Papa-Francisco-bandera

JULIÁN SCHVINDLERMAN

 

En su gira por Ecuador, Bolivia y Paraguay, Francisco fue recibido con figuritas, estatuillas, títeres y suvenires confeccionados a su semejanza.

El obsequio oficial más original se lo dio Evo Morales: Jesús crucificado sobre una hoz y un martillo. Las fotografías que captaron el momento muestran a un Papa de rostro adusto y monseñor Guillermo Karcher, jefe de ceremoniales del Vaticano, dijo que Francisco respondió al presidente boliviano con la frase “eso no está bien”. Sin embargo, el vocero papal, Federico Lombardi, aseguró que el Pontífice “no tuvo una particular reacción negativa” y recalcó que en el crucifijo “no hay confusión entre fe e ideología, no es un símbolo de interpretación marxista, sino de diálogo y libertad”. Que la Iglesia Católica actual no objete oficialmente que Jesucristo sea incrustado en el máximo símbolo del Comunismo es una medida de cuánto ha cambiado bajo el pontificado del primer Papa latinoamericano en la historia.

El Papa efectuó una crítica rotunda contra el sistema económico mundial y contra la “lógica de la ganancia” apoyado en la doctrina social de la Iglesia pero llevándola un paso más adelante. Tuvo buena sintonía con los líderes anfitriones, aunque no escatimó cuestionamientos a los “liderazgos únicos”; críticas veladas a la perpetuación en el poder de algunos de los presidentes de la región. Pero es igualmente cierto que no ofreció gestos favorables de sustancia a los sectores opositores que están siendo maltratados en Bolivia, Ecuador, y también en Cuba, Venezuela y en su Argentina natal. Al enfocar su indignación contra la “cultura del descarte” y “el capital”, en detrimento de alertar locuazmente sobre la calidad de la democracia en la zona, Francisco marcó sus prioridades.

De cualquier manera, su gira dejará una estela de aprobación de masas y reafirmará la imagen de Bergoglio como un Papa popular.

 

Fuente:El País