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AGENCIA DE NOTICIAS ENLACE JUDÍO MÉXICO

Con el gueto como punto neurálgico, la comunidad judía de Roma, la más antigua de Europa, mantiene sus tradiciones pese a situaciones que la han marcado o el reforzamiento de medidas de seguridad, tras los atentados de enero pasado en Francia.

Con más de dos mil años de historia, ya que según expertos la presencia de judíos en Roma data de al menos el siglo II antes de Cristo (cuando llegaron como esclavos), la comunidad hebrea estuvo un tiempo obligada a vivir dentro del gueto.

Ello ocurrió a partir de 1555, cuando el entonces Papa Paolo IV, a través de la bula “Cum nimisabsurdum”, revocó todos los derechos concedidos a los judíos romanos y ordenó la creación del gueto, llamado entonces “recinto de los hebreos”.

Es el segundo gueto judío más antiguo del mundo, detrás del creado en Venecia en 1510, y cuyo nombre derivó del de la calle veneciana “gheto”, donde existía una fundidora (o gheto en el dialecto local).

La zona elegida para concentrar a los judíos iniciaba en las ruinas romanas del Teatro di Marcello, en el barrio Sant’ Angelo y con el tiempo llegó a extenderse hasta la isla Tiberina y las actuales vías del Porticod’Ottavia, LungoteveredeiCenci, Via del Progresso y Via di Santa Maria del Pianto.

En la bula papal quedó establecido que los varones judíos debían llevar una boina y las mujeres un chal para ser reconocidos.

También les fue prohibido ejercer todo tipo de comercio, con excepción de la venta de harapos e indumentos usados y de ahí nació su tradicional presencia en el comercio del vestido y la moda.

El gueto judío de Roma estaba ubicado en el rioneSant’Angelo de Roma, Italia.

Asimismo, les fue vetado poseer inmuebles, lo que los llevó a invertir en otro tipo de bienes, como el oro, que a su vez les dio la liquidez necesaria que con el tiempo les permitió conceder préstamos a algunos pontífices.

Los judíos podían salir del gueto solo durante el día, ya que a partir del atardecer y hasta el amanecer del día siguiente los tres portones de acceso a la zona eran cerrados y vigilados por guardias.

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La población del gueto vivía en condiciones de hacinamiento y las casas estaban conectadas con pequeños pasajes que servían como vía de fuga durante las incursiones de los romanos, que obligaban a los judíos a desfilar durante el carnaval y los sometían a humillaciones.

En 1572, el Papa Gregorio XIII impuso a los hebreos la obligación de asistir todos los sábados a sermones en el “Tempietto di Carmelo”, una iglesia que aún existe, con la intención de que se convirtieran al catolicismo, lo que según el historiador Andrea Polletti tuvo poco éxito.

Tal obligación fue revocada en 1848 por el Papa Pío IX, aunque ya antes, en un breve periodo que inició con la invasión francesa de las tropas napoleónicas en 1798, fue concedido a los judíos la paridad de derechos y la plena ciudadanía.

Fue, sin embargo, hasta 1870, con la anexión de la ciudad al Reino de Italia unificada y el fin del poder temporal de los Papas, que el gueto quedó definitivamente abolido y los judíos fueron reconocidos como italianos con todos los derechos.

La zona del gueto, sin embargo, se ha mantenido como centro neurálgico de la vida de la comunidad hebrea romana y en la actualidad cuenta con negocios de diversos tipos y restaurantes de comida tradicional judío-romana.

En 1904 el gueto se enriqueció con la construcción de la Sinagoga de Roma, una de las más importantes de Europa, de estilo ecléctico, inspirado en formas asirio-babilonesas y proyectada por los arquitectos Vincenzo Costa y Osvaldo Armanni.

Uno de los eventos más trágicos del gueto se registró el 16 de octubre de 1943, cuando las tropas nazis realizaron una redada en la zona y detuvieron a más de mil judíos, que fueron deportados al campo de concentración de Auschwitz. Solo 17 de los deportados regresaron con vida.

En 1798, durante la República Romana, el gueto quedó legalmente abolido, y el árbol de la Libertad se plantó en la plaza delleScole, pero fue reinstaurado tan pronto como el Papado recuperó el control.

Mientras que el 19 de octubre de 1982 un comando terrorista palestino atacó con armas de fuego a los fieles que salían de la Sinagoga, causando la muerte a un menor e hiriendo a 35 personas.

El 13 de abril de 1982, el Papa Juan Pablo II se convirtió en el primer pontífice de la historia que visitó la Sinagoga de Roma y en su discurso llamó a los hebreos “nuestros hermanos mayores”.

El 17 de enero de 2010, el Papa Benedicto XVI también visitó el “Templo Mayor” y rindió homenaje a las víctimas del exterminio nazi.

Tras los atentados de enero de 2015 contra la revista francesa Charlie Hebdo y un supermercado judío en París, las medidas de seguridad en el gueto fueron reforzadas.

Los judíos de Roma nos sentimos orgullosos, estamos aquí desde hace más de dos mil años y hemos padecido muchas opresiones. Los terroristas no nos espantan”, dijo el portavoz de la comunidad, Fabio Perugia.

Fuente:cciu.org.uy