, cuando los judíos de Varsovia fueron obligados a mudarse a un gueto, Korczak reorientó sus esfuerzos en los niños de su orfanato.

A pesar de las ofertas de sus amigos polacos  de esconderlo en el lado “ario” de la ciudad, Korczak se negó a abandonar a los niños. Belfer fue uno de esos niños y en realidad nunca dejó el orfanato gracias a que el recuerdo del médico polaco y educador que lo salvó vive en sus dibujos y pinturas, en las que describe la obra de Korczak y su asistente, Stepha Wilczyńska, en el orfanato, su amor por los niños y su total dedicación a salvarlos, lo que llevó a su trágico final.

Es que Korczak, cuyo nombre real era Henryk Goldszmith, murió el 5 de agosto de 1942, durante una ola de deportaciones desde el gueto, en el que los nazis lo detuvieron junto a sus 200 niños. Marcharon en filas a la Umschlagplatz con Korczak en la delantera. Él nunca abandonó a sus hijos, incluso hasta el final.

Korczak y los niños fueron enviados a Treblinka, donde todos fueron asesinados. En la famosa novela ‘El pianista’, publicada en 1946 por Wladyslaw Szpilman, se cuenta cómo el doctor Korczak “les dijo a los huérfanos, sonriendo, que se preparasen para ir de excursión; cambiarían el aire opresivo de la ciudad por praderas con flores, arroyos donde bañarse y bosques con fresas y setas para comer. Les dijo que se pusieran su mejor ropa, y así vestidos salieron al patio, formaron una fila de a dos, felices y sonrientes. Al frente iba el doctor Korczak cogiendo la mano a un niño. Delante de ellos iba un oficial de las SS”.

Fuente:Itongadol

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