AGENCIA DE NOTICIAS ENLACE JUDÍO MÉXICO – Tres hermanas rumanas mantuvieron correspondencia durante 50 años con Emile Zola, Alejandro Dumas hijo, Julio Verne y otras grandes figuras de la literatura, recopilando una colección única y de incalculable valor.

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Una biblioteca en la ciudad portuaria rumana de Galati es el escenario de la curiosa historia de tres hermanas que consagraron sus vidas a leer y construir un tesoro de autógrafos y fotografías de algunos de los grandes nombres de la literatura universal.

Las cartas de las hermanas Schwartz, Antonia, Rovena y Emilia, conservadas en una cámara de seguridad, conforman una impresionante colección de escritores como Julio Verne, Mark Twain y Emile Zola.

“Es un acercamiento único, sin precedentes para la época. La correspondencia data desde finales del siglo XIX a principios del XX. Las cartas son de valor incalculable internacionalmente porque fueron escritas por personalidades culturales universales”, dijo Zanfir Ilie, director de la Biblioteca VA Urechia.

Se han preservado más de 700 cartas personales, así como algunas fotografías, que a su vez eran muy inusuales en esos tiempos. Las hermanas Schwartz eran de origen judío y los intercambios sobre el antisemitismo ocupan un lugar especial en la correspondencia, incluido el caso Dreyfus, que dividió a Francia.

El capitán Alfred Dreyfus, un joven soldado francés descendiente de judíos, fue erróneamente condenado por traición. Posteriormente, se supo que el antisemitismo estaba en el origen de su sentencia.

“Son temas sociales, políticos. También había correspondencia con la señora Dreyfus y con el famoso arqueólogo Salomon Reinach”, agregó la investigadora Delia Pohrib.

Estas tres hermanas, ninguna de las cuales tuvo familia propia, fundaron la organización benéfica Lumina para ayudar a los niños en dificultades, fueran o no de origen judío. Algunas de sus misivas solicitaban a influyentes amigos manifestarse contra la difícil situación de los judíos expulsados de sus casas en Rumania.

“Rovena Schwartz mantuvo correspondencia con el famoso arqueólogo francés Salomon Reinach y durante esa etapa, él ayudó financieramente a la organización benéfica Lumina”, señaló Delia Pohrib.

En 1965, Emilia Schwartz, donó todo a la biblioteca. Las hermanas no fueron conscientes del valor de su colección y tampoco sabían que dejarían su propio legado literario.

Fuente: laprensa.hn