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EDUARDO SCHÑADOWER MUSTRI PARA ENLACE JUDÍO MÉXICO

Una de las más grandes aportaciones que el judaísmo trajo al mundo fue el concepto de tener un día de descanso a la semana. La trascendencia de esto es tan grande que en la actualidad prácticamente todas las culturas han implementado en sus leyes laborales días de descanso obligatorio. Si se habla con un rabino, sin duda dirá que el shabbat es uno de los elementos centrales de la fe judía.

El descansar un día a la semana tiene muchos beneficios para el ser humano. Ayuda a que los días laborales sean más productivos, permite recuperarse del cansancio acumulado así como un disfrute que no se puede obtener en la tarde de un día de trabajo. Ayuda a la convivencia familiar y con los amigos, y permite un espacio de reflexión donde las personas pueden poner las cosas en perspectiva y tomar mejores decisiones de largo y corto plazo.

Pero aparte de todos estos grandes beneficios, hay un elemento del sábado judío que lo hace particularmente distinto. Esto es el dedicar el sábado también como un día espiritual, para conectarse con el todopoderoso y estudiar Torá. Esto permite que personas que por su  situación laboral no puedan hacerlo durante el resto de la semana, al menos en este día se acerquen al judaísmo.

El día de hoy existen muchos elementos en nuestras vidas que nos alejan de este objetivo: los celulares, la televisión y las redes sociales son elementos que nos alejan de lo espiritual, impiden la convivencia con la familia y a su vez entorpecen el descanso. El estrés que estos medios generan hace que incluso en el fin de semana no descansemos del todo. Meterse en el tráfico en el día que uno supuestamente está descansando lo hace parecer como un día entre semana.

Aunque cada uno de ellos puede parecer una insignificancia, la contribución que cada uno hace se acumula hasta prácticamente quitarle casi todo lo descansado a nuestro descanso. No es raro hoy en día escuchar a personas en lunes decir que se están “recuperando” del fin de semana.

Por eso nuestros sabios nos indicaron una serie de prohibiciones para este día. El objetivo de estas prohibiciones no es hacernos sufrir, sino liberarnos. ¿Cómo te puede liberar algo que te está restringiendo? En realidad, todo depende del punto de vista que se le dé. Si uno pasa el shabbat esperando que éste termine para poder entrar a Facebook, revisar su celular y prender la televisión, entonces no sirve para nada lo que se está haciendo. Pero si uno lo hace de corazón y se enfoca en relajarse, reflexionar y estar con la familia, la sensación de estar restringido desaparece y más bien uno se siente más libre. Libre para pensar, libre para disfrutar el momento y libre para convivir con quienes se tiene enfrente sin interrupciones.

Cuando nos hablan de por qué tenemos que descansar en shabbat, además de todo lo anterior, nos dicen que D’s creó al mundo en seis días y en el séptimo descansó. Esto tiene una implicación filosófica muy importante. Esto significa que ni siquiera el ser más poderoso del universo existe sin el descanso. Si un ser perfecto e inmortal descansó, ¿cómo podemos nosotros, los seres humanos, pretender no hacerlo? Esto es una forma de decirnos que no importa que tantas energías tengas, cuanto café tomes y cuanto empeño pongas en lo que haces, el descanso es una necesidad ineludible. Es una necesidad del cuerpo y de la mente, sin excepción.

El no ser ortodoxo, pero tener una convivencia abierta con quienes sí lo son, me ha permitido conocer una gran variedad de formas de pasar el Shabbat. Desde tener que trabajar por las necesidades de mi empresa, pasear con los amigos, ver películas, hasta pasar un shabbat completamente estricto y siguiendo todas las reglas.

Trabajar, evidentemente, elimina todo el elemento del descanso, genera frustración y hace que el desempeño en la siguiente semana se vea afectado significativamente. El cansancio que se acumula puede hacer sentir a uno abrumado y tener un impacto emocional significativo.

Cuando uno no trabaja en shabbat, pero hace actividades como pasear en coche, ver televisión, comprar comida y bebida o usar el teléfono celular, es un hecho que sí se descansa. Sí hay cierta recuperación. El simple hecho de no hacer las mismas actividades que se realizan todos los días permite a uno despejar la mente y disfrutar. Es por eso que quienes no son religiosos eligen pasar sus fines de semana de esta manera. Sin embargo, la desconexión con la vida diaria no es completa, y esto hace que en cualquier momento uno se sienta tentado a retomar actividades laborales. Incluso aunque uno no lo haga, la falta del elemento espiritual no nos permite hacer por completo ese alto que necesitamos para poder continuar nuestro camino de la mejor manera o incluso cambiarlo. Es más bien como descansar de una larga carrera caminando, sin detenerse.

Aunque por diversas razones que ya expliqué en un artículo anterior no lo hago con frecuencia, puedo decir que cuando he conseguido pasar un shabbat sin la influencia de la tecnología, sin el estrés el tráfico y sin distracciones como llamadas o notificaciones de redes sociales y dedicando su debido tiempo a pensar, a meditar, a estar con la familia y a convivir, no ha sido como si recargara mis baterías, más bien es como obtener baterías completamente nuevas. Es un auténtico deleite. Es ahí cuando uno entiende el por qué los ortodoxos, a pesar de todas las restricciones, lo hacen no solo voluntariamente, sino que aman el Shabbat y lo disfrutan tanto, que para ellos sería impensable pasarlo de otra manera. Es ahí cuando uno realmente entiende el por qué es una piedra angular del judaísmo.