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THE WALL STREET JOURNAL

 

La República Islámica de Irán ha estado en el negocio de la toma de rehenes desde sus primeros días, así que a nadie debe de sorprender la noticia de que barcos de guerra iraníes capturaron un buque de carga y a su tripulación en el Estrecho de Ormuz. Pero es un recordatorio útil del tipo de régimen con el cual el Occidente está ahora tratando de cerrar una negociación nuclear.

El M/V Maersk Tigris, un buque porta-contenedores con bandera de las Islas Marshall, estaba transitando el estrecho junto a una ruta marítima reconocida internacionalmente cuando fue rodeado por artillados del Cuerpo de la Guardia Revolucionaria de Irán. Los iraníes ordenaron al barco desviarse a aguas iraníes e hicieron disparos de advertencia cuando el capitán del Tigris se negó, enviando un llamado de socorro que fue tomado por el destructor USS Farragut. Los iraníes entonces abordaron el barco y lo dirigieron hacia el puerto iraní de Bandar Abbas.

Veremos cuánto dura esta “desviación”, y que precio exigirá Irán para liberar al barco y a su tripulación. El incidente llega menos de una semana después que una caravana de carga y buques de guerra iraníes con destino a los aliados huzíes de Teherán en Yemen fue ensombrecida por buques de la Armada de Estados Unidos, dando finalmente la vuelta. También se desprende de un incidente cuando buques de guerra iraníes rodearon, pero no abordaron, a otro gran buque de Maersk, el Kensington con bandera de Estados Unidos.

Tal vez eso significa que los iraníes están tratando meramente de anotar puntos políticos jugando un juego de revancha. Pero el esfuerzo estadounidense por alejar de Yemen a la caravana iraní estuvo al servicio de un embargo de armas de la ONU contra los huzíes. La acción iraní es efectivamente idéntica a la captura de barcos por parte de los piratas somalíes en el Golfo de Adén del Océano Indico y el Mar Árabe.

Es también un recordatorio de que Irán no ha moderado su comportamiento canalla durante la presidencia de Hasan Rouhani, cuya propia presunta moderación es una de las justificaciones de la administración Obama para buscar un acuerdo nuclear.

Por el contrario, el Sr. Rouhani ha presidido la renovada represión interna y redobló la agresión regional. Se supone que un acuerdo nuclear facilite el retorno de Irán a la comunidad de naciones civilizadas, pero hasta ahora las concesiones occidentales parecen haberlo envalentonado en pensar que puede hacer lo que le plazca. El hábito de capturar barcos desarmados en alta mar—o a periodistas extranjeros inocentes que están trabajando en Irán—es barbarie.

Los apologistas de Irán atribuirán, sin duda,  la captura del Tigris a “facciones de línea dura” dentro del régimen. Eso podría ser cierto, pero sólo pone de relieve la inutilidad de llegar a un acuerdo con un régimen en el cual los intransigentes pueden obrar con impunidad. ¿Qué sucederá cuando Teherán decida encarcelar a inspectores de la ONU, molestos porque están tratando de verificar las promesas nucleares de Irán?

El desdén de Irán por las convenciones marítimas básicas es un buen indicador de cómo abordará cualquier acuerdo que firme, motivo por el cual el gobierno de Obama se está engañando en que puede trazar una línea entre el comportamiento de todos los días de Irán y sus compromisos nucleares. Los piratas no mantienen su palabra, y es peligroso negociar como si lo fueran a hacer.

Traducido por Marcela Lubczanski para Enlace Judío México