AGENCIA DE NOTICIAS ENLACE JUDÍO MÉXICO.
Érase una vez, un poderoso emperador japonés que anunció la búsqueda de un nuevo Jefe Samurai.
Después de un año, sólo tres aplicaron para el trabajo: un japonés, un chino y un samurai judío.
“¡Demuestren sus habilidades!”, mandó el emperador.
El samurai japonés dio un paso adelante, abrió una pequeña caja, liberó una mosca, sacó su sable y ¡swish!, la mosca cayó al suelo, partida perfectamente en dos partes.
“¡Qué hazaña!” dijo el emperador. Samurái número dos, muéstrame lo que haces.”
El samurai chino sonrió con confianza, se adelantó y abrió una pequeña caja, liberó una mosca, sacó su sable y ¡swish, swish!, la mosca cayó al suelo partida perfectamente cuatro partes.
“¡Esa es la habilidad!” asintió con la cabeza el emperador. “¿Cómo va a superar eso, Samurai número tres?”
El Samurai judío, Schmuel Obi-wan Feinsilber, dio un paso adelante, abrió una pequeña caja liberando una mosca, sacó su sable y ¡swoooooosh! Floreció su espada tan poderosamente que una ráfaga de viento sopló a través de la habitación, pero la mosca seguía zumbando alrededor.
Decepcionado, el emperador preguntó: “¿Qué clase de habilidad es esa? La mosca ni siquiera está muerta.”
“¿Muerta?” respondió el samurái judío. “Matarla es fácil, pero hacerle la circuncisión, es realmente una habilidad…”.
Traducción: Vera Wallach