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ÁNGELES ESPINOSA

 

Si Irán tuviera revistas del corazón, esta semana hubieran tenido difícil elegir entre dos portadas: la mujer de Zarif o el yerno iraní de Kerry. A falta de noticias más jugosas que llevarse al ordenador, los periodistas encargados de las (eternas) conversaciones nucleares  se entretienen con los detalles. Y los detalles a veces importan.

Pongamos por caso la presencia en Viena de Maryam Imanieh, que es como se llama la mujer del ministro de Exteriores y jefe negociador iraní, Mohammad Javad Zarif. Para sorpresa de la tropa informativa congregada en el palacio de Coburg, Imanieh acompañaba a Zarif el martes a su regreso de una visita relámpago a Teherán para “consultar con el liderazgo”. Dado que no es previsible que el ministro tenga mucho tiempo para pasear por Viena con su esposa, resulta inevitable preguntarse qué mensaje quieren transmitir.

Es un gesto bastante inusual que los altos cargos iraníes viajen acompañados de sus esposas y más aún, que de hacerlo, éstas tengan visibilidad. De hecho, los comunicados oficiales y los medios iraníes cuando tienen que mencionar alguna actividad suya, no las citan por su nombre sino que se refieren a ellas como “la esposa del ministro tal o cual”. Pero Imanieh no es de las que se quedan sentadas en la habitación del hotel esperando el regreso de su guerrero. La isfahaní, que tiene 53 años (dos menos que su marido), es conocida por su afición a la poesía mística y a la música.

Dado que Zarif es un hombre muy ducho en el trato con los medios de comunicación y el uso de las redes sociales, una no puede evitar pensar que la presencia de su media naranja en el tramo final de las negociaciones tiene mensaje. Por un lado, evoca un lado más suave de un país con un problema agudo de imagen. Por otro, anima a pensar que el ministro confía en lograr el esperado acuerdo, un momento histórico en el que desea tener a su lado a la persona más importante de su vida. Al fin y al cabo, es la madre de sus dos hijos, una chica y un chico, ambos nacidos en Nueva York, donde se encontraba destinado.

Esa experiencia americana ha contribuido sin duda a facilitar el deshielo con su homólogo, John Kerry, representante de un país con el que Irán no tiene relaciones diplomáticas desde hace 35 años. Eso, y el yerno iraní de Kerry, mi sugerencia de portada alternativa para las inexistentes revistas del corazón locales.

Los medios iraníes han descubierto que Vanessa Bradford Kerry, la hija menor del secretario de Estado con su primera esposa, está casada con un neurocirujano de origen iraní. En un país que no reconoce la doble nacionalidad, pero que abraza como propios a los triunfadores de una diáspora que no ha sido capaz de retener, Behrouz Nahed se ha convertido en un punto a favor de su suegro. El doctor Nahed, conocido como Brian entre los amigos, es hijo de iraníes de Teherangeles y se casó con la doctora Kerry en 2009. Algunos rumores aseguran que antes visitaron Irán juntos…

¿Hay o no materia para un Hola iraní?

 

 

Fuente:elpais.com