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GRANT RUMLEY

 

La reconciliación política lograda entre los dos partidos palestinos dominantes en vísperas de la guerra de 50 días del verano pasado cumple un año el martes. Entonces, como ahora, la reconciliación entre Fatah y Hamás existe en el papel únicamente. Las dos partes continúan detestándose una a la otra, negándose a cumplir cualquiera de las condiciones del acuerdo.

El “gobierno de tecnócratas” de la Autoridad Palestina (AP), formada antes de la guerra del año pasado, es la única evidencia que queda del acuerdo. El gobierno permanece intacto, pero sólo en la Margen Occidental controlada por Fatah sin el deseo ni la capacidad de gobernar la Franja de Gaza gobernada por Hamás.

El anuncio sorpresivo de la reconciliación terminó efectivamente las conversaciones de paz que  Washington había mediado durante nueve meses con poco progreso. Habiendo agotado la paciencia diplomática, los funcionarios palestinos dijeron que sus nuevos objetivos eran enfocarse en terminar la división entre los dos partidos, llevando a cabo nuevas elecciones presidenciales y parlamentarias, y resolviendo la crisis de los empleados públicos en Gaza. A la fecha, ninguno de estos objetivos ha sido logrado.

La cuestión de la elección es muy sensible para Fatah. Las últimas elecciones parlamentarias en el año 2006 trajeron la victoria inesperada de Hamás, lo que preparó la escena para la breve guerra civil palestina del siguiente año, durante la cual Hamás capturó la Franja de Gaza. Hamás todavía cree que es el gobernador por derecho de los palestinos después de la votación del 2006. El partido islámico fue alentado recientemente por su victoria sorpresiva en las elecciones estudiantiles en la Universidad de Birzeit – una prominente institución de la Margen Occidental considerada hace mucho un baluarte de Fatah – sugiriendo que Hamás podría ganar otra elección nacional. Pero las encuestas en Gaza muestran rutinariamente a Fatah y Hamás cabeza a cabeza. Por ahora, ambas partes parecen contentarse con demandar meramente elecciones en el futuro cercano y luego culpar a la otra parte cuando no logran llevarlas  a cabo.

La cuestión de los empleados públicos en Gaza sigue siendo un problema importante también. Después de la división del 2007, la AP, liderada por Fatah, ordenó a sus empleados públicos en la Franja que permanecieran en casa en un intento por obstaculizar al gobierno manejado por Hamás. En respuesta, Hamás contrató a su propio cuadro de empleados públicos para llenar el vacío. Pero Hamás ha tenido problemas en hacer la nómina. Los levantamientos de la región han tensado la relación de Hamás con sus patrones financieros, o sea, Irán. De hecho, una de las motivaciones de Hamás para firmar el acuerdo de reconciliación el año pasado fue aligerar la carga financiera de pagar los salarios de esos empleados. Con la AP negándose a aliviar la carga, los empleados de Hamás continúan experimentando largas sequías sin paga.

En vez de reconciliación, continúa el amargo conflicto intestino en los territorios palestinos. En la Margen Occidental, Abbas continúa provocando la ayuda de Israel en sofocar a las células de Hamás. Los líderes de ambas partes critican regularmente al otro, desde funcionarios de Hamás pidiendo que Abbas se baje a líderes de Fatah acusando a Hamás de robar millones de los gazatíes. Cuando el gobierno de unidad entra en su segundo año, los palestinos, tanto en la Margen Occidental como en Gaza, siguen frustrados por las divisiones persistentes que mantienen tan distantes, como siempre,  sus aspiraciones nacionales.

 

Fuente: Informe Político de la Fundación para la Defensa de las Democracias

Traducido por Marcela Lubczanski para Enlace Judío México