SILVIA SCHNESSEL PARA AGENCIA DE NOTICIAS ENLACE JUDÍO MÉXICO – Hay algo sospechoso en el momento de la noticia de la liberación de Pollard. Editorial del Jerusalem Post.

Pollard2La semana pasada, se generaron sonoros titulares a nivel mundial por la noticia de última hora en The Wall Street Journal que EE.UU. se preparaba para liberar al espía israelí Jonathan Pollard, después de 30 años de prisión. Este anuncio, como era previsible, desató una ola de cobertura de los medios. 

Un posterior anuncio a los pocos días confirmando oficialmente la libertad condicional inminente para Pollard se sumó a la avalancha de informes, que sigue sin disminuir. 

Hay algo sospechoso en el calendario de estas noticias. 

Que Jerusalén negara que la liberación de Pollard tuviera la intención de mitigar el descontento de Israel con el desastroso pacto nuclear iraní era predecible. 

Sin embargo, la negación por parte de funcionarios estadounidenses, alegando que la liberación de Pollard no está relacionada con el acuerdo de Irán fue menos predecible. 

Simplemente hubo demasiadas negativas, a demasiado alto nivel y en un tono demasiado estridente para ser creíble. 

Es evidente que el frenesí de los medios acerca de Pollard se produce precisamente cuando el gobierno de Obama necesita titulares desviando el acuerdo iraní. La atención del público en cambio se ha enfocado en un tema que a muchos les encanta odiar: Israel. 

Nadie ama a un espía. Todo el mundo odia a un espía israelí. Pollard, quien ha sido golpeado con saña en los medios de comunicación durante casi tres décadas, es odiado más que la mayoría. 

La noticia de su inminente liberación en libertad condicional ha revivido el vilipendio de Pollard a niveles que no se han visto desde que fue detenido hace 30 años, y junto con él, la denigración de Israel.

Esto, a pesar del informe ahora documentado, reforzado por los materiales recién desclasificados y testimonios de altos funcionarios estadounidenses que muestran que la cadena perpetua de Pollard fue “excesiva” e “injusta”. 

Teniendo en cuenta la injusticia, uno se pregunta por qué Pollard está siendo puesto en libertad condicional después de 30 años en lugar de ser puesto en libertad. 

La libertad condicional no es libertad. Es, por definición, libertad condicional, que puede ser revocada en cualquier momento y por cualquier número de razones muy complejas y a menudo inescrutables, incluidos motivos políticos velados. 

La cadena perpetua que Pollard recibió después de su arresto en 1985 es una sentencia de 45 años, no de 30 años, como se define hoy una sentencia de cadena perpetua. 

Esto significa que en los términos de su libertad condicional, Pollard tendrá de hecho una sentencia de 45 años pesando sobre su cabeza. Puede ser detenido de nuevo y enviado a la cárcel por 15 años más – con todos los sonoros titulares que lo acompañen, en cualquier momento durante la próxima década y media.

Sería ingenuo no sospechar que en un caso tan políticamente cargado como éste, las condiciones de su libertad condicional puedan configurarse para ser tan restrictivas y tan complejas como para invitar o incluso garantizar el fracaso. 

Teniendo en cuenta que los anuncios de la inminente liberación de Pollard en libertad condicional han generado una reacción tal en los medios, repleta de vapuleos a Israel y a Pollard, imagínense lo que sería en los medios el día de su regreso a la cárcel en los medios del mundo. 

No habría que determinar ninguna razón para su nueva detención. Se podría hacer con cualquier pretexto por cualquier número de razones no declaradas y no comprobadas, en cualquier momento en que EE.UU. decida ejercer presión sobre Israel. Como EE.UU. ha demostrado en repetidas ocasiones, Pollard es un medio fácil para fomentar la opinión mundial en contra de Israel. 

Pollard es la única persona en la historia de los EE.UU. que recibe una sentencia de cadena perpetua por espiar para un aliado. 

En una reciente entrevista, el ex jefe de la CIA James Woolsey nuevamente confirmó la desmesura de la pena de Pollard: “Espías de países amigos, como Filipinas y Grecia, normalmente permanecen en prisión en los EE.UU. por unos pocos años. Menos de 10 años. Mantener Pollard hace 30 años fue excesivo.

“Woolsey dijo que Pollard debe ser libre para regresar a Israel, porque ya no representa ninguna amenaza para los EE.UU.. “La razón para que uno mantenga a un espía condenado en los Estados Unidos se debe a la información que tenía ….” Woolsey declaró inequívocamente que la información de Pollard de hace 30 años, no supone ningún riesgo y que Israel es un amigo de Estados Unidos. 

La Fiscal Federal General Loretta Lynch lo dijo todo cuando confirmó recientemente que Pollard ha servido su condena en su totalidad. 

La libertad condicional es una táctica demasiado conveniente para continuar manteniendo a Israel en vilo mientras mantiene a Pollard como rehén otros 15 años. 

Pollard no merece la libertad condicional. Merece ser puesto en libertad. 

Fuente: The Jerusalem Post

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